Que un hombre en el espacio de su naturaleza utilice la mentira como parte de su egocentrismo o manipulación hacia la sociedad, pudiéramos entenderlo en todos los componentes negativos del madurismo, pero cuando una mujer en esa doctrina neototalitaria decide justificar la mentira como una herramienta de carácter político, es obvio que estamos en presencia de un "ser" cuya "conciencia" se debate entre sus intereses personales o el fanatismo político.
No es nuevo que una mujer de la corriente madurista, y en especial de su cúpula, se burle de esa manera de millones de hombres y mujeres nacidos en la patria de Bolívar. Aún están latentes en nuestros oídos y recuerdos, cuando Delcy Rodríguez afirmó que Venezuela tenía suficiente comida para "alimentar a tres países", mientras la escasez pareciera es lo único que abunda no sólo en los anaqueles, sino en las neveras y despensas de las familias, quienes buscan desesperadamente algo para mitigar el hambre, y si encuentran los ansiados alimentos, tener que intentar adquirirlos con precios que en muchos casos en sus diferentes unidades son superiores en tres, cuatro, cinco o hasta diez veces el salario mínimo mensual de cualquier trabajador o profesional universitario. O sea, Delcy Rodríguez como no está afectada por la pobreza, poco le importa la miseria en que vive el pueblo, porque al final, ella también dirá a sus semejantes que vive en la "miseria", pero de su condición humana.
Otra mujer de mísera condición humana es Iris Varela. No sólo es el hecho de haber despotricado en su momento del fallecido Luis Tascón, quien en varias oportunidades la consideró su amiga en diversas declaraciones ante los medios de comunicación, sino que Iris Varela es una "dama" cuya hipocresía no tiene límites al hablar pestes del imperio y del capitalismo, mientras deleita su paladar en las franquicias de restaurantes de comida rápida¹. O en su defecto, la susodicha se atreve a decir que tenemos "el mejor sistema carcelario del mundo", cuyos centros de "reclusión" son controlados por "pranes", mafias y bandas quienes desde las mismas cárceles organizan, ejecutan y supervisan desde robos, atracos y secuestros, hasta asesinatos. Es más, a pesar de semejante currículo de bazofia pensativa y prostitución de una lengua, Iris Varela llega al clímax del odio y el desprecio cuando señala que los emigrantes venezolanos, palabras más, palabras menos, son traidores a la patria de la peor calaña existencial, sin ni siquiera valorar que esos venezolanos que han emprendido éxodo hacia otras naciones, incluso sean de niveles sociales empobrecidos por culpa del gobierno de Maduro. Es simple, a ella para decirlo en sus términos preferidos, semejante situación social e histórica, "le resbala".
Ahora bien, escuchar mentir a la "ministra" de la "mujer e igualdad de género", es decir, a Blanca Eekhout, teniendo tal mujer una condición de progenitora, y para hablar sin eufemismos, tenemos que decir que a esta "funcionaria", le importa un "coño" como "madre" lo que ocurra en Venezuela, en especial con nuestros niños, máxime en las condiciones de crisis económica y social que padecemos, al decir que en el país no existen problemas de alimentación, y que además el gobierno garantiza la "salud" a través de hospitales públicos y medicamentos a los pacientes y personas afectadas con todo tipo de enfermedades.²
Lo degradante de tales mentiras, no sólo es el nivel de cinismo que llevan impregnadas sus deshonrosas palabras contra millones de compatriotas afectados en la más terrible pobreza, y ante cuantiosas insuficiencias básicas, sino que las mismas sean expresadas en el más alto estrado internacional, lo que equivale a decir, desde la Organización de Naciones Unidas (ONU), teniendo como público cientos de representaciones diplomáticas que conocen en máximos detalles, la extrema situación de barbarie política, económica y social en la cual nos ha arrastrado el régimen de Nicolás Maduro como pueblo.
En síntesis, estamos claros que en los casos de Delcy Rodríguez e Iris Varela su condición vacua, zascandil y panegírica no les permite comprender el hecho político, salvo para actuar al estilo de las villanas de una telenovela, pero en el caso de Blanca Eekhout no queda dudas que la misantropía es su principal acción de gobierno. Verbigracia, Blanca Eekhout percibe salarios, bonos y hasta viáticos en dólares para generar y conjugar odio contra los niños, mujeres, hombres y ancianos que pasan hambre y necesidades de medicamentos en Venezuela. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.
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