La nueva versión de la Ley de Impunidad Criminal para terroristas y afines, presentado por la derecha ante la Asamblea Nacional, no tiene ni una sola línea de desperdicio. Es un perfecto tratado moderno de Fascismo. Un compendio de desfachatez y cinismo.
Refinados los detalles, seguramente para incluir la mayor cantidad de criminales y delincuentes posibles, la nueva versión aprobada en primera discusión está llena de odio, rencor y exultantes deseos por saciar su sed venganza. Es una rebatiña en contra de la justicia.
Destaca el asombroso uso del término “Reconciliación Nacional”. Estas palabras dicen mucho, pero en esta propuesta de ley están lamentablemente envilecidas y degradadas por el descaro de la derecha fascista por lograr la impunidad para sus huestes criminales.
Reconciliar proviene del latín reconciliāre y significa “Volver a las amistades, o atraer y acordar los ánimos desunidos”. Se ha utilizado en muchos países víctimas de conflictos como mecanismo para la resolución pacífica de conflictos, para el reconocimiento de los otros, para subsanar injusticias cometidas, pero por sobre todo para esclarecer crímenes o atrocidades perpetradas durante conflictos bélicos. Nunca se ha utilizado la reconciliación para brindar un manto de impunidad a facciones políticas criminales. Es inmoral. La reconciliación debe abarcar y brindar justicia para ambas partes, víctimas y victimarios. No es posible que los asesinos y terroristas se autoperdonen. Repartan amnistías (RAE: “Perdón de cierto tipo de delitos, que extingue la responsabilidad de sus autores”) a discreción sin importar las faltas cometidas ni las responsabilidades de los perpetradores.
No puede la pretendida Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional imponer una agenda del perdón, basada en el olvido, la negación o la impunidad ante graves y flagrantes crímenes, sacrificando la búsqueda de la verdad, el respeto a las leyes y la justicia. Quieren borrar de un plumazo 16 años de ataques, agresiones y violaciones a las leyes, a pesar de que tomaron vidas humanas, sembraron violencia, caos y destrucción por todo el país.
En esta propuesta de ley la derecha carece de espíritu de justicia o deseo por encontrar la verdad. No ofrecen redención, disculpa, arrepentimiento, o como mínimo, la búsqueda de mecanismos para el perdón mutuo. No expresa ningún artículo reconocimiento alguno de culpabilidad por parte de los victimarios y criminales sobre los actos allí confesados. Así es muy difícil alcanzar una supuesta reconciliación, cuando los líderes de la derecha nunca han aceptado su responsabilidad. Su accionar siempre ha sido huidizo, cagueta, cobarde y rastrero. Escondidos bajo faldas, abogados o agentes extranjeros, nunca han dado la cara al pueblo para reconocer sus crímenes.
Esta ley de amnistía generará mayor violencia e impunidad, ya que la derecha no ha cesado nunca en sus acciones de permanente conflictividad y saboteo, menos ahora que tienen desplegadas todas sus armas y artimañas para derrocar al gobierno y arrasar con la Revolución Bolivariana.
Es claro que la derecha fascista, apoderada coyunturalmente de la Asamblea Nacional, usa sus atribuciones para santificar y glorificar la violencia golpista y para otorgar impunidad a sus criminales, asesinos y terroristas. Para forzar e imponer una supuesta reconciliación que solo incluye a la parte criminal. Exonera descaradamente a los agresores, a los victimarios. Pondrá en las calles a todos los que estén imputados, condenados o prófugos de la justicia. Ni un párrafo de perdón para las viudas, los huérfanos y las víctimas de sus actos terroristas. Esta ley no traerá nada de reconciliación. Sí mucho dolor, rabia, impotencia e indignación. Furia ante el descaro de pretender liberar a criminales, que en cualquier otro país estarían condenados a docenas de cadenas perpetuas.
Proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional
Veamos algunas perlas contenidas en el referido Proyecto de Ley de Amnistía y Reconciliación Nacional presentado por la derecha venezolana. Todo un compendio de impunidad y exaltación a la violencia y el crimen.
El artículo 4 de la versión aprobada en primera discusión, parece una diabólica confesión ante un cura en las puertas del sepulcro (como se confesaba y persignaba Pinochet, arrodillado ante el altar). Allí la derecha dice, Padre yo confieso que en estos últimos 17 años he pecado y he cometido los siguientes delitos: “Instigación a la desobediencia de las leyes, instigación al odio y apología del delito; Instigación a delinquir; Lesiones; Violencia o resistencia a la autoridad; Causar pánico en la colectividad o mantenerla en zozobra mediante la difusión de informaciones falsas; Agavillamiento; Obstaculización de la vía pública con el objeto de preparar el peligro de un siniestro y demás delitos; Daños a los sistemas de transporte, servicios públicos, informáticos o de comunicación; Destrucción o deterioro de caminos y obras destinados a la comunicación pública; Daños a la propiedad; Asociación para delinquir; Importación, fabricación, porte, detentación, suministro u ocultamiento de artefactos explosivos o incendiarios; Perturbación de la tranquilidad pública; Ultraje al funcionario público; Uso de menores en la comisión de delitos; Incendio y otros delitos de peligro común; Traición a la patria y otros delitos contra ella; Rebelión y otros hechos punibles; Insubordinación, rebelión de civiles, traición a la patria, rebelión militar, instigación a la rebelión militar, sublevación, falsa alarma, ataque y ultraje al centinela, revelación de secretos militares faltas al decoro militar, uso indebido de condecoraciones insignias y títulos militares, y sustracción de efectos pertenecientes a la fuerza armada; Negativa a servicios legalmente debidos; Encubrimiento; Porte ilícito de arma de fuego y su uso indebido; Daños a las instalaciones en el Sistema Eléctrico Nacional; y Otros hechos punibles conexos o que aparezcan íntimamente relacionados con alguno de los anteriormente mencionados”. Luego de esta larguísima, patética y espeluznante confesión, la derecha pretende conceder una desvergonzada amnistía para el disfrute de sus dandis y sifrinos. Toda una apología que defiende, legitima y glorifica todas las acciones criminales de la extrema derecha.
Entre estos actos delictivos, que de ahora en adelante tendrán total impunidad, destacan con especial asombro la deferencia por brindar inmunidad sobre “modalidades de autoría y participación, que se considere que han sido cometidos con ocasión de los hechos”, tales como “Las protestas y manifestaciones que tuvieron lugar ante las sedes de las Embajadas de Colombia y España”, es decir, una total apología en defensa de acciones terroristas (con bombazos incluidos) ejecutadas contra representaciones diplomáticas. Destaca también la solicitud de liberación del líder fascista Leopoldo López, recibiendo impúdica amnistía (artículo 12), a pesar de ser el principal responsable por los actos terroristas generados a partir de “los hechos relacionados con las expresiones emitidas por dirigentes políticos los días 23 de enero de 2014 y siguientes, a través de los medios de comunicación y redes sociales, en el contexto de la propuesta denominada La Salida”.
El artículo 15 debería ser presentado como caso de estudio (por enaltecimiento a la impunidad) ante la Organización de las Naciones Unidas y demás tribunales internacionales, ya que de un plumazo la derecha “concede amnistía de los hechos considerados como terrorismo individual” y cualesquiera otras menudencias que violen las normas nacionales (e internacionales) en temas que aborden la lucha Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo. Menuda desvergüenza y desfachatez.
Con mi corrupto no te metas. Por eso la derecha se esmeró en dejar expresamente señalado (artículos 16 al 18), que deben disfrutar de la amnistía todos sus corruptos y rateros presos, empezando por Rosales y compañía, por eso señalan que “se concede amnistía de los hechos punibles previstos en el Código Penal y en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Reforma de la Ley Contra la Corrupción”.
De allí en adelante la derecha se esmera en crear nuevas jurisprudencias, todo con el fin de amparar y proteger a todos sus criminales. Por eso, de ahora en adelante cuando un delincuente fascista sienta (muy profundo en su pecho) que existe una pérdida de “confiabilididad en la administración imparcial de justicia” (parecido al muy conveniente y elástico uso del término opacidad, cada vez que quieren cacarear contra el país), puede optar a la libertad, sin importar las atrocidades o crímenes cometidos. ¿Quién decide qué es confiable y qué no? ¿La turba de fascistas que acomoda las leyes para obtener la impunidad de sus socios criminales? Los diputados de la derecha han perdido la brújula y la razón. Están cerca de imponer el monstruoso imperio de la oscuridad y la injusticia.
Finalmente, encontramos en la lectura de esta propuesta de ley del oprobio y la inmoralidad, varios artículos dignos de Ripley ¡aunque usted no lo crea! o de Nuestro Insólito Universo:
• En el artículo 31, incluyen un parrafito para conceder la “amnistía de los hechos presuntamente constitutivos de los delitos de fraude, estafa y usura vinculados a la actividad privada de la construcción de viviendas”. Que locos, en una amnistía de carácter supuestamente político, incluyen a los responsables de las estafas inmobiliarias. ¿Qué tiene que ver esto con política? A menos que los supuestos “perseguidos” sean parte de la misma derecha o estén pagando duro para ser incluidos y salvados por los diputados lisonjeros. En este contexto también violadores, narcos, picagente y proxenetas pueden ser incluidos en la amnistía, previo pago de su respectiva coima. La MUD debe tener tarifa plana de acuerdo al peso del personaje.
• En el artículo 37, confiesan que todos los hechos violentos ocurridos en el país han formado parte de un bien estructurado plan criminal (nada de manifestaciones espontáneas), por lo que aclaran que “Los efectos de la amnistía concedida por esta Ley se extienden a todos los autores, determinadores, cooperadores inmediatos y cómplices en los hechos punibles correspondientes, hayan sido o no imputados, acusados o condenados”.
• La derecha se cuida en el artículo 40 de lavar los expedientes y antecedentes penales (blanqueamiento de la reputación, como cuando los mantuanos borraban las manchas oscuras de su linaje y compraban títulos de nobleza), ya que ordenan a “Los organismos administrativos, judiciales, militares o policiales en los cuales reposen registros o antecedentes sobre personas amparadas por la presente Ley, deberán eliminar de sus archivos los registros y antecedentes relacionados con ellas”. Esta ley de impunidad sirve también para esconder las fechorías y raterías de sus asociados. Ocultar la verdad y negar los hechos delictivos.
• En el artículo 43, la derecha apátrida soslaya nuestra soberanía nacional y nuestra independencia al subordinar todo nuestro marco jurídico a “organismos internacionales”. Allí señala que “los tribunales y demás órganos del poder público darán estricto cumplimiento a las sentencias, medidas u otras decisiones que hayan dictado los organismos internacionales”, sin importarles que se hayan agotado o no todas las instancias jurisdiccionales nacionales o que dichas decisiones violen nuestra Constitución. Ya sabemos cuán arrodillada es nuestra derecha fascista.
La derecha se frota las manos. Está engolosinada con el nuevo poder que ostentan. Han perdido los escrúpulos, los valores morales y éticos. Han abierto una puerta que en nuestro futuro inmediato podrá ser utilizada por cualquier disparatado disociado para cometer fechorías y atrocidades a su antojo y luego exigir su cuota de impunidad. Disparates de la derecha.
Con impunidad no habrá nunca justicia, ni paz, ni reconciliación.