Durante la última década el macabro y criminal accionar de la oposición venezolana se ha caracterizado por acciones debida y suficientemente planificadas, donde muy pocas cosas quedan al azar. No es casualidad que concurra un evento tras otro. Todos los elementos para sus acciones terroristas son debidamente evaluados. Si funcionan bien, sino también. En alguna parte y desde algún lugar, hasta los menos probables, son puestos en escena, el objetivo final es distraer la investigación, evitar la aplicación de la justicia y finalmente desacreditar la institucionalidad. Para ellos y sus planes los delincuentes son otros y trabajan en el gobierno.
Así ocurrió con la investigación en el caso del asesinato de Danilo Anderson; en las primeras de cambio, cuando la investigación parecía bastante evidente hacia donde estaban los autores materiales e intelectuales, recuerdo que una especie de escenificación cinematográfica entre policías y ladrones a lo largo y ancho de la ciudad de Caracas tuvo como desenlace un fuerte enfrentamiento, en los alrededores de plaza Venezuela, entre investigadores del caso y ex policías. A este hecho siguieron otros, al final todo fue una evidente distracción y descalificación de lo investigado.
Recientemente, como consecuencia del vil asesinato del Joven Diputado Robert Serra y su esposa, María Herrera, las investigaciones, según autoridades y el propio Presidente, van por buen camino. ¡Oh casualidad! De pronto surge en el centro de Caracas un enfrentamiento. Relación o no con el caso Serra. En principio no, sin embargo la acción es reseñada por los medios como enfrentamiento de la policía, tal vez investigadores del caso Serra, con los denominados grupos colectivos afectos al gobierno.
La primera referencia al caso de estos llamados colectivos y su enfrentamiento con elementos policiales la encuentro en www.aporrea.org, sin ir los detalles, en el titulo noticioso se menciona a dirigente de colectivo muerto por la policía en allanamiento. Se presume que se trata del caso Serra y se induce a una idea de que los colectivos asesinaron al Diputado. Según esa noticia, estos dirigentes de colectivos afectos al gobierno, la noche anterior habían dado declaraciones a las televisoras Televen y Globovisión, señalando una persecución policial de la que eran objeto. ¡Oh! En menos de 24 horas, se da un allanamiento, un enfrentamiento con desenlace fatal para los supuestos dirigentes. La versión policial destaca que eran ex policías conformando un grupo delincuencial.
Casuística o no, este evento viene a, como en casos anteriores, conformar parte de los elementos distractores del caso Robert Serra. Extraño que 24 horas después de haber señalado la persecución policial de la que eran objeto, estos sujetos enfrenten a los cuerpos policiales y resulten muertos. Que en www.aporrea.org, cualquiera pueda ser catalogado como dirigente de un colectivo Chavista, más aun cuando viene de dar unas declaraciones a Televen y Globovisión, plantas televisivas opositoras, falsificadoras de la verdad, participes en todo momento de las acciones terroristas de la oposición y SATANISADORAS de los movimientos sociales afectos al gobierno.
También son parte de estos elementos distractores las innumerables declaraciones sobre acciones de sicariato sin evidencias sobre otros actores políticos afectos al gobierno o a la oposición. Dentro de ese marco de situaciones distractoras, las acciones emprendidas por concejales Chavistas contra Antonio Ledezma, con supuestas pruebas que no llegan, en esta oportunidad como en otras, parecen reflejar un afán propagandístico y la búsqueda de un momento de gloria televisiva que en nada beneficia la investigación, por el contrario la entorpece cada vez más.
Dentro de ese marco de acciones distractoras, consideradas y evaluadas debidamente por la oposición, para ejecutar una vez “fracasado” el nuevo intento por llevar al país a una confrontación fatal y, encaminadas las investigaciones como todo hace suponer, la más relevante e impactante acción terrorista a ejecutar es un atentado o auto atentado contra Leopoldo López. ¡Pendiente!
