El primer deber de una revolución es garantizar la paz y el derecho a la vida de su pueblo.
El Estado venezolano está obligado en hacer respetar la Constitución y demás Leyes de la República para garantizar la paz de todos los venezolanos, la estabilidad política en pro del desarrollo humano. Nadie en el país puede considerarse lo suficientemente libre como para estar por encima del Estado y las Leyes; para asesinar y fomentar el caos en el país.
El problema es el Estado burgués que la Revolución Bolivariana heredó, y sus Leyes que desde siempre han beneficiado a la burguesía y promovido la impunidad de sus actos y el desorden. La cínica burguesía que hace 15 años perdió el poder del Estado gracias a la llegada de la Revolución Bolivariana liderizada por el eterno Comandante Chávez, ha gozado de total impunidad para arremeter contra el pueblo, el gobierno revolucionario y las instituciones del país. Pero su despotismo está acabando.
Nuestra experiencia de 15 años de Revolución Bolivariana nos ha servido para entender que la burguesía nunca dejará de lado los atajos violentos y antidemocráticos para derrocar al gobierno bolivariano y hacerse nuevamente del poder del estado para sus intereses políticos y económicos.
Reconquistar el poder ejecutivo del Estado es el “botín” más ansiado por la burguesía; el que no han podido, ni podrán recuperar por las vías democráticas electorales gracias a la enorme consciencia adquirida por nuestro pueblo en los años de revolución. Es por ello que la burguesía seguirá transitando por los atajos golpistas, amparándose en la impunidad hasta que el Estado ejerza la autoridad.
Ejercer la autoridad no significa autoritarismo ni mucho menos, aunque los grandes medios internacionales y nacionales manipulen y pretendan dibujarlo como tal.
En los momentos que se radicaliza la lucha de clases en Venezuela, el gobierno socialista ha sido objetivo de feroces ataques por parte los poderosos intereses trasnacionales y los bastardos de la burguesía parásita nacional. El ejercicio de la autoridad se convierte en una necesidad imperiosa para hacer cumplir las Leyes y mantener la paz y estabilidad del país.
Es harto conocido que varios de los seudo líderes de la derecha han estado, desde hace varias semanas, incitando nuevamente a los caminos de la violencia. Ya no soportan nuevas derrotas electorales.
Los fascistas María Corina Machado y Leopoldo López han manifestado en reiteradas ocasiones que la única forma de salir del Gobierno del Presidente Maduro y destruir la Revolución Bolivariana, es la violencia.
La derecha es astuta como una serpiente, e hipócrita. Organizados bajo el mismo plan desestabilizador, y prestos al acostumbrado Show mediático, sus líderes se distribuyen los papeles del guión. Unos asumen el papel de demócratas, mientras otros se encargan del trabajo sucio de la violencia.
Algunos líderes de la derecha pretenden desvincularse de las muertes provocadas en los actos violentos de sus muchachos disociados. El plan de la derecha es el mismo que fracasó en abril de 2002 y el 15 y 16 de abril de 2013 cuando el candidato perdedor de la derecha, Henrique Capriles Radonsky ordenó a sus hordas disociadas fascistas a “drenar sus arrecheras en las calles”. En aquel momento, sus “buenos” muchachos salieron a cumplir aquellas órdenes asesinando a más de 10 compatriotas chavistas e incendiaron varios inmuebles públicos. Esta vez el trabajo sucio tocó al hoy prófugo Leopoldo López el pasado 12 de febrero.
A las sabandijas de la derecha conviene que se derrame la sangre de los venezolanos para provocar una guerra civil fratricida, y de esta manera justificar un Golpe Militar y/o la intervención extranjera. La derecha pretende repetir los sucesos acaecidos el 11 de abril de 2002, y de no lograr sus objetivos, continuar desestabilizando el país para desgastar políticamente a la revolución. Guerra económica, guerra civil, intervención extranjera es el formato que pretenden aplicarnos. Es el mismo formato intervencionista aplicado contra Ucrania, Yugoslavia, Libia y Siria.
El pueblo venezolano y los movimientos sociales deben estar conscientes que los hechos de violencia y el asesinato de militantes revolucionarios persigue despertar los deseos de venganza del pueblo, de forma que conlleve al caos generalizado en el país. Es el anzuelo de la derecha.
Pero nuestro pueblo es sabio y mostró nuevamente su alto grado de consciencia política al no dejarse arrastrar por los facinerosos.
La autoridad revolucionaria es el único freno contra la violencia fascista desatada por los elementos más disociados de la derecha venezolana. Ejercer la autoridad es respetar los derechos humanos del pueblo. La autoridad revolucionaria es justicia.
¡Máxima pena para los fascistas capturados!
¡Ya basta de impunidad!