La solución que proponen los empresarios al problema del mercado, “de las colas” o del abastecimiento en este momento, en esta coyuntura de crisis de escasez es “el estímulo a la inversión privada como antídoto a la escasez”, vale decir; estímulos que se manifiestan en créditos, subsidios y divisas para estimular la oferta a las empresas privadas “a precios de gallina flaca” supuestamente para resolver “el problema de la escasez”, ¿Y qué más quieren los empresarios del gobierno? Divisas, desmontar los controles cambiarios, dólar libre, sin importar las disponibilidades económicas del país, producir con ganancias extraordinarias a punta de venta de mercancías a precios especulativos, estimular la producción con dólares subsidiados, vender a precio del dólar de mercado (especulativo), especular con la compra de las divisas y no producir, exportar dólares, acumular y atesorar en el exterior, tener confianza en un gobierno representativo de los intereses privados, velar por sus inversiones, otorgarles garantías, prohibir las expropiaciones públicas, privatizar el patrimonio público, beneficiarse de los contratos públicos a precios de corrupción, sostener una estrategia de desmantelamiento del Estado.
En esta ecuación entre oferta y demanda, queda pendiente el problema de los precios de mercado, no definen el precio justo de mercado que realice la venta, seguramente a precios libres, de mercados monopolizados por los oferentes, lo que quiere decir que los precios no los establece el libre juego entre oferta y demanda, sino como siempre ocurre, el productor privado y el distribuidor, --aquí no se aplica la ley de mercado--; por otra parte, evidentemente, la fuerza del “estímulo” de la oferta viene del ahorro público, no es libre iniciativa, es apalancamiento público del Estado al productor, a los empresarios, es sostener el parasitismo financiero, sostén del modelo rentístico privado, En este esquema de mercado libre, el consumidor es el último en enterarse de los precios finales, de “precios especulativos” que agreden la calidad del consumidor, deteriora la demanda social y crea una nueva situación, una sobreoferta basada en la demanda insatisfecha, inflación capitalista devoradora del poder adquisitivo de los trabajadores, esto es lo esperan los capitalistas, resolver su “crisis de crecimiento” sobre los hombros de los trabajadores, por eso Maduro debe supervisar el mercado, controlar los abusos y la especulación sustentada en la escasez.
Ahora bien; ¿Qué espera el trabajador consumidor de los empresarios capitalistas? Que produzcan para la sociedad, que vendan los productos y bienes necesarios a la población, que distribuyan los alimentos, medicamentos y productos de higiene, que vendan a precios justos, que no especulen en el mercado, que le permita a la población libertad de mercado, acceder a los bienes necesarios a precios accesibles, que se dedique a trabajar, a que no hagan política conspirativa o apoyen partidos políticos con fines privados, que atiendan sus negocios, que atiendan la demanda y la oferta, que satisfagan las demanda de los trabajadores, que se responsabilicen por el bienestar social y de modo particular, que asuman responsabilidad por la calidad de vida de los trabajadores, base de la Nación.
Nicolás Maduro, Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, espera construir una economía productiva, basada en la cultura del trabajo, en la ética del trabajo honesto y productivo, una economía al servicio social, una economía socialista, la economía del buen vivir, entonces para resolver la ecuación del mercado en estos momentos de “escasez en Venezuela” es sencillo, Producir y Vender los bienes al mercado al alcance de los consumidores, ¿Pero qué se necesita para ello, para que se produzca y no se vendan “a cuenta gota”?. Acabar con el discurso político extorsionador, aquel que apoya la salida antidemocrática, el rumbo anticonstitucional, el sustentando en el chantaje económico de la escasez, generadora de insatisfacción social, animado por “los precios absurdos” que estimulan la inflación a espalda del gobierno, agrediendo al consumidor.