La Nueva Granada, es decir, el país vecino erradamente llamado Colombia, ha agredido a Venezuela innumerables veces. La última acometida fue el asesinato del diputado Robert Serra, una bofetada dura, un golpe helado, varias puñaladas invisibles y homicidas derribaron el fulgor de juventud fiel a sus convicciones. 27 años que duelen en la herida de la Revolución Bolivariana. En pocas horas después de saberse la noticia, el Secretario General de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el neogranadino Ernesto Samper, escribió el tuit "Asesinato del joven diputado Robert Serra en Venezuela es una preocupante señal de infiltración del paramilitarismo colombiano". El 2 de octubre de 2014, el presidente de la República, Nicolás Maduro, denunció que semanas antes de la clausura del II Congreso de la Juventud del Partido Socialista Unido de Venezuela (JPSUV), celebrado del 8 al 12 de septiembre, el Ministro del Poder Popular para la Educación, Héctor Rodríguez, sufrió un atentado en su residencia.
El paramilitarismo es la peor catástrofe humana de Latinoamérica y el Caribe. Ministros, senadores, alcaldes y gobernadores aliados de Álvaro Uribe Vélez están siendo procesados por ser parte de esta empresa genocida y criminal. Los paramilitares, también conocidos como paracos, son fabricantes de la muerte, son seres inhumanos armados de extrema derecha con el fin de combatir procesos revolucionarios. Estos grupos, también denominados autodefensas, se extendieron por diversas regiones de la Nueva Granada con la participación de ricos hacendados, colonos y pequeños industriales. Los paramilitares están entrenados en el descuartizamiento y desollamiento de personas vivas con el uso de motosierras y machetes, así como en tácticas de tortura para causar terror u obtener información, entre estas, el uso de serpientes venenosas para matar a sus víctimas y la lengua de corbata que no es otra cosa que abrir la garganta con una navaja para sacar la lengua por la hendidura para que la lengua le cuelgue sobre el pecho.
El paramilitarismo en el país vecino es de vieja data. Podríamos decir que entre los primeros de esta funesta lista se encuentran: José Erazo, Apolinar Morillo, Andrés Rodríguez, José Cruz, José Gregorio Rodríguez y José María Obando, quienes el 4 de febrero de 1830 asesinaron al Abel de América, Antonio José de Sucre, en Berruecos, Colombia, bajo la autoría de Francisco de Paula Santander. Sucre contaba 35 años.
Dos años antes, el paramilitarismo reunido en Sociedades de Salud Pública en algún lugar de Bogotá, capital de la verdadera y única República de Colombia, en presencia de Francisco de Paula Santander, planificaban la muerte de Bolívar mientras aplaudían la estrofa de la no paz de Luis Vargas Tejada, secretario privado de Francisco de Paula Santander, “Si de Bolívar la letra con que empieza y aquélla con la que acaba le quitamos, «oliva» de la paz símbolo hallamos. Esto quiere decir que la cabeza al tirano y los pies cortar debemos si es que una paz durable apetecemos”. El 25 de septiembre de 1828 un grupo de paramilitares bajo las órdenes de Pedro Carujo forzaron la puerta del Palacio de San Carlos y asesinaron a los guardias, tras lo cual buscaron el cuarto de Bolívar. Manuela Sáenz quien se encontraba esa noche con Bolívar lo despertó. Al enterarse de lo que sucedía, Bolívar cogió su pistola y su sable y trató de abrir la puerta pero Manuela lo convenció de que escapara por la ventana. Este hecho es conocido como la Conspiración Septembrina.
La verdadera y única República de Colombia existió entre 1819 y 1830 y se configuró a partir de la unión de las anteriores entidades coloniales del Virreinato de la Nueva Granada, Capitanía General de Venezuela, Presidencia de Quito y la Provincia Libre de Guayaquil. Es decir, la Gran Colombia nunca existió, no con ese nombre. Después de su desmembramiento, cuya desleal autoría recae en el antibolivariano Santander, la Nueva Granada pasa a llamarse Confederación Granadina. En 1859 durante la Guerra Federal Ezequiel Zamora se comunicó varias veces con generales de las zonas fronterizas con un claro propósito: “Formemos la Confederación colombiana que fue el sueño del gran Bolívar”. El 10 de diciembre de 1859 los federalistas al mando de Zamora le dan un zarpazo a la oligarquía en la Batalla de Santa Inés. El 10 de enero de 1860 una bala del mismo bando asesina a Zamora. Ya Juan Crisóstomo Falcón venía diciendo “No estoy, como lo están ustedes, por la desbordada violencia de Zamora, quien ha sido víctima de los godos y quiere vengarse de las injurias personales que felizmente no hemos recibido nosotros. Ezequiel es implacable en sus odios”. En 1863; el mismo año en que José Antonio Páez, Pedro José Rojas y Antonio Guzmán Blanco firman el Tratado de Coche en Venezuela; el país vecino usurpa el nombre de Colombia en la Convención de Río Negro, pasándose a llamar Estados Unidos de Colombia. Es desde 1886 que la Nueva Granada se autodenomina irónicamente República de Colombia, todo un insulto al sueño prístino de Bolívar de unidad latinoamericana y caribeña.
El domingo 9 de mayo de 2004, a las 2:30 de la madrugada, funcionarios de la extinta Dirección de Inteligencia Policial (Disip) y la Dirección de Inteligencia Militar (DIM) entraron a la Hacienda Daktari, ubicada en una zona boscosa cerca de Caracas, para detener a 153 paramilitares neogranadinos que planificaban asesinar al mandatario venezolano, Hugo Chávez Frías.
El 22 de septiembre de 2014, el ministro del poder popular para las Relaciones Interiores, Justicia y Paz, Miguel Rodríguez Torres, mostró un vídeo que muestra una conversación del venezolano Lorent Gómez Saleh, quien desde la Nueva Granada pretendía organizar grupos terroristas en el país para ocasionar asesinatos selectivos y colocar explosivos en el país. Al respecto dice: “Gómez Saleh y el grupo de paramilitares colombianos al que está vinculado pretendían accionar en contra de 20 objetivos -los muñecos, tal como los llama en el video- previamente identificados para cometer crímenes selectivos y propiciar actos terroristas en el país". Robert Serra, el diputado más joven en la historia parlamentaria de Venezuela, en relación a las declaraciones de Lorent Saleh culpó a Uribe Vélez y su paramilitarismo culpables de la guerra contra Venezuela, “para estos sinvergüenzas, asesinos, fascistas, no tiene valor la vida nuestra como revolucionarios, ni la vida de sus propios sectores, porque atentan contra ellos mismos, quiere decir que están dispuestos a volar las discotecas donde van sus propios muchachos para que el estallido social sea mucho mayor”. Advirtió que en "la lista de víctimas claves había personas pertenecientes a colectivos y movimientos sociales, para de esta forma intentar generar una sensación de ingobernabilidad en el país, decir que el presidente Nicolás Maduro no garantiza la paz y finalmente justificar una intervención norteamericana".
La ultraderecha neogranadina es proclive a la cultura del magnicidio: Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948; Jaime Pardo Leal, el 11 de octubre de 1977; Luis Carlos Galán, el 18 de agosto de 1989; Bernardo Jaramillo Ossa, el 22 de marzo de 1990; y Carlos Pizarro Leongómez, el 26 de abril de 1990, todos candidatos a la presidencia. Según la Escuela Nacional Sindical, principal ONG neogranadina dedicada al monitoreo de derechos laborales “más de 400 sindicalistas, muchos de los cuales pertenecían a sindicatos de maestros, han sido asesinados durante el gobierno de Uribe”. ¿Por qué hay más de cuatro millones de neogranadinos en Venezuela? Porque; según el Mesep, Misión para el Empalme de las Series de Empleo, Pobreza y Desigualdad; la pobreza alcanza el 45,5%, es decir, 19 millones 900 mil neogranadinos y la indigencia, un 16,4%, es decir, 7 millones 200 mil neogranadinos. Según la Unicef, en la Nueva Granada mueren más de 20 mil millones de niños menores de 5 años por desnutrición aguda y de cada 100 madres desplazadas gestantes, 80 padecen desnutrición crónica. Mientras estas lóbregas cifras hacen estragos, el banquero y empresario Luis Carlos Sarmiento Angulo controla el 42% del crédito neogranadino porcentaje que lo catapulta, según la empresa privada de comunicación estadounidense Bloomberg TV, como el quinto banquero más rico del planeta, y figura en el puesto 44 de los más ricos del mundo, estimando su fortuna en un total de 17 mil millones de dólares.
El asesinato de Robert Serra no puede quedar impune. Temprano levantó la muerte el vuelo. No hay extensión más grande que la herida de una Venezuela que llora su desventura porque se ha apagado el volcán de la Asamblea Nacional que con su verbo defendía la patria soberana. Los revolucionarios debemos mostrar contundencia contra la impunidad porque ésta horada la ética de una nación. En esto Bolívar era pragmático: “La corrupción de los pueblos nace de la indulgencia de los tribunales y de la impunidad de los delitos. Mirad que sin fuerza no hay virtud; y sin virtud perece la República”. Entre Sucre y Serra hay mucha historia de sangre, de robo de territorio venezolano, de bachaqueo, de narcotráfico, de bases militares gringas, de usurpación del nombre de Colombia. ¡Ya basta! Ha llegado la hora en que, como dice el cantautor argentino Horacio Guarany, “Los fabricantes de la muerte han de marcharse, nunca jamás han de volver, nunca jamás”, para que todos podamos tener, como dijo el cantautor chileno Víctor Jara “el derecho de vivir en paz”.