Ante la caída en combate del combatiente de la FARC, Alfonso Cano, cuyo nombre civil es Guillermo León Sáenz Vargas se tiende a pensar que este grupo beligerante fuera a concluir sus acciones insurgentes.
No obstante, habría que tener en cuenta que las FARC son el grupo guerrillero más antiguo de América Latina y el más numeroso del país.
Pese al debilitamiento sufrido, producto de la muerte de sus principales cabecillas, las Fuerzas Militares de Colombia, comunican que las FARC cuentan con 18.000 integrantes; estimaron que 9.000 de estos integrantes son combatientes armados y los otros 9.000 son milicianos que cumplen trabajos de inteligencia y sirven de apoyo en labores de logística en pueblos y ciudades.
Por otro lado, las FARC están presentes y ejercen su influencia en algunas zonas de 24 de los 32 Departamentos de Colombia, sobre todo al sur y oriente del país, concretamente en Putumayo, Tolima, Nariño, Cauca, Valle del Cauca.
Sus operaciones, intermitentes, abarcan parte del territorio Colombiano y se realizan de acuerdo a necesidades operacionales y de movilización de este grupo. Las FARC también tienen presencia urbana (frentes urbanos, conocidos como milicias o células) en varias ciudades colombianas, particularmente en zonas pobres.
Y aunque como lo dijera el mismo Cano, el Estado colombiano lanza operativos contra insurgentes en una proporción de 100 militares por cada guerrillero, con bombardeos de ablandamiento ejecutados con miles de toneladas de pentolita, realizados por una aviación dotada de cohetes de todo tipo, ametrallamientos desde sus centenares de helicópteros gringos y rusos de última tecnología, fuego de artillería con morteros de 120 mm.
Pese a esto, desmovilizarse es sinónimo de inercia, es entrega cobarde, es rendición y traición a la causa popular y al ideario revolucionario que cultivamos y luchamos por las transformaciones sociales, es una indignidad que lleva implícito un mensaje de desesperanza al pueblo que confía en nuestro compromiso y propuesta bolivariana.
No tenemos ninguna dubitación, ninguna duda sobre nuestra obligación de luchar permanentemente y sin desmayo, con convicción y optimismo, por acercarnos con certeza a la solución política del conflicto. HONOR Y GLORIA AL CAIDO!
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