El año pasado, ante la orden dada por el arrecho mayor, se desató la jauría contra el pueblo ocasionándole la muerte a más de cuarenta venezolanos e hiriendo a varios cientos de compatriotas. Ese chaparrón lo supimos contener ante la estratégica actuación de nuestro presidente Nicolás Maduro y del Alto Mando Militar. Sin embargo, muchas acciones de la derecha se han desarrollado y siguen ejecutándose para afectar el curso de la revolución como es la guerra económica, el contrabando, el acaparamiento tratando de perforar la conciencia del pueblo y debilitar las bases del proceso bolivariano, pero además desarrollaron un plan terrorista expresado en las guarimbas y el inicio, tal como lo dijo un ratón de la jauría, de darle de baja por lo menos a veinte figuras emblemáticas.
Esa arrechera por cuenta gotas se llevó al camarada Otaiza y ahora lo hacen con Robert Serra, antes lo hicieron con Danilo Anderson. Los ideólogos de este plan andan sueltos aún gozando de la impunidad reinante. Ellos tienen abierta la llave del grifo del odio y la maldad propio de la degeneración capitalista, que nos han entregado por cuotas. Pero si les sumamos a más de 400 campesinos asesinados en la lucha contra el latifundio y la propia muerte del Comandante Chávez, podemos afirmar que la cosa es muy seria; bueno nadie dijo que era fácil.
Cuando el Comandante Chávez nos guió por el camino de la revolución pacífica, nunca nos dejó de insistir que esta revolución no era desarmada y exigió máxima disciplina. Por ello nuestro eterno Comandante avanzó en la transformación de la filosofía militar e insistió en organizar un partido de la revolución, esto obliga a tomar conciencia que la lucha es a muerte y por la vida, en ese escenario nos coloca el imperialismo y la burguesía parasitaria. Esto no es un simple juego político, es la realidad de la dinámica de la lucha de los contrarios: ellos quieren capitalismo nosotros queremos socialismo.
Nosotros no podemos ir siempre con una flor en la mano. Ellos llaman a la “salida” y asesinan a nuestros camaradas, entonces apliquemos a los que a muchos les da miedo aplicar que es la justicia revolucionaria. Apliquemos con severidad las leyes, hagamos que funcione la justicia, no actuemos haciendo cálculos políticos. Agarremos la “metralla” marca Serra que nos dejó Robert y vaciémosla de una vez por todas contra la jauría y cerrémosle por siempre el paso para que se haga realidad nuestra sentencia de ¡no volverán!
Yo estoy con Chávez y por eso digo:
Ante el asesinato de Robert Serra ¡más revolución!