Traficantes de la tristeza cataloga la analista, articulista y escritora Carola Chávez, a quienes conforman un batallón no solo miserable, sino pavosísimo: una especie de guardianes de lo trágico les dice, sacerdotes de la inquisición contra la alegría, relatores de sufrimientos y penurias en tercera persona, militantes de efímeras campañas que inundan foros y redes sociales, para hacerle oposición al socialismo humano y participativo. Para mí, los traficantes de tristeza se regodean en las dificultades.
Miserables contrarrevolucionarios sin argumentos, que han desdibujado el accidente sufrido en una carretera de Yaracuy donde perdieron la vida dos jugadores de béisbol, politizando el suceso en forma carroñera. La acción que investiga el CICPC detuvo a cuatro malandros, presuntamente incursos en el accidente vial en horas de la madrugada, por desvalijar al carro y robar a las víctimas. Los "traficantes de la tristeza", sin argumentos políticos valederos seguirán derrotados por la paz nacional colectiva y la buena fe nacional.
Por supuesto que hay indignación en el mundo deportivo por la trágica desaparición de los dos peloteros, del Cardenales de Lara. En este suceso la mejor demostración de la bajeza mental de los contrarrevolucionarios, quedó plasmada en el reconocimiento del presidente de la Liga de Béisbol Profesional Venezolano, al prohibir de inmediato que los peloteros viajen por su cuenta, pues deben hacerlo en el autobús del equipo.
De esta incidencia lamentable queda una lección para las autoridades, no solo las deportivas del béisbol, sino a quienes les competa la vigilancia de carreteras en las noches y madrugadas, aumentar la iluminación y el patrullaje, porque los cuerpos de seguridad del estado no son para trabajar únicamente en horas de oficina. En una democracia como la nuestra no valen las excusas inventadas, porque el colectivo no es idiota.