La burocracia chavista encabezada por Diosdado Cabello acaba de darle una patada a toda la experiencia histórica de luchas del pueblo venezolano, al eliminar el voto directo para elegir a los diputados al Parlamento Latinoamericano.
El voto directo fue la razón de ser de las luchas populares contra la dictadura de Juan Vicente Gómez y contra sus sucesores López Contreras y Medina Angarita. El derecho a votar de manera libre, directa, para elegir a sus gobernantes, fue nuevamente la inspiración de las luchas que condujeron a los levantamientos civiles y militares de enero de 1958.
En octubre de 1945, la posibilidad cierta de que Eleazar López Contreras regresara como presidente, debido al retiro de la candidatura de Diógenes Escalante (figura de aparente consenso entre las fuerzas democráticas y revolucionarias) y el rechazo hacia el nuevo candidato propuesto, Angel Biaggini, generó la cadena de acontecimientos que condujeron al derrocamiento de Isaías Medina Angarita y permitieron la Constituyente de 1947, en la cual se alcanzaron significativos y revolucionarios avances en los derechos democráticos del pueblo venezolano.
Como se sabe, el sistema electoral imperante para 1945 era de tercer grado. Los concejales elegían a los diputados. Las asambleas legislativas regionales elegían a los senadores. Y el congreso elegía al presidente de la República. Sólo existía el voto universal para designar los concejos municipales, y ese voto universal estaba restringido a los varones que supieran leer y escribir.
En ese contexto de votación en tercer grado, la posibilidad de que López Contreras fuera electo por el Congreso como sucesor de Medina inspiró el alzamiento cívico-militar del 18 de octubre de 1945, el cual dio paso a un proceso democratizador que se expresó en la Asamblea Constituyente que fuera dirigida por Andrés Eloy Blanco. La constitución de 1947 permitió el voto universal, directo y secreto para elegir presidente, incorporando el voto de las mujeres y de los analfabetos. Esto lo decimos sin dejar de tener en cuenta la posterior traición abierta de Rómulo Betancourt y parte de la dirigencia de Acción Democrática luego del 23 de enero de 1958.
Luego de la independencia, el voto directo para elegir gobernantes fue una de las consignas fundamentales de las luchas populares en Venezuela. El mismo Ezequiel Zamora lo formuló de una manera muy clara cuando ocupó la ciudad de Barinas, el 18 de mayo de 1859: “Elección universal, directa y secreta del Presidente de la República, del Vicepresidente, de todos los legisladores, de todos los magistrados de orden político, y de todos los jueces”[i].
El voto directo fue restringido durante el gobierno de Antonio Guzmán Blanco, y nuevamente limitado por los gobiernos de Cipriano Castro y de Juan Vicente Gómez. Antes de 1947, nunca se había ejecutado como tal una elección universal, directa y secreta para elegir al presidente de la república.
La lucha contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez a lo largo de la década de 1950 perseguía el objetivo de reestablecer los derechos democráticos de los venezolanos, cercenados violentamente por el golpe militar del 24 de noviembre de 1948. La insurrección cívico-militar del 23 de enero de 1958 permitió restablecer ese derecho al voto directo para elegir a los gobernantes, aplastando de manera contundente la pantomima de plebiscito realizada por el dictador en diciembre de 1957.
Fue precisamente en ese contexto histórico vivido desde la guerra de independencia hasta 1999, que el presidente Hugo Chávez valoró en reiteradas oportunidades el avance logrado al instaurar el voto directo para elegir a los diputados al Parlatino. Chávez se inspiraba de manera indudable en el propio Zamora: “Elección universal, directa y secreta … de todos los legisladores”. Los diputados al Parlatino son eso, legisladores, son representantes del pueblo ante una instancia supranacional, instancia que también está inspirada en el pensamiento bolivariano cuando convocó al Congreso de Panamá y propuso la constitución de una Confederación Hispanoamericana.
Por donde se le mire, la decisión de la Asamblea Nacional al suprimir el derecho al voto directo para el Parlatino es un retroceso histórico de grandes proporciones, comparable a las medidas similares que tomaron en su momento Guzmán Blanco, Cipriano Casto y Juan Vicente Gómez.
Hasta ahora no hemos visto una justificación serie de dicha decisión, y nos preocupa el silencio general de figuras relevantes del proceso bolivariano como José Vicente Rangel, Julio Escalona, Carlos Lanz. Precisamente en un artículo reciente, Julio Escalona hablaba del sistema electoral en segundo grado que existe en los Estados Unidos como una de las críticas a enarbolar en la campaña antiimperialista contra el decreto de Obama. Resulta que la revolución no tiene moral para criticar a los Estados Unidos en ese aspecto, pues hemos procedido a instaurar un sistema similar de segundo grado para elegir al Parlatino.
Estamos buenos. Ahora imitamos a los gringos. Gracias a Diosdado Cabello y demás diputados del PSUV que respaldaron con su voto este retroceso histórico en los derechos democráticos del pueblo venezolano.
Decir que se suprime el voto directo al Parlatino porque los diputados se comportan de manera no acorde a sus funciones puede dar pie a que más adelante se supriman otros procesos de elección directa porque los elegidos no responden a los mandatos de quienes los eligieron. Ese argumento de Diosdado Cabello conduce directamente a la instauración de una dictadura. Por cierto, el gobierno ha venido suspendiendo todos los procesos electorales en los cuales puede perder: así ha ocurrido en el sindicato SUTISS de Sidor, en las elecciones estudiantiles de LUZ, en las elecciones rectorales y decanales de todas las universidades autónomas, en las elecciones rectorales de la UNA, y supongo que debe haber otros ejemplos similares.
Pero nuestra historia es la del cuero seco, como dijo alguien en el siglo XIX. Siempre los traidores terminaron siendo expulsados del poder y repudiados por la historia. Una rectificación general, encabezada por Maduro, inspirada en el Golpe de Timón que ordenara Chávez el 20 de octubre de 2012, es el único camino que puede evitar el descalabro (momentáneo) de este proceso revolucionario.
[i] El manifiesto de Barinas aparece citado en la obra de Manuel Landaeta Rosales, “Biografía del valiente ciudadano General Ezequiel Zamora”, 1961, pag. 321.
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