Varias son las señales del deslizamiento hacia el fascismo, la barbarie. Una fundamental es la manipulación del lenguaje, y por su intermedio colonizar las almas. Otra señal es el trato a los diferentes. Otra son las mentiras, la mentirorragia inunda el discurso, allí se manifiestan los sentimientos más profundos. Los síntomas pasan desapercibidos, más atención se presta a las maniobras políticas, al tamaño de las marchas, a las triquiñuelas, a los mezquinos triunfos, a las piruetas de ramos allup.
El operativo de liberación del pueblo, olp, es un buen ejemplo del resbalamiento al fascismo y de su reflejo en el lenguaje: empezaron a caer en dudosos combates, no seres humanos sino animales ("el picure", "el corroncho"). Siendo animales no tenían derechos humanos, nadie reclamó, las encuestas subían, eso era suficiente para justificar la conducta. Las consecuencias sobre el alma de los cuerpos de seguridad fue inmediata, la represión se salió de control, los muertos ya eran demasiados, los partes de víctimas empezaron a asustar a los más sensibles. La Fiscal reclamó, y allí ocurrió un fenómeno interesante: la conducta no se modificó pero a las siglas "olp" se le intercaló un "H", significando humanista; por la magia del lenguaje ahora eran humanistas, todo resuelto, y la burla tranquilizó a los gobernantes, que siga la razzia.
La vanguardia de la Revolución ataca a la derecha de la oposición con calificativos degradantes, muchos de alto contenido sexual que denotan represión. De esa manera, usando esas palabras, manipulando el lenguaje, pretenden desvalorizar al adversario, que deja de ser humano.
A medida que el enfrentamiento político se agudiza, se acelera el corrimiento hacia el fascismo, la tentación aumenta, el lenguaje se convierte cada vez más en reflejo del deterioro. Veamos.
La situación dramática que hoy vivimos se origina en la actitud del gobierno de abandonar la ideología socialista, falsificar al Chavismo, convertirlo en una herramienta capitalista. Así se colocó en un punto donde la única manera de mantenerse es manipulando, engañando a su base social, y simultáneamente reprimiendo, estos son las dos vertientes del rumbo al fascismo.
El lenguaje refleja, justifica, las necesidades políticas del gobierno: por un lado degradar al enemigo para hacerlo vulnerable a la represión, por el otro embaucar a la masa, fanatizarla para que, sin pensar, acepte cualquier consigna, cualquier crueldad. Caso aparte es la manipulación de los militares. Los seducen con la ideas de una invasión a la Patria, cuando la Patria ha sido vulnerada por ellos con la entrega de territorio a las trasnacionales (Arco Minero y Faja) y la violación flagrante de la doctrina de Chávez de que sólo es posible la Patria si es Socialista.
Las señales aumentan acompañando la agudización del choque político, una de ellas es la complicidad del propio Presidente Maduro en la descalificación de la condición humana de los manifestantes de la derecha externa. Las gráficas son claras, grupos de mujeres, de viejos lanzándose al río Guaire, huyendo de los gases y los tiros de la represión, son calificados de mierdas mediante un estribillo que los degrada y degrada a Cristo: "Al César lo que es del César, a Dios lo que es de Dios, al Guaire lo que es del Guaire". Más emblemático no puede ser: los manifestantes son menos que animales, y de refilón involucran a Cristo en el epíteto. El subtexto es que con los manifestantes se puede hacer lo que sea, son mierda, y además es sentencia de Cristo.
Hoy la masa ríe el estribillo, la ingeniosidad. El Presidente se hace cómplice, dicta cátedra de atrocidad. Así se crean los fundamentos psicológicos para que la masa, de consigna en consigna, de estribillo en estribillo, acepte las mayores crueldades, las solicite y apoye a quién las satisfaga. Los fantasmas de hitler y pinochet recorren hoy a Venezuela.