En mi carta anterior, https://www.aporrea.org/ddhh/a291107.html, traté de explicarle por cuáles razones de la mente, y del corazón, estamos en ésta lucha por garantizar los derechos humanos del Dr. Javier Vivas Santana. No son más, en realidad, que unas simples cartas. Para el Ciudadano Nicolás Maduro Moros o para cualquier lector de APORREA que se acerque a estas páginas de buena fe y con ánimo de comprender. Esta segunda carta, expongo a grandes rasgos los motivos por los cuáles no formo parte de la jauría en contra del Dr. Javier Vivas Santana, porque he tomado la opción de solicitarle por el más débil, por aquel que, si no es así, si no es por Hugo Chávez Frías, seguiría sin esperanza ninguna de que sus derechos humanos fueran tomados en cuenta.

Ciudadano Nicolás Maduro Moros.

Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.

Apreciado presidente:

Hace unos minutos recibí la respuesta a mí carta anterior, amigablemente respondida, concentrando tu cariño y el mío en una comunicación de puesta al día, manifestaste tu extrañeza, o más bien curiosidad, por mi compromiso anímico e intelectual, absolutamente blindado, con el Dr. Javier Vivas Santana.

Como quiera que este tipo de comunicación no da para mucho, he pensado que sería bueno intentar explicar, muy especialmente a usted, que sé que no albergas dudas sobre mi honestidad de pensamiento, las razones más sentidas de ese compromiso que tanto te llama la atención.

Presidente, quiero comenzar recordándole lo que usted bien conoce:

Usted sabe, que me resisto a aceptar la indignidad cultivada desde el poder, hablamos de lo más elementales derechos humanos constitucionales, que deberían ser tomados en cuenta. Me molesta en cualquier caso pero más todavía, hasta hacérsele prácticamente insoportable, cuando las víctimas de todo ello es la esposa (Ley orgánica sobre el derecho de las mujeres a una vida Libre de violencia) y el hijo (Ley Orgánica para la Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNA)) del Dr. Javier Vivas Santana.

Que la familia del Dr. Javier Vivas Santana esté viviendo en la inopia absoluta, con las consecuencias materiales y espirituales que eso significa. Y no por causa de la fotografía de la oficial de la FANB, sino por un diseño superior al que poco le importan lo que podríamos denominar, tal como se hace en las batallas, daños colaterales.

Pero el peso de la realidad termina por desbaratar al cabo cualquier ilusión mal cimentada. Y entonces tiene que suceder lo que hubiera sido previsible para cualquier observador inteligente: hablamos de lo más elementales derechos humanos constitucionales, que deberían ser tomados en cuenta:

• Protección, garantías para su salud y manejo judicial del caso que tome en cuenta las patologías que presenta.

• Traslado a su zona de residencia familiar.

• Rápida realización de la audiencia del juicio.

• Juicio en libertad o bajo arresto domiciliario.

Presidente, se lo digo: si no hubiera sido Hugo Chávez, pregunto, ¿hubiera sido usted? Alguien tiene que desbaratar tanta hipocresía, malignidad y ensimismamiento perverso. De modo que haga lo que Chávez hubiese hecho. Enfoque los reflectores hacia todos los rincones que son mantenidos en la oscuridad, para revelar los que violan los derechos humanos del Dr. Javier Vivas Santana.

Por eso es que yo, junto con otros, junto a millones, estoy con Chávez. Por esa primera y más valiosa razón: la de haber tomado opción por los derechos humanos del Dr. Javier Vivas Santana, aquel que, si no es así, si no es por Hugo Rafael Chávez Frías, seguirían sin esperanza ninguna de que sus derechos fueran tomados en cuenta. Y no hablo de derechos especiales, de tipo político, o de otro tipo. Hablo de los más elementales derechos humanos, a la vida misma, a un mínimo de dignidad como persona.

Presidente, haga suyo ese mérito de Chávez, presidente tome esa opción, un mérito histórico. Haga suya la causa del Dr. Javier Vivas Santana. Y nada más. Espero que estas otras notas arrojen un poquito de luz sobre los motivos de mi compromiso. Si lo he logrado, magnifico. Si no, tenemos que buscar la manera de continuar la conversación en otro momento.

Con el cariño de siempre.

Un fuerte abrazo.

¡Que se abran cien flores y florezcan cien escuelas de pensamiento… ¡