El madurismo es la letrina de la historia política contemporánea. Mezcla aspectos del estalinismo, el fascismo y hasta el nazismo. El madurismo está conformado por dos vertientes. La primera de ellas se conjuga con el estalinismo-fascista comandado por el propio Nicolás Maduro, junto con la mayoría de sus "ministros", y en los estados se encuentran Tareck El Aissami y Francisco Rangel Gómez, gobernadores de Aragua y Bolívar como sus principales fichas. La segunda vertiente concibe el estalinismo-nazista, la cual responde bajo las órdenes de Diosdado Cabello y los gobernadores afines al grupo del 4-F; es decir, Francisco Ameliach, José Vielma Mora y Francisco Arias Cárdenas, mandatarios regionales de Carabobo, Táchira y Zulia. En ambos casos, el madurismo en cualquiera de sus dos vertientes, una es peor que la otra. Las dos se reparten no sólo la cúpula del prostituido Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), sino que han desmembrado toda la institucionalidad del país.
De hecho, el madurismo entre los exabruptos políticos colocó a sus piezas sin mínimo rubor en el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ), después de haber perdido, abrumadoramente, por votación popular, la Asamblea Nacional para el lustro que se iniciaba en 2016. Recordemos que fue bajo los últimos días de la presidencia de Cabello en la Asamblea Nacional del período (2010 – 2015), en que fueron designados los actuales "magistrados", quienes han convertido al país con sus "decisiones", en una mácula de protuberancias jurídicas ante los reclamos del pueblo, y han anulado toda la praxis de la actual Asamblea Nacional. Incluso, uno de los miembros de la "sala constitucional", siendo diputado del PSUV, votó por sí mismo, y ahora pretende darnos lecciones de moral y ética desde sus "aposentos de justicia".
El madurismo también se ha repartido la funcionalidad de la Fuerza Armada. Por ello, no existe cadena de mando. Sólo existen contubernios militares quienes jamás podrían explicar el cómo existe contrabando, narcotráfico, mafias del oro, y hasta extracción de billetes de 100 bolívares sobre toda la geografía nacional.
Igualmente, el madurismo en su concubinato se dividió la renta petrolera y la recaudación de impuestos. La primera la maneja Nicolás Maduro con sus panegíricos. La segunda es controlada de manera hostil por Diosdado Cabello, usando de acólito a su hermano en el Servicio Nacional Integrado de Administración Aduanera y Tributaria (Seniat). En estos espacios, la compra de conciencias y la circulación del "billete del bueno" es lo que determina el avance o retroceso hacia la conquista hegemónica del poder.
Por consiguiente, queda en evidencia que el madurismo sólo ha generado un estado de ingobernabilidad. Ambos grupos estalinistas sólo les interesa la apropiación de nuestros recursos por la vía que sea, mientras el país se destruye a pedazos, siendo la barbarie de la corrupción y los atropellos judiciales lo que está a la orden del día.
Y en el medio de esa vorágine de retaliación política, el madurismo, quien había arremetido contra miembros de la llamada Mesa de la Unidad Democrática (MUD), comunicadores y estudiantes en su lista de presos políticos, luego de las protestas populares generadas por la arbitraria y nefasta decisión en sacar de circulación el billete de Bs. 100 en sólo tres días.
Ahora, ante los hechos ocurridos del levantamiento del pueblo en Guasdualito, estado Apure, privan de su libertad, al sociólogo y dirigente muy próximo a Marea Socialista, Freiman Páez, lo cual viene a colocar a esta organización en la lista de perseguidos políticos del gobierno.
Que nadie se llame a engaño. El madurismo en neodictadura. Todo vestigio de oposición tiene que ser pulverizado ante la pérdida de apoyo popular. Aunque dieran libertad condicionada o plena a Freiman Páez en las próximas horas o días, el mensaje es claro:
El madurismo arremete contra Marea Socialista ¿Quién será el próximo detenido? A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.