¿Cuántos Luis Posada Carriles hay todavía vivitos y coleando sobre esta tierra latinoamericana? ¿Cuántos agentes de la maldad están a las sombras maquinando sus próximos crímenes y desmanes?
Este hombre es el perfecto sinónimo de la perversidad y el terror. El mayor, más sangriento e inescrupuloso terrorista de este continente en toda su historia reciente. Un verdadero monstruo. Su prontuario criminal requeriría docenas de libros y es casi imposible de resumir.
Podemos destacar eso si, su papel como aventajadísimo agente de la CIA, participando como experto "asesor" en temas de seguridad para diversos gobiernos de la extrema derecha de América Latina; prestando servicios de terror en la Chile de Pinochet, en Argentina, en Guatemala, en Nicaragua (apoyando a los Contras), en Honduras y El Salvador. Durante los años 60 y 70 apoyó a las dictaduras fascistas y a los grupos paramilitares de derecha de la época.
En Venezuela practicó libremente su saña como "Comisario" en la tenebrosa DISIP, dirigiendo personalísimamente atroces crímenes, desde asesinatos y secuestros, hasta torturas. Principalmente contra dirigentes de la izquierda revolucionaria venezolana. Actuó con la complacencia y amparo de la cúpula adeco-copeyana bajo los gobiernos de Rafael Caldera y Carlos Andrés Pérez. En una descarada confesión afirmó macabramente: "Yo los perseguí fuerte, muy fuerte; mucha, mucha gente resultó asesinada" (en su seudo autobiografía titulada "Los caminos del guerrero", 1994). Su especialidad en el país fue el "control y manipulación de fuentes vivas", tremendo término maligno.
Pero su mayor obsesión-odio estuvo dedicada completamente a Cuba. Entrenó y formó a cientos de mercenarios y terroristas para ejecutar acciones de desestabilización y sembrar el terror contra la isla durante más de cuatro décadas.
En 1.961 formó parte de la Brigada 2506, responsable de la invasión militar de Bahía Cochinos en Playa Girón. Allí, más de 1.500 mercenarios financiados abiertamente por Estados Unidos, contando con aviones bombarderos, barcos de desembarco, tanques, armas y explosivos, fueron derrotados por las fuerzas revolucionarias en "menos de 65 horas". En 1.976 planificó, financió y ejecutó el atentado terrorista que derribó el avión de Cubana de Aviación (vuelo CU455), asesinando a sangre fría a los 73 pasajeros. Organizó múltiples intentos para asesinar al Comandante Fidel Castro, en Chile, Panamá y en la propia Habana. En 1.997, contrató a mercenarios salvadoreños para la ejecución de seis atentados terroristas con explosivos, cuyo objetivo era la red hotelera, con la finalidad de afectar la actividad turística de la isla.
En el caso de Cuba, Posada murió atiborrado de frustraciones, pues estruendosamente fracasó en su maléfica misión de vida, que era acabar violentamente con el Comandante Fidel y derrocar a la Revolución Cubana. Allí perduran estoicamente Cuba, su pueblo y su Revolución. Moral en alto.
Posada no actuó solo durante estas décadas. Sería una ingenuidad pensarlo. No era un fanático aislado que actuaba por iniciativa propia, un loquito espontáneo. No, el formó parte de una sistemática y bien organizada red criminal, bajo el mando de Estados Unidos para intervenir en los asuntos internos de los países latinoamericanos. La premisa es clara: Cuando no pueden por la vía de la disuasión política, le dan duro por la vía del sabotaje, el acoso y el terrorismo. Por la vía de la fuerza, como enseñan en la Ley del Garrote. Sin descaro, Estados Unidos financió todas las operaciones de Posada, siempre lo encubrió y finalmente le dio protección (jubilación especial), para que viviera plácidamente sus últimos años. Lleno de inmoralidad e impunidad.
Pero debemos estar alerta. El monstruo criminal, torturador y terrorista está muerto (ya baila en su reluciente pailita en el infierno), pero aún quedan algunas reminiscencias (seguidores) de ese odio, maldad y de la ruindad de la raza humana. En las redes sociales se pueden observar dirigentes adecos mandando loas de adoración hacia el carnicero asesino (con selfi incluida). Son los pichones neofascistas que no pueden contener su sed de sangre. La exudación del odio.
Estos "dirigentes" adecos nos permitieron recordar que este es el partido más inescrupuloso y sanguinario de toda la historia republicana venezolana. Esos cuya predilección era lanzar a los adversarios políticos desde helicópteros, tirarlos al mar amarrados con cadenas, trocear a la "fuente viva" mediante la tortura, y por supuesto, procurar la desaparición forzada de cientos de jóvenes, hombres y mujeres de nuestra patria, para no dejar rastro de sus acciones criminales.
Debajo de sus falsas vestiduras de demócratas, se puede ver el alma oscura y perversa de la derecha fascista venezolana. Son los mismos que han sembrado el odio y la violencia guarimbera. Que han quemado gente viva. Los que han pretendido hacer política mediante la cizaña, la conspiración, la siembra del odio y la muerte entre hermanos. Todo con el objetivo de provocar una sangrienta guerra civil para justificar, excusas más excusas menos, que intervengan militarmente los gringos para derrocar al gobierno revolucionario y sentar en Miraflores a Julio Borges, Ramos Allup y compañía (fieles discípulos de los métodos violentos de Posada Carriles). Tremenda agenda encubierta de la derecha, todos están en la nómina de la CIA y el Departamento de Estado (¿Cómo financia Borges su vida sibarita de conspirador contra Venezuela en el extranjero?).
Toda la agenda de violencia que han aplicado ha sido desactivada porque la mayoría del pueblo venezolano es amante de la paz y la democracia, añora la justicia, la libertad y la independencia que forjaron nuestros libertadores. No hay espacio bajo el cielo patrio para los promotores del odio, para los discípulos de Posada Carriles.