La Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, ex presidente chilena, está enredada en la responsabilidad de su cargo. En el más reciente informe de su oficina el 1ro. de julio, asemeja a un pollito comiendo pellejo pero viviendo en los USA. Venezuela vuelve a colocarla en su puesto al rechazar oficialmente ante la comunidad internacional el contenido de sus escritos, desnudando lo tendencioso de los mismos. Se le volvió a perder la agenda que cumplió cuando vino a Venezuela, omite sincerarse para que sepamos que en cada una de las 26 visitas realizadas a centros de detención y sedes de organismos de inteligencia, la Oficina de la Alta Comisionada pudo entrevistarse con centenares de personas privadas de libertad, conforme a sus pautas de actuación, vale decir libremente.
Como se sabe un minúsculo grupo de gobiernos con graves situaciones internas de violación de derechos humanos, complotó sus delegados para satisfacer la política de "cambio de régimen" impulsada por EE UU contra Venezuela, negando nuestro sistema constitucional en defensa del pueblo, garantía legal frente al bárbaro bloqueo criminal impuesto y dirigido desde Washington, una grave comisión de delitos de lesa humanidad que avala Bachelet, con tal desfachatez a la que no ha logrado escapar ni siquiera porque se respete su condición de mujer, y las consideraciones que impone tan elevada designación de responsabilidad global, funciones a las que está rebajando con su dubitativa conducta y rencor contra Venezuela.
Preocupante que el informe tenga sustento en información brindada por particulares con motivaciones desconocidas, y que no ha sido debidamente contrastada con las autoridades del Estado concernido, a pesar de las amplias facilidades que el Gobierno venezolano ha brindado para el desempeño de sus funciones en el territorio nacional. En estos momentos de coincidencia feliz para la revolución venezolana, cuando la COVAX reconoce habernos retrasado la entrega de vacunas anti covid 19 y anuncia investigación, o en materia económica el hecho de saber que en junio aumentaron las exportaciones de petróleo venezolano en un 66%, comparado al año pasado, el crudo trasladado a través de transbordos de Malasia que han impulsado cargamentos al continente asiático, nos da razón plena de comunicar al concierto de naciones, nuestra queja bien sustentada.
COMPROBADO, a partir de un puñado de supuestas denuncias de violación de derechos humanos, el informe de la Sra. Bachelet acusa a Venezuela sin verificación, violando la institucionalidad venezolana con falsarias pruebas para alimentar artificialmente un expediente ante la Corte Penal Internacional, objetivo político de desestabilizar instituciones democráticas. Una investigación del más novato detective, descubriría la mala intención perjudicial a Venezuela, y convendría en lo sospechoso de la Bachelet por su actitud de diferir o aplazar lo que deba informar, hablándonos de procrastinar es decir esperar un tiempo, mientras -a no dudarlo- es elocuente que lo hace a la espera de órdenes desde Washington y otros enemigos de Venezuela, país valiente, independiente e indestructible.