Claro, lo recuerdan sus familiares, sus amigos, pero en este caso aún se espera porque se haga justicia. Ojalá la sociedad toda reaccionara de manera uniforme, coherente y decidida frente a cualquier crimen, frente a cualquier injusticia, ante a cualquier monstruosidad. Pero la muerte en Venezuela tiene que pagar peaje. El crimen en Venezuela tiene que hacerle antesala a la SIP para poder ser reconocido como digno de ser protestado y para aparecer en los titulares de prensa, y ser tratada con amplitud e insistencia en la opinión pública. El crimen coge publicidad en tanto que pueda ser usado contra el gobierno. La agresión a un chavista (como el de aquella señora que por llevar un traje indígena fue horriblemente desfigurada en Altamira, y no era ni siquiera chavista); el asesinato de una persona por defender la posición de la Revolución Bolivariana, reseñarlo para los medios es rayarse, es una estupidez, carece totalmente de valor como noticia.
Es así, como hemos visto caer a docenas de dirigentes campesinos a manos de sicarios pagados por hacendados o ganaderos, y para la gran prensa o televisión esto no representa en absoluto carecer de noticia alguna; para ese montón de reporteros que tienen largas lenguas para ser agudos y minuciosos cuando entrevistan a un ministro o al Presidente, en estos
casos el cerebro se les paraliza, carecen entonces de preguntas, de sentimientos, de valor y e coraje para indagar. Asesinaron vilmente al escrito Giandomenico Puliti, en Mérida, con un tiro
en la cabeza. El asesino tuvo tiempo de acercársele lo suficiente para descerrajar el balazo. Giandomenico había sido amenazado de muerte; Giandomenico escribía con valentía por la prensa regional, por Aporrea y dirigía la revista cultural “La Fragua”.
En el momento en que le asesinan era todavía Director de Instituto Merideño de Cultura y candidato a la Alcaldía de Tovar. Lo matan un viernes como las 11:30 de la noche, el sábado ya los cuerpos policiales están anunciando que tienen capturado al homicida y se dan varias versiones. A los pocos días al supuesto homicida le salen defensores y aparece que nada tiene que ver con el caso. Se enreda espantosamente el asunto, la propia familia Puliti se desencanta de las investigaciones que lleva a cabo la policía, y lo cierto es que el asunto se vuelve tan confuso, pastoso y penoso que a dos años del crimen, se archiva; el propio estado y el ministerio público lo deja de lado. La gran prensa, claro, no sacó un solo titular sobre este crimen. Se trataba de un funcionario chavista, ¿y quién lo mando a meterse a chavista? Díganme ustedes, si el asesinado hubiese sido, en lugar de Puliti, por ejemplo, en la persona de un dirigente regional o de un intelectual de Primero Justicia, de COPEI o Acción Democrática, ¡cómo habrían pegado el grito en el cielo! ¡Pero si lo pegaron con ese imbécil del Azocar que por estafa lo llevaron a la cárcel, en el Táchira, que hasta manifestación hicieron, y se movieron pelotones de periodistas para respaldarlo y Globovisión transmitió más 17 horas en diversos programas sobre su detención!
Un paredón periodístico se ha montado para condenar al gobierno por cualquier crimen que sea políticamente usable para la oposición, e igualmente para oscurecer y tratar de enturbiar las aguas y que no se haga justicia en casos como los de Puliti o del fiscal Danilo Anderson.
Los medios juegan a que los secuestros terminen mal para el gobierno, y se afincan en sus titulares y reportajes para desquiciar a los secuestradores que éstos acaben desesperados y extremen sus medidas para con los secuestrados. Exactamente la técnica que aplicaron para llevar como borregos hasta Miraflores a toda esa masa de opositores el 11-A. Es triste además, el que el Presidente Chávez en sus “Aló Presidente” jamás se refiriese a este horrendo crimen, y no lo hizo en parte porque los camaradas de Mérida no se lo informaron debidamente, y porque la gran prensa no lo había convertido en un hecho polémico.