¿Es posible en el capitalismo hacerse rico sin ser un corrupto, un explotador, sólo trabajando? O ¿Es verdad lo que postuló Graco Babeuf: todo lo que tiene un miembro del cuerpo social por debajo de la suficiencia de sus necesidades de toda especie y de todos los días, es el resultado de una expoliación de su propiedad natural individual, realizada por los acaparadores de los bienes comunes.
Estas reflexiones no son para el fiscal ni para el resto de la costra que nos gobierna, al contrario, son para la gente que no tiene fortuna, que vive el azaroso día a día y que ve con angustia el futuro próximo. Para los expoliados.
Desde siempre, o mejor, después de la propiedad privada de los medios de producción, el hombre se ha preguntado ¿por qué existen unos que son ricos y otros que son pobres? La respuesta parece simple, pero encierra el misterio que ha sostenido a los sistemas sociales por milenios. Este misterio, o esta verdad, se ha mantenido oculto tras los más raros argumentos. Al principio se ocultaba el misterio con la justificación de que los ricos eran designados por los dioses, y esa religión que de este principio emanó se encargó de mantener a los pobres resignados, sufrir era bueno porque acercaba a los sufrientes a Dios. Luego, ya en el capitalismo, se instaló la fábula de que el rico lo era por fruto de su trabajo, y el pobre lo era por flojo, ignorante, necesitaba del rico para que le organizara el caos de su vida.
Desde siempre han surgido los disidentes que predican "que ser rico es malo", como lo dijo el Comandante Chávez, o que ser rico sólo puede ser producto de un robo, que el pobre no es flojo, que el rico no es trabajador, que trabajando nadie se hace rico.
Desde el mismo Cristo, expulsando a los tramposos mercaderes del templo, sentenciando que debíamos "amarnos los unos a los otros", el hombre ha percibido que algo andaba mal en la sociedad, que la riqueza de unos escondía un misterio.
El misterio oculto durante milenios fue revelado: ¡Los ricos se apropian de la riqueza, de lo que pertenece a los pobres! Marx y otros pensadores le dieron base científica a la comprensión del robo de los ricos, nos hablaron de lucha de clases, y abrieron la esperanza cierta de un mundo donde no hubiese ricos, no hubiese ladrones. Simple, ¿verdad? Ahora bien, parece mentira que durante tantos años los ricos han podido ocultar el misterio, y que todavía su mundo de desigualdad, de miseria, se sostenga.
Ya estamos en condiciones de hacer la verdadera lista de los corruptos importantes, los que condenan a las mayorías a la miseria, esos a los que no persigue el fiscal, esos que viven en sus lujos, en sus palacetes sin que la ley que ellos mismos hacen los toque, sin que nadie los califique de corruptos. He ahí a los corruptos protegidos por el gobierno.
Cuando vemos los cordones de miseria de las ciudades en todo el mundo, los marginales del mundo, y vemos el tren de vida de los ricos de por aquí, debemos concluir que algo anda mal en el mundo. Cuando vemos que persiguen con saña a unos corruptos que en el peor de los casos son verdaderos roba gallinas, y colman de facilidades y atenciones a los ricos expoliadores y creadores de miseria; cuando vemos esa disparidad, concluimos que algo anda mal en el mundo. Y comprendemos que el engaño sigue. Ya se conoce el misterio que sustenta la desigualdad pero sigue enterrado por las manipulaciones que no dejan ver a los verdaderos corruptos. Y comprendemos que esta lucha contra la corrupción publicitada en la televisión es una distracción, que los verdaderos corruptos están sueltos, y estos gobernantes les garantizan su seguridad.
El mandato del Comandante Chávez de luchar contra la lógica del capital, que es luchar contra la corrupción capitalista, fue traicionado. Y la gente engañada sigue pensando como hace miles de años que los ricos lo son por designios de los dioses, y el resto es flojo.
