Al anunciar la realización de las elecciones para elegir los futuros diputados de la Asamblea Nacional Constituyente propuesta por el gobierno nacional, el Consejo Nacional Electoral contribuye fuertemente en atizar los niveles de confrontación en nuestro país y se perfila, una vez más, como uno de los brazos ejecutores subordinados a los planes del PSUV.
Efectivamente, al desconocer un derecho tan elemental, inscrito en nuestra Constitución, como lo es el derecho a la consulta previa (artículo 71), el CNE se hace cómplice de una nueva maniobra del gobierno para permanecer indefinidamente en el poder y atropellar, como lo viene haciendo desde hace años, nuestros derechos como pueblo, consagrados en la Carta Magna; se hace cómplice de un gobierno totalmente deslegitimado que, al decretar de forma inconsulta la instalación de una Asamblea Nacional Constituyente, genera aún más condiciones para un conflicto violento de impredecibles consecuencias. Sin embargo, por medio de su retórica, el gobierno de Maduro ya no engaña a casi nadie, pues desde 1998, nuestro pueblo ha crecido políticamente. De tal manera que cuando los altos funcionarios aseguran que Chávez tenía obligatoriamente que recurrir a la consulta previa porque esa figura no existía en la constitución vigente de aquel entonces pero que, como ahora existe ese mecanismo, no hace falta utilizarlo, lo que dan es pena ajena. También es necesario recordar que, después de redactada la nueva Constitución de 1999, cuando el Referendo Aprobatorio, menos de la mitad de los electores (45 % exactamente) aprobó la nueva Constitución, es decir que esta fue aprobada con un 55 % de abstención (recordemos que el 15 de diciembre de 1999 estalló la tragedia natural del Estado Vargas, lo que explica esta alta tasa de abstención). Es decir que no sólo la futura Asamblea Nacional Constituyente, cuya instalación está prevista para mediados de julio, va a prescindir de la consulta popular sino que además el texto que de ella emane pudiera ser aprobado sólo por una minoría de venezolanos. Para terminar de caracterizar el patético escenario electoral venezolano, recordemos que el Poder Electoral anunció, el pasado 23 de mayo, las elecciones de gobernadores para el 10 de diciembre próximo, lo que, a todas luces, representa una maniobra de pañitos calientes para tratar de calmar los ánimos. Efectivamente, ¿cómo así vamos a elegir gobernadores en pleno desarrollo de la Asamblea Constituyente, gobernadores que no podrán asumir su cargo sino durante un período muy corto, ya que, en principio, la nueva Constitución exigirá una relegitimación de todos los cargos públicos? Curiosa pirueta política la del CNE… Lo más curioso del caso es que, sin ningún tipo de vergüenza, el mismo prevee esta elección para diciembre próximo, es decir un año exactamente después de la fecha prevista por la ley. Para terminar de poner la gran torta, el Poder Electoral ni siquiera alude a la elección de alcaldes, prevista precisamente para la fecha fijada para la de gobernadores… Qué cocktail más tropical, ¿no?… Ahora más que nunca, pues, tanto los guarimberos de la MUD como los grupos espontáneos de personas que salen a la calle a saquear y a protestar tendrán argumentos más que suficientes para justificar su rabia y su odio hacia un gobierno que utiliza la arbitrariedad como una línea de acción. Todos los ingredientes de una violencia incontrolable están servidos.
Además de la decisión autoritaria de instalar una Asamblea Constituyente sin actor constituyente, la terrible crisis económica y su agudización constituyen otro terreno abonado para acciones insurreccionales. Y esto explica la multiplicación de brotes espontáneos de violencia, saqueos y protestas, al margen de las convocatorias de la oposición. Por supuesto, el gobierno-PSUV niega la legitimidad de estas manifestaciones, haciendo un mezclote de todas las protestas y atribuyéndolas a la "oposición terrorista". Mientras tanto, la gente pide a gritos comida y medicina y sabe muy bien que el circo constituyente no va a resolver absolutamente nada, al contrario. Al igual que la "guerra económica" y que la "caída de los precios del petróleo", la constituyente no va a ser sino un elemento más de distracción, esgrimido por el gobierno para no asumir sus responsabilidades. Mientras el gobierno no manifieste voluntad política para asumir un verdadero plan de emergencia económica, mientras persista en desangrar nuestro pueblo pagando la deuda externa, mientras no tenga un mínimo de reflejo de solidaridad con este pueblo desmoralizado sentándose con los acreedores para negociar la deuda, mientras no diseñe una política decididamente anti-inflacionaria, mientras se limite cínicamente a no asumir sus responsabilidades echándole toda la culpa a los "especuladores", mientras no muestre voluntad política para repatriar los capitales multimillonarios que se fugaron durante años, Venezuela seguirá siendo, cada vez más, una bomba de tiempo, que ya empezó a estallar. ¡Y que no nos vengan a decir después que toda la gente que protesta es vandálica y terrorista, cuando mucha de esa gente está sencillamente ejerciendo su legítimo derecho a la protesta! Dicho sea de paso, este gobierno, impopular como pocos en nuestra historia reciente, cabalga cínicamente encima del estallido social del 27 de Febrero de 1989, justificando los saqueos y la rebelión "anti-capitalista" de aquel entonces, pero condena sistemáticamente los actuales saqueos, supuestamente programados por los tentáculos imperialistas del Pentágono. Es decir, la violencia era buena cuando la ejerció el pueblo en 1989 o cuando la ejercían los que hoy ocupan el trono, pero ahora es mala porque los adversa... Como dice la canción, "la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida…".
Otro de los explosivos ingredientes de esta violencia desatada es que, por lo visto, le conviene a ambos bandos enfrentados en el actual escenario polarizado. Efectivamente, la violencia le conviene, en primer lugar, al gobierno, para seguir adelante con su política represiva y autoritaria: las quemas de autobuses y de instituciones públicas, las barricadas y las guarimbas, constituyen la mejor excusa para suspender garantías y elecciones, reprimir, descalificar al adversario y llamar arbitrariamente a una Asamblea Constituyente. Esto justifica el uso indiscriminado, por parte del PSUV, de grupos mercenarios (los mal llamados "colectivos") dedicados a atizar el fuego, provocar el adversario, reprimir al pueblo y amenazar a las comunidades. Por otro lado, la MUD también gana con la espiral de la violencia, ya que, con ella, se victimiza y crea las condiciones para una intervención extranjera, ante la actitud de un "gobierno represor" (que sabemos lo es) e "ilegítimo" (que también sabemos lo es). Es imposible creerle al discurso hipócritamente pacifista de los líderes de la oposición, cuando sabemos que los grupos de guarimberos responden exclusivamente a su llamado y a sus convocatorias. Por lo dicho anteriormente, suscribimos lo dicho por Marea Socialista en su última Editorial (número 21), del 7 de mayo de 2017: "poco o nada hacen el gobierno y la MUD para aislar estas agendas irresponsables, todo lo contrario, se exacerban e inoculan miedos, odios e intolerancia. Es sumamente peligroso el uso frecuente de armas de fuego en las manifestaciones, así como el apoyo que reciben los grupos violentos de algunos actores políticos tanto del gobierno como de la MUD. Aún siendo minoría, la violencia de estos sectores radicales domina la escena pública".
No quisiéramos, pues, creer que la actual ola de violencia que sacude a nuestro país (y que cuenta ya con más de 50 asesinatos y unos mil heridos) pueda desembocar en un conflicto prolongado entre venezolanos. Pero si el gobierno, apoyado por el Consejo Nacional Electoral y por el Tribunal Supremo de Justicia, persiste en el camino autoritario e inconstitucional que ha elegido, quedará ante la historia como el primer responsable de una verdadera tragedia colectiva, sin precedentes en la historia reciente de nuestro pueblo. Por nuestra parte, pensamos que es una urgente tarea, para los revolucionarios, o para los que realmente queremos impulsar cambios desde una visión anti-imperialista y anti-capitalista, movilizarnos y agruparnos para oponernos a estos planes macabros y autoritarios del gobierno y para exigir el derecho a un Referéndum Consultivo. Ahora más que nunca, es necesario que los millones de compatriotas que no se reconocen en ninguna de las dos cúpulas enfrentadas construyan su propia alternativa política. Sólo así lograremos romper con el único modelo que hoy está en la palestra: el rentismo petrolero, la corrupción y la acumulación mafiosa de capital. Que cada uno asuma sus responsabilidades: o somos cómplices de la violencia irracional y oligárquica de ambas cúpulas, o contribuimos decididamente en el surgimiento de una nueva opción.
24 de mayo de 2017