Colombia, parece haber vivido toda su historia con una máscara de democracia con la cual ha engañado al resto del mundo, porque en realidad el quehacer de quienes han dirigido ese país, ha estado signado por la violencia y la recurrente falta de respeto a los derechos humanos. Sobre todo el uribismo representó y representa para Colombia, la guerra, el silencio de los inocentes porque no ha habido, ni hay nadie que les oiga, ni se preocupe por sus problemas; representa la violencia, el paramilitarismo, la corrupción y para que ese estado de cosas permanezcan, es preciso comprar las fidelidades y silencios repartiendo el botín de guerra entre sus allegados.
De hecho, quienes hacen oposición política en Colombia saben que corren un gran riesgo que implica, hasta perder la vida, porque es extremado el poder de los que están acostumbrados a sacar de sus tierras a millones de personas, adueñándose de sus bienes y provocando los desplazamientos internos. En efecto, han sido muchos los colombianos que al oponerse a la política imperante, sobre ellos se cierne de manera sistemática una variedad de amenazas que incluyen el secuestro, asesinatos, torturas y hasta desapariciones, y al respecto habría que ratificar tales hechos con la aparición reciente de fosas comunes con alto número de muertos en su interior. Pero, a quien se le ocurra denunciar las violaciones de los derechos humanos también podría correr la misma suerte de las victimas ocasionales.
Esta realidad es contada diariamente a través de los medios de comunicación. Por ejemplo en el diario "El Tiempo" http://www.eltiempo.com/colombia/otras-ciudades/el-mapa-de-los-lideres-sociales-asesinados-en-colombia-184408, se señala que, según "un informe sobre la situación de defensores de derechos humanos en los territorios del país, realizado por el Instituto de Estudios sobre la Paz y el Desarrollo (Indepaz), Marcha Patriótica y la Cumbre Agraria, a lo largo de este año, 123 líderes sociales y defensores de derechos humanos han sido asesinados en Colombia" Esto sin contar que desde la firma de los Acuerdos de Paz del Gobierno con las Farc, 2016 han sido asesinados 293 defensores.
En el mismo diario se informa que en la primera semana de julio han sido asesinados 9 líderes sociales y defensores de derechos humanos. Al respecto, Indepaz señala "siguen siendo una expresión del déficit crónico del Estado" e insisten en que a pesar de que el Gobierno ha acordado una serie de medidas para el ejercicio de la oposición política y la labor de defensa de los Derechos Humanos, a la fecha estas no han sido lo suficientemente efectivas.
Pero a pesar de esto, hay quienes creen que en Colombia funciona una democracia que permite sobretodo la libertad política y la libertad de expresión, cuestión que cae por su propio peso cuando se contrasta con la realidad que muestran los medios de comunicación: una represión continua a quienes se atrevan a discrepar u oponerse a las decisiones políticas de quienes forman parte del gobierno o grupos interesados en reprimir, escondidos en el disfraz de demócratas y ante lo cual la comunidad internacional se hace la loca y desvía la mirada hacia otro lado.
Sin embargo, esto podría continuar con Duque, quien en connivencia con Uribe asoma como el títere útil para que siga y permanezca la impunidad en la política Colombiana gracias a una debilidad democrática y a la correlación de fuerzas en la cual las elites colombianas, quienes se reparten las riquezas del país, siguen creando altos niveles de pobreza, desigualdades e injusticias en las cuales el silencio de las victimas forma parte de una descomposición social que permanece de bajo perfil debido a la impunidad misma. Además, siguen dominando a una democracia que a pesar de ser legitima por efecto de los votos en las urnas, depende del manejo que se le pueda dar para enturbiar el proceso sociopolítico colombiano y las aspiraciones políticas del resto de los ciudadanos colombianos.
Sin embargo, ante todo esto, la opinión mundial permanece sin condenar al gobierno colombiano, considerado como el más violador de los derechos humanos en América latina; y al respecto se puede considerar que no se vislumbra rectificación en relación al futuro del ciudadano colombiano, mientras se oponga a las políticas del gobierno de turno; eso se traducirá en más violaciones de los derechos humanos, en asesinatos y desapariciones de líderes sociales y se duda que sea Duque el que resuelva esta problemática, si el principal sospechoso de tales violaciones, es su mentor político.
En realidad, la llegada de Duque al poder no se sabe si representa la esperanza del pueblo colombiano, o si es un riesgo por las implicaciones que tiene el hecho de ser pupilo de Álvaro Uribe quien no goza de gran simpatía por mucha gente dentro de su país; sin embargo, debió ser él, el más alegre y efusivo cuando Duque gana la presidencia de la república, ya que eso le garantiza el gran negocio en que se va a convertir su presencia en el gobierno a través de la imposición de sus cuadros políticos. Es decir, Colombia no será gobernada por Duque sino por Uribe Vélez, su aliado jefe fascista, que entre otras cosas, tiene a Venezuela en la mira y de allí, la razón del primer comentario negativo de Duque sobre Venezuela, cuando gana la presidencia.
Con estos argumentos, ¿Será posible la paz en Colombia?