Poco después en su libro “Escrito con Odio”, Argenis dirá que esos personajes infiltrados en el PCV que trabajaban para la CIA eran Teodoro Petkoff y Pompeyo Márquez.
Nada más peligroso en la lucha revolucionaria que los infiltrados, tal como lo demuestran los hechos ocurridos durante el derrocamiento de Salvador Allende.
Refiere Argenis Rodríguez en su diario que la policía torturó a Alberto Lovera y a lo último lo asesinó con un pico que le enterraron en el pecho. Lo lanzaron al mar, en Lecherías, y que el mar devolvió el cadáver.
Argenis fue horriblemente perseguido por las bandas al mando de Teodoro Petkoff. Luben Petkoff buscó para matarlo cuando el escritor vivía en Los Rosales.
Añade Argenis en su diario: “Mis personajes ocupan cargos relevantes: el General Francisco Sánchez Olivares, era coronel cuando lo conocí en Bruselas y cuando lo metí en “La Fiesta del Embajador”, ha sido encargado del C.D.O. (Comando de Operaciones Conjuntas del Ejercito). Ahí le pagan a Sánchez Olivares por haberse apropiado de un dinero en Bélgica y por haber ultimado en Cocollar al estudiante Rene Hernández. ¿Pero por qué escribo esta nota? Sánchez Olivares el típico hombre que en vida lo consigue todo, pero que apenas muere desaparece definitivamente. Es de la clase de gente que se lleva el viento.”
“Me informa Moisés, el dueño de la Librería Centro, que Aníbal González, agente del SIFA, le había preguntado por mí.”
“-No me gustó la manera como lo hizo, prosiguió Moisés.”
“No me gusta que tipos de la calaña de Aníbal González pregunten por mí. Aníbal González está implicado en el asesinato de Alberto Lovera. Estamos rodeados de asesinos.”
“Sólo por mis libros podrían atacarme. Y estoy consciente de que no es para menos. Considero que el enemigo más peligroso que tengo en estos momentos es el General Sánchez Olivares, a quien ridiculicé en “La Fiesta del Embajador”. Los adecos también siguen poderosos y no quedaron muy bien parados en “Gritando su Agonía”. Entre asesinos anda el Juego.
Sánchez Olivares, y los adecos son expertos en eso de hacer desaparecer a la gente. Sánchez Olivares “desapareció” a Luis Hernández y además desaparecieron entre otros, a Malave, a -------, a Lovera, etc. “
“El editor Fuentes, en la colección que publicó “La Fiesta del Embajador” acaba de editar (o re-editar) un libro de José Vicente Rangel, “Expediente negro”, que trata acerca de la desaparición y asesinato del dirigente comunista Alberto Lovera - Paso parte del medio día leyendo este libro, que si hay que calificar se diría que “sobre-coge”
Teodoro Petkoff rápidamente comprendió cómo debería ser el estilo a usar para imponerse en nuestro medio, plagado de burdos negociantes politiqueros que no eran otra cosa que inescrupulosos caudillitos y miserables ladrones y asesinos: la utilización pertinaz de la injuria, la calumnia, la traición y la burla más descarada e infame, el asesinato y la amenaza con escuadrones armados hasta los dientes (con los que pretendieron matar a Argenis Rodríguez, y con los que sí lograron eliminar al profesor Lovera y a los hermanos Pasquier, por ejemplo).
Gonzalo Barrios fue el mayor cómplice en el asesinato del profesor Lovera.
Escribe Argenis en su diario el 11 de marzo de 1968: “Anoche, antes de acostarme, escribí un cuento que trata de la tortura de un dirigente comunista de nombre Alberto Lovera, que apareció en una playa con un pico atado al cuello. Lo que escribí fue lo que yo imaginé. El personaje que narra la acción lo saqué de una fotografía que vi hace mucho tiempo, tal vez seis años, en el periódico Clarín. La fotografía era de un Digepol que gustaba de retratarse con el revólver en la mano.”
No hay que olvidar que Luis Beltrán Prieto Figueroa igualmente le avaló al gobierno de Betancourt y de Raúl Leoni todas sus posiciones anticomunistas: asumió total indiferencia cuando se perseguía con saña a los excluidos jóvenes del MIR, cuando se los hostigaba sin compasión para él estar a la altura del jefe máximo, y hacerle sentir cuán apegado estaba a su línea de guerra sin cuartel a los «extremistas».
Luis Beltrán Prieto Figueroa convalidó, y esto es lo más horrible, la represión desatada durante el gobierno de Leoni: las torturas y los asesinatos, la gran cantidad de desaparecidos, y con esa indiferencia justificó las acciones fascistas de Gonzalo Barrios cuando éste era ministro de Relaciones Interiores. Dijo Prieto —léase la prensa de la época— que Gonzalo Barrios era un hombre incapaz de ordenar la represión o de tolerarla. Cuando se le preguntó por qué razón no había elevado su voz de protesta contra el monstruoso crimen en contra del profesor Alberto Lovera, y contra los desaparecidos y fusilados, entonces contestó: —“¿Cómo lo iba a hacer, siendo yo el presidente del partido[1]?”
Para Prieto, cualquiera en AD que criticara a sus propios compañeros quedaba como un tonto, y él no estaba para asumir ese papel tan ridículo.
El caso del profesor Alberto Lovera (dirigente del PCV) no era en absoluto como para que el doctor Prieto Figueroa lo pasara por alto, mucho menos siendo presidente de su partido. A Lovera lo detiene una comisión de la Digepol encabezada por el «capitán» Carlos Vegas Delgado, el 18 de octubre de 1965, a las 6 de la tarde, cerca de la Plaza de las Tres Gracias y a pocos metros de la UCV, todo esto siendo ministro de Relaciones Interiores el doctor Gonzalo Barrios.
La doctora Eva Golinger, quien durante varios años se ha dedicado a desclasificar documentos de la CIA, en el propio Washington encontró, sobre las acciones de esta agencia en Venezuela, en 1967, informes que muestran por qué se ordenó el asesinato del profesor Lovera. Nos refiere que con fecha 23 de abril de 1965, en un informe especial, previamente clasificado como secreto por la CIA (que se titula «La subversión cubana en América Latina»), se detalla cómo se veía «la creciente amenaza» de la «exportación de la revolución cubana» en la región[2].
Según este documento secreto, la CIA consideraba que tres países en particular estaban bajo peligro de subversión: Venezuela, Guatemala y Colombia, por lo que era necesario que la Agencia incrementara sus fuerzas de contrainteligencia y contrarrevolución en esas naciones.
En Venezuela, la CIA se enfocaba en la persecución y el monitoreo de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN) y específicamente de su líder, Alberto Lovera. El informe, en su página 6 comenta: “[…] las Fuerzas Armadas Venezolanas de Liberación Nacional (FALN) es una entidad comunista-terrorista y bien establecida… que tiene más de 2.000 miembros —cientos de los cuales son activistas de tiempo completo que han recibido entrenamiento en Cuba— y están por todo el país… Informes recientes [tachado] indican que los comunistas venezolanos están preparando un plan comprensivo de acción política por todo el país para complementar las operaciones guerrilleras de la FALN… El número de guerrilleros campesinos en el estado Falcón, una de las áreas principales de las operaciones de la guerrilla, ha aumentado de 14 a 44 por ciento… otro informe indica que Cuba prometió al líder de la FALN, Alberto Lovera, que le extendería un apoyo financiero considerable a su organización este año… Los cubanos ciertamente continuarán dando prioridad al entrenamiento de los venezolanos en las tácticas de la guerrilla [censurado]. Es posible también que los cubanos tengan varios asesores guerrilleros en el campo con los insurgentes venezolanos… [censurado]713».
Otro documento desclasificado de la CIA, de fecha 26 de octubre del
1967, detalla los logros del gobierno venezolano en cuanto a la represión de los grupos «insurgentes» (la FALN y el PCV) y su colaboración con la Agencia para impedir la expansión de la Revolución Cubana en Venezuela. El informe contiene datos sobre la infiltración y penetración por parte de las fuerzas policiales venezolanas, en aquel entonces lideradas por personajes como el terrorista Luis Posada Carriles, a las organizaciones izquierdistas en el país, y en particular, a la FALN. Añade el informe de la CIA que: […] las fuerzas policiales venezolanas han desarrollado mecanismos y conocimiento que han exitosamente resultado en la captura de los líderes de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional y sus equipos… Algunos de los mecanismos utilizados fueron la penetración del movimiento izquierdista a través de la infiltración de agentes gubernamentales en el movimiento comunista, además de la explotación exitosa de los prisioneros y los ex comunistas. Estas tácticas hicieron posible que el gobierno reuniera una gran cantidad de información sobre las actividades insurgentes que entonces hizo posible la implementación de medidas efectivas para contrastarlas… El gobierno fue extraordinariamente exitoso en la eliminación del equipo de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional en el este de Venezuela a través de la infiltración de agentes policiales en el aparato comunista durante la fase formativa; a través de la identificación de los miembros principales, los lugares de reunión, las vías de abasto, etcétera, de las unidades subversivas; y luego la detención rápida de casi todos los miembros de la insurgencia a través de operaciones cuidadosamente coordinadas y planificadas por la policía política y la Guardia Nacional…[3]
Luego de su captura, Alberto Lovera fue inmediatamente trasladado a la sede de la policía política (Digepol), en el edificio «Las Brisas», donde comenzó a ser torturado. El director de de esta instancia era J. J. Patiño González, quien el 23 de octubre ordena que Lovera sea llevado al Retén «Planchart», en Puente Mohedano.
Allí en Puente Mohedano continúan las cruentas torturas contra este comunista, a quien en estado sumamente delicado sus verdugos deciden llevárselo al campo antiguerrillero de «Cachipo», en el estado Monagas. Allí los encargados de este centro, viendo la gravedad del detenido se niegan a recibirlo. Continúa así el macabro ruleteo, hasta que la comisión que lo lleva y trae de un lado a otro, decide devolverse a Caracas. En el camino se les muere el preso, entonces aquellos monstruos deciden depilarle el cuerpo, le destrozan la placa dental, le rebanan los dedos de las manos. Luego lo amarran con una larga y gruesa cadena de hierro que la unen a un pico a la altura del cuello y así lo lanzan al mar.
El 27 de octubre un pescador encuentra flotando este cuerpo, en Lecherías, Barcelona.
El ministro Barrios no asume la responsabilidad del horrible caso. Entonces la Digepol, con su director J. J. Patiño González a la cabeza, inicia una campaña en prensa, radio y televisión diciendo que ese cadáver no corresponde al de Lovera y que si lo han asesinado «han sido sus propios compañeros de militancia por disensiones internas respecto a la lucha armada».
Había una oscuridad política, quizás tan peligrosa, como la vivida bajo Gómez. El 27 de octubre de 1965 apareció en la playa de Lecherías, tal como lo relatamos antes, el cadáver del dirigente comunista Alberto Lovera, un crimen de la Digepol. Entonces un seudocomencadela de un partidillo llamado PRN, el doctor José Manzo González, dijo en la Cámara de Diputados, de manera feroz, que el gobierno de Leoni era más implacable y represivo que el de Betancourt.
Atacó Manzo González de manera terrible a Carlos Andrés Pérez diciéndole que tenía las manos tintas en sangre, porque resulta que Pérez llegó a justificar aquel espantoso asesinato[4].
En medio de estos debates, una frase que se escuchaba mucho era: «hay que rectificar», e incluso la mencionaba el propio presidente Raúl Leoni. «Hay que darle al extremismo una oportunidad para que rectifique», comentaba con regularidad el asesino del profesor Alberto Lovera, Gonzalo Barrios.
Y Prieto Figueroa persistía entonces en defender a Gonzalo Barrios. Cuando a Prieto Figueroa se le preguntó por qué razón no había elevado su voz de protesta contra el monstruoso crimen en la persona del profesor Alberto Lovera, y contra los desaparecidos y fusilados, entonces contestó: «¿Cómo lo iba a hacer siendo yo el presidente del partido?»[5].
[1] Alfredo Peña, Conversaciones con Luis Beltrán Prieto, editorial Ateneo de Caracas (Venezuela), 1978, p. 79
[2] Eva Golinger, «Documentos secretos de la CIA, revelan que la Agencia tenía a Alberto Lovera y la FALN en la mira», publicado en: www.aporrea.org, el 1º de septiembre de 2007.
[3] Ibídem.
[4] Sanín, Los adecos en el poder, colección Criterios, Publicación Seleven, C.A., Caracas (Venezuela), 1983, p. 267.
[5] Alfredo Peña (1978), op. cit., pág. 79. 710 Alfredo Peña, Conversaciones con Luis Beltrán Prieto, editorial Ateneo de Caracas (Venezuela), 1978.