“Es deplorable que todavía persistan personas que no tienen el más mínimo respeto por la vida, personas que no valoran esa gracia divina de la vida, que es un regalo de Dios, y que se pretenden dueños de la vida de los demás, y los ‘ajustician’ cuando quieren”.
Con estas sentidas palabras se refirió, Iris Varela, ministra de Servicios Penitenciarios, a la masacre en Sabaneta, producto de la balacera iniciada a las 10:00 AM del martes 17/09, que se prolongó por 12 horas, causando pánico y desesperación a privados y personal del penal, familiares, personas de la zona, y la muerte de 16 internos.
Es muy cierto que la Ministra y el Gobierno hacen esfuerzos por reducir la violencia y humanizar los recintos penitenciarios, pero, ya basta de seguirle echándole la culpa a la cuarta, sabemos que es una cultura heredada de la misma. ¡Ey! Pero, estamos en la quinta, y es problema que debe resolverse tomando medidas contundentes y eficaces. “Esto convenía hacer, si dejar de hacer lo otro”, decía el Rebelde de Galilea, a los hipócritas que diezmaban religiosamente, pero descuidaban, la justicia, la misericordia y la fe.
También es muy cierto que el método utilizado actualmente es el diálogo, la persuasión, y no la represión, ¡perfecto!, pero, repito, se deberían tomar acciones más contundentes, efectivas y revisar eso de los “privilegios” que tienen los internos.
Cada recinto tiene sus particularidades, pero, todos tienen los mismos vicios heredados, dijo la Ministra, y que siguen vigentes, minados de: “corrupción; armas; municiones; drogas; violencia; irrespeto por la vida; comercio con la miseria humana”.
¿Pero, por qué sigue sucediendo eso? ¿Cómo siguen llegando a manos de los internos desde aparatos tecnológicos avanzados, armas hasta de guerra, drogas, y…? El interno tiene culpa, pero tiene más culpa el que desde afuera practica tales vicios descaradamente y más aún el que lo permite. “Donde las leyes flaquean, los pillos se pavonean”
No es fácil cambiar de tan nefasta cultura heredada y mucho menos enfrentarse a mafias de todo tipo, que las hay. Pero, si se atacara de frente a los que les dan y permiten que los garrotes lleguen a manos de los ciegos, de seguro, habría mucho menos que lamentar.
En los años 80, escribí esto que todavía creo que tiene pertinencia: “Miren qué cosas tiene la vida, la misma “sociedad”, fabrica delincuentes por la necesidad. Sin delincuentes no hay policías, ni abogados, ni jueces, ni cárceles ni vicios, ni ver, ni oír, ni qué leer”.