ni muerto se ha de callar,
pues ande vaya a parar
el canto de ese cristiano,
no ha de faltar el paisano
que lo haga resucitar
Atahualpa Yupanqui
La muerte de Facundo, inmerecida tragedia, en la Guatemala del Popol Vuh y de los Hombres de Maíz –grano simbólico de la creación- en el cantar de Asturias, le ha sembrado para siempre , y a la par, evoca también el cantar de Alí: “Los que mueren por la vida, no pueden llamarse muertos”.
Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol, predicó el reverendo Martin Luther King, antes de que alguien, absurdamente, sentenciara apagar su voz, un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida, un empujón brutal te ha derribado, tan absurdo como el asesinato de John a manos de Chapman, no hay extensión más grande que mi herida, lloro mi desventura y sus conjuntos y siento más tu muerte que mi vida, tan absurdo como el crimen de Granada donde ejecutaron a Federico, Ando sobre rastrojos de difuntos, y sin calor de nadie y sin consuelo voy de mi corazón a mis asuntos, tan absurdo como la desaparición de Roque Dalton por compañeros de su propia causa, temprano levantó la muerte el vuelo, temprano madrugó la madrugada, temprano estás rodando por el suelo, tan absurdo como volver a asesinar al Che y crucificar nuevamente a Jesús, no perdono a la muerte enamorada, no perdono a la vida desatenta, no perdono a la tierra ni a la nada, tan absurdo como el más absurdo de todos los absurdos, volverás a mi huerto y a mi higuera: por los altos andamios de mis flores pajareará tu alma colmenera, si él mismo cantaba “no soy de aquí ni soy de allá”, por eso como en verso de John Donne , las campanas están doblando por ti, y Miguel en su elegía a Ramón Sijé -con quien tanto quería- también te dice: a las aladas almas de las rosas... de almendro de nata te requiero: que tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero.
Escuchar al poeta del humor la ironía la ternura y la esperanza, las fuerzas del mal jamás lo impidieron ni lo impedirán ; mas sin embargo ante tal desconsuelo y desolación, la trova del pueblo latinoamericano canta en dolor mayor junto al trovador Facundo Cabral:
“Cuando Dios bajaba a mi pueblo, todo funcionaba. Los noticieros sólo daban buenas noticias. Los impotentes y las frígidas hacían el amor frenéticamente toda la noche. En una de esas visitas, El Señor le preguntó al cura ¿qué quería? ¡Que acabes con el maldito pastor protestante! Y le preguntó al pastor protestante… ¡Que acabes con el cura! Y le preguntó al rabino del pueblo… ¿qué quería? Señor… ¡para mí sería suficiente que cumplieras el deseo de estos dos caballeros! Por el rabino del pueblo supimos que la mujer en el paraíso mordió la manzana cinco minutos antes que el hombre y todavía sigue manteniendo esa ventaja. Y lo mismo nos pasa con los hermanos de la comunidad judía que siempre estuvieron adelantados. Moisés, honorable judío, se ocupó de nuestra cabeza. Jesús, honorable judío, se ocupó de nuestro corazón. Marx, honorable judío, se ocupó de nuestro estómago. Freud, honorable judío, se ocupó de nuestro sexo. Y además, Einstein, honorable judío, nos demostró que todo eso era relativo…”
“Mi abuela decía que había que acabar con los uniformes que le dan autoridad a cualquiera. ¿Qué es un general desnudo? Y tenía razón y tenía derecho a hablar de esto porque estuvo casada con un coronel que era realmente un hombre valiente, solamente le tenía miedo a los pendejos… Un día le pregunté ¿por qué? Porque son muchos, no hay forma de cubrir semejante frente; y por temprano que te levantes a donde vayas ya está lleno de pendejos. Y son peligrosos porque al ser mayoría, eligen hasta el presidente. Y los hay de todas categorías… Por ejemplo, está el pendejo informático, que es un pendejo computarizado. El pendejo burócrata, que es oficialmente pendejo. El pendejo optimista, que cree que no es pendejo. El pendejo pesimista, que cree que él es el único pendejo. El pendejo esférico, que es pendejo por todos lados. El pendejo fosforescente, porque hasta de noche se ve que más allá viene un pendejo. El pendejo de referencias, ¿dónde está Alberto? Allá al lado del pendejo de la chaqueta gris. El pendejo consciente, que sabe que es pendejo. El pendejo de sangre azul, nieto e hijo de pendejos. Y el más peligroso de todos, el pendejo demagogo que cree que el pueblo es pendejo.”
“No habrá llaves en las puertas ni fronteras, es decir, que todos compartiremos todo. Clinton y Castro jugarán tenis en Cancún. Hussein llevará sus niños a Disneyworld. Y lo van a ver… porque ahora no se puede elegir, ¡cambiamos o desaparecemos! El amor que nos trajo es el único que puede lograr que permanezcamos en este planeta maravilloso de delfines y ballenas. Un planeta que inspiró, hasta hizo que un hombre como César Vallejo hiciera maravillas a partir de la tristeza o Witman a partir de la voluntad, o Borges a través de la cabeza. Por ellos, soy el Sancho de Jesús que es mi Quijote. Por eso traigo canciones con estrellas y poemas con pájaros que son profetas atomizados, un poco de Borges pero mucho San Agustín, mares y ríos, cuevas y nidos, panes de la mesa grande donde come el padre, traigo el gato de San Juan el Bautista y la cabeza de Salomé, al sol del espejo y a la luna de la laguna, traigo mucho espacio y tiempo, para llenar de infinito y eternidad tu corazón, porque eso es la canción.”
“Rabindranath Tagore que bautizara a Mahatma, es decir, Alma Grande a Gandhi, decía, cuando el hombre trabaja Dios lo respeta, más cuando el hombre canta, Dios lo ama. Manuel Machado, el hermano de Antonio, decía, hasta que el pueblo las canta, las coplas, coplas no son, y cuando las canta el pueblo ya nadie sabe el autor, procura tú que tus coplas vayan al pueblo a parar, que al volcar el corazón en el alma popular, lo que se pierde de nombre se gana de eternidad. Por muchos siglos vamos a escuchar la magia extraordinaria de Gabriel García Márquez, que me plagió Cien Años de Soledad, aprovechando que a mí todavía no se me había ocurrido. Dice nuestro querido Martín Fierro, cantando me he de morir, cantando me han de enterrar, y cantando he de llegar al pie del eterno padre”.