La diferencia entre un patriota cooperante y un informante muerto reside en quién gana la guerra. Y para ganar la guerra no basta con ganar batallas.
Los Estados Unidos ganaron todas y cada una de las batallas en Vietnam, pero perdieron la guerra, porque su exitosa táctica de "busca y destruye" liquidaba enemigos pero no aseguraba el terreno, que volvía a ser ocupado por el Vietcong unas semanas más tarde.
Lo mismo está pasando con las OLP, donde las fuerzas de seguridad reciben inteligencia de la comunidad, causan bajas y quitan armas y equipo al enemigo (hampa común o paramilitar, o mezcla de ambas) pero luego se marchan y dejan a sus cooperantes a merced de la venganza de los cómplices o familiares de los criminales abatidos o detenidos. Peor aún: ya está en marcha una campaña de asesinato "preventivo" de líderes comunitarios.
El triunfo de las OLP no debe verse en los medios o en las encuestas, sino en el terreno (urbanización, barrio o urbanismo) que no sólo deben ser liberado sino también protegido después de las operaciones. ¿Cómo? No tengo la menor idea, pero parece evidente que la respuesta debe surgir del acuerdo entre la comunidad y las llamadas fuerzas del orden.
Si no se aplican medidas urgentes contra el "efecto Vietnam", las OLP podrían tener un efecto contrario: las comunidades quedarían inseguras, se perderían cuadros (necesarios para muchas tareas además del orden público) y se instalaría un temor paralizante que perjudicaría a las operaciones futuras.
Nada de esto ocurriría si nuestra revolución se apoyara en el armamento general del pueblo, estilo clásico; visto que somos una revolución constitucional que se apoya en el pueblo en armas que es la Fuerza Armada, sólo queda señalar que el lugar del pueblo en armas no es en los cuarteles, sino donde está la guerra, y así como nuestros militares han realizado toda clase de acciones por el pueblo, ahora le toca realizar aquella para la cual fueron creadas: el uso de la fuerza o la amenaza del uso de la fuerza para garantizar la soberanía, la seguridad, la integridad y el desarrollo nacional: justamente lo que está en juego en las OLP.
Aquí se trata de una nueva forma de contrainsurgencia, no contra el pueblo sino apoyada en el mismo, que debe ser inventada. Y ya se sabe: o inventamos o erramos, y si erramos perdemos. Y necesario es vencer.
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