Han acabado con una vida. Han acabado con un líder joven de la revolución. Han acabado con un valor nacido en revolución. Han acabado con un joven, representante de las nuevas generaciones de líderes. Han acabado con una voz clara, como un clarín. Recia como el viento. Con la fuerza de un torbellino, como las olas que mueven el mar profundo. Han acabado con un héroe del chavismo, pero no podrán acabar con la revolución que él defendió a capa y espada, desde todas las trincheras.
José Vicente Rangel, había alertado en su programa dominical que la derecha estaba en preparación de una nueva escalada de violencia. Escogieron para iniciar los asesinatos selectivos a un joven luchador. A un guerrero. A un baluarte de la nueva Venezuela, y de la Venezuela por venir. Esta muerte, y la de su esposa, servirán para endurecer más aún la condición de revolucionarios al sector del chavismo. Servirá para prender la alarma y sembrar la alerta general en todos los revolucionarios. No es momento de recular. Es momento de echar hacia delante. Robert Serra espera, desde donde se encuentre, que sigamos el ejemplo de él. Que no desmayemos. Que cumplamos con nuestro deber de defender el legado de Hugo Chávez Frías.
Honor y honra al joven revolucionario. Honor y honra a quien dio su vida por este proceso. Honor y honra a lo más puro de nuestra juventud. Honor y honra a quien no le tembló el pulso para defender la revolución y para enfrentar a la derecha, a los lacayos del imperio. Robert Serra no ha muerto. Vivirá por siempre dentro de las mentes de los revolucionarios. Como dice Alí Primera en su canción, quien muere por la patria, no puede llamarse muerto. ¡Salud, camarada. Hasta la victoria siempre!
Puerto Ordaz, 2 de septiembre de 2014
