Si queremos conocer la calidad humana de un gobierno, veamos el tratamiento a sus presos. Si queremos ver la calidad política de un gobierno veamos el trato a sus adversarios políticos presos.
Un preso, cualquier preso, es un ser humano a quien se le ha privado de una parte de su vida; tal vez, en cierto sentido, todos somos presos, todos tenemos una parte de la vida secuestrada por el Estado. La sociedad soporta esta situación, la acepta hasta el límite que regula la relación humana, cuando la población se resiste del exceso de privaciones que impone el Estado se rebela, protesta, se protege.
Quizá esta lucha es la que algunos llaman lucha de clases, quizá toda la política se reduce a conquistar y defender espacios para la vida, tal vez la vida consiste en la pugna por vivir. Los más desprotegidos material y espiritualmente llevan la de perder, los que tengan más conocimiento de las reglas del juego, esos tienen más oportunidades de conquistar espacios vitales. En esa gran batalla por la existencia, los presos comunes son los más débiles, están a merced de todos hasta de ellos mismos, no tienen más protección que unirse en la desgracia, construir formas aberrantes de convivencia.
Los presos políticos son caso aparte, a través de la historia han sido víctimas de la peor saña, sobre ellos cae el odio del gobierno de turno, castillos se fundaron para acumular la infamia, allí fueron a parar muchos próceres de la Independencia. "Miranda en la Carraca", el cuadro de Arturo Michelena, nos recuerda aquella crueldad. Fabricio nos denuncia lo frágil que es la vida de un preso político.
Ahora, en la Venezuela del madurismo, la situación ha empeorado, ser preso común para los humildes es fortuna, salvación del asesinato extrajudicial. El preso común, lo dicen testimonios, fotos, declaraciones, pasa hambre, vive como en campo de concentración nazi, la existencia allí es un infierno cuya descripción dejamos a los especialistas.
El preso político no está en mejor situación: las leyes no cuentan para ellos, sólo la voluntad del alto ejecutivo, puede pasar años sin saber de qué se le acusa, puede ser torturado, es un olvidado, una vida suspendida.
El General Rodríguez Torres es un ejemplo del trato tenebroso de este gobierno a los presos políticos, a todos, de cualquiera ideología, todos pueden sufrir el martirio de la tortura directa, o el mal trato cotidiano, privarles la relación mínima con su familia, ni siquiera verla, la visita es un privilegio. Lo anterior es verdad para todos los presos políticos pero más para los que huelan a Chavismo, contra ellos se ensaña todo el odio mellizal, el complejo edípico del gobierno que detesta a quienes les recuerden su traición al Padre.
Hoy escribimos a favor del General Rodríguez Torres y con él a favor de todos los presos políticos, la libertad de todos ellos debe ser promesa de un nuevo gobierno que surja del coraje de lo mejor de esta tierra. Ningún gobierno que sostenga esta infamia puede ir por buen camino, sobre la injusticia no puede prosperar sino más injusticia. La prisión del General Rodríguez Torres y de todos los presos políticos califica a este gobierno de enemigo de la humanidad, del humano, no son necesarios estudios de la ONU, informes de la Bachelet, a la vista está la llaga.
¡CHÁVEZ VIVE EN EL HUMANISMO!