Es posible que estas líneas me traigan críticas y detractores, y tal vez no faltará quien diga que ahora estoy siendo sumiso a quienes controlan el poder político en Venezuela por razones de que Nicolás Maduro como presidente de la República fue quien otorgó el indulto que finalmente me dio la libertad en casi seis meses de injusta y arbitraria reclusión, situación que como bien lo he manifestado en privado y público, no quiero polemizar sobre ello, sino más bien alcanzar espacios que nos permitan no repetir los mismos errores, y que tanto en quienes ejercen la praxis del poder, como aquellos que adversan el actual sistema político podamos ir en una dirección muy distinta que realmente permita el reencuentro entre los venezolanos.
De esta manera, si algún aprendizaje me ha dejado la cárcel es que la confrontación excesiva en nada nos lleva a la solución de nuestros problemas y diferencias. De hecho, solo la tolerancia, la comprensión, el escuchar a los demás sobre cualquier enemistad, y lo más importante, que la sindéresis nunca afecte el plano emocional, considero son las principales vías de sentido cognitivo que nos permitirán fortalecer lo espiritual, y por ende, lograr de manera conjunta las más acertadas y asertivas decisiones sobre el futuro del país.
Ante ello, tomando la palabra al presidente de la República de invitar como observadores internacionales a la Unión Europea para las venideras elecciones parlamentarias, lo considero un paso importante para la reinstitucionalización de las agrietadas y desacreditadas relaciones políticas que actualmente confronta el Estado en todos sus órdenes diplomáticos y de legitimidad tanto en lo interno como en lo externo.
Ahora bien, conforme desde la presidencia de la República se actúa dando un paso al frente en "(…) profundizar el proceso de reconciliación nacional y mantener la paz en Venezuela (…)" es necesario que también el poder Ejecutivo analice con seriedad el cómo los representantes de la Unión Europea han dicho sobre esta importante invitación que: "Un retraso electoral ofrecería espacio político adicional y daría tiempo para negociar reformas que hagan las elecciones creíbles"(1); lo cual estaría abriendo la puerta para el entendimiento y la negociación política entre las partes en conflicto, y legitimaría desde mi perspectiva cualquier resultado electoral en las venideras elecciones para la Asamblea Nacional, siendo Venezuela como un todo la gran beneficiada de un acuerdo en tal magnitud, y autoexcluyendo a los radicales de ambos lados con el propósito de mantener una lucha fratricida que solamente nos consume como pueblo y como nación.
En consecuencia, si se lograra aplazar la fecha de las elecciones parlamentarias, digamos para el primer trimestre de 2021 entre un acuerdo fijado entre gobierno y oposición siendo la Unión Europea el principal observador internacional, la oposición democrática y moderada quedaría al frente de establecer los mecanismos confiables y creíbles para hacer un llamado a parte de la población para ejercer el derecho al voto, y aquellos sectores extremistas que sólo propugnan la abstención radical, o incluso solicitar perversas invasiones quedarían autoexcluidos de una nueva etapa política en el país, y además generaría la tan ansiada solución a la crisis política, indispensable para solucionar la crisis económica.
Es obvio que una situación con tales característica y probabilidades debe ser evaluada con máxima sindéresis por los factores de Miraflores quienes también estarían sujetos en apartar a los sectores extremistas que les apoyan porque en definitiva si continuamos por la vía que hemos transitado en los últimos años, pues, todo está a la vista, y difícilmente podamos salir del camino del hundimiento político, aunque se continúen manteniendo las mismas estructuras en el poder, lo cual irremediablemente nos llevaría hasta un capítulo final que nadie quiere sea escrito para nuestra historia contemporánea.
Si modestamente, nuestra pluma, y nuestras ideas junto con las de otros connacionales de cualquier condición económica y social pueden aportar reflexiones para encontrar caminos que puedan ser recorridos mutuamente en pro de la paz y la estabilidad del país, estamos dispuestos, si es necesario, ir a Miraflores a dialogar con el presidente Nicolás Maduro, aunque tal premisa, efectivamente nos genere el rechazo en los sectores más radicales, lo que al fin y al cabo, considero no son los apoyos que más necesitamos en este momento de nuestro proceso histórico.
Si es necesario ir a Miraflores a dialogar con el presidente Nicolás Maduro, estamos dispuestos a hacerlo, y sin olvidar que no podemos excluir de ninguna conversación posible la libertad para todos los presos políticos (entre ellos mis compañeros de celdas del Rodeo II y III), y sobre todo, dejar constancia que como venezolano y conociendo el dolor de muchas familias, ese sería indudablemente el más grande acercamiento que se pudiera concretar sobre las diferencias.
Regenerar el pensar es el principal camino para solucionar nuestras necesidades inmediatas. Encontrar ese camino es una obligación para sanar nuestras heridas. Narrar el pasado, reconstruir el presente y planificar el futuro debe ser el oxigonio político que nos una en lo sucesivo en búsqueda de la patria soñada.