Los que alguna vez seguimos al fallecido Hugo Chávez. Sin querer o queriendo aplaudimos muchas prácticas que luego rayarían en el fascismo, Hay que reconocerlo, el estilo político que se impuso desde la llegada del chavismo ha tenido consecuencias graves para algunos de sus mismos seguidores, muchos ejemplos puedo citar aquí, la lista es larga.
Una de las cosas que impuso el expresidente Chávez es esa lealtad mal entendida. Muchos funcionarios de su gobierno eran unos ineficientes y corruptos confesos, pero bastaba con mostrarse “revolucionarios “frente a su jefe y eso bastaba, caían en desgracia si se atrevían a hacer una crítica o descontento contra el “proceso”, en ese momento si sacaban del sombrero cual magos todo tipo de expediente contra ese funcionario por “traidor”.
Es el caso de Raúl Baduel compadre del comandante y uno de los hombres de confianza para ese momento. Jugo un papel importantísimo para la restauración del hilo constitucional en el golpe del 2002, venerado dentro de las filas del chavismo ¿qué sucedió? El señor general cometió el “gran pecado” de hacer fuertes críticas a su compadre, a partir de ahí salieron todo tipo de expedientes de corrupción contra Baduel, sea cierto o no, imaginemos que las acusaciones eran verdaderas, ¿le bastaba entonces al exministro de defensa mostrarse leal y así pasar impune en sus delitos? Dejo esa pregunta para el análisis.
Lo mismo ocurrió con la fiscal general Luisa Ortega, mujer que jugó también un papel preponderante en las llamadas guarimbas del 2014, elogiada por los máximos jerarcas del PSUV cayó en desgracia justo cuando denunció la ruptura del hilo constitucional por parte del gobierno madurista, en el caso más reciente de Miguel Rodríguez Torres no fue muy distinta la situación, para Nicolás Maduro fue bueno hasta que lo criticó y se mostró disidente de su Gobierno, esa lógica de la lealtad mal entendida ha hecho mucho daño al país, cayeron en el fascismo sin querer queriendo, bueno así estamos.