Crímenes impunes

Hay un extraño manto de silencio sobre crímenes que se comenten en todo el mundo y que por diversas circunstancias, algunas de ellas ligadas al poder, la religión, la política, son ocultados a pesar de ser verdaderamente terroríficos y se mantienen en un estado de impunidad, que no pueden sancionar ni siquiera las organizaciones internacionales.

Grandes intereses se imponen frente a la verdad y muchos países se prestan a mantener la verdad bajo camisa de fuerza, porque precisamente esos factores l mantienen a determinados gobiernos en el poder. Es decir, hay una comunidad de intereses que se conjugan para ocultar estos crímenes atroces.

En un sistema de internado obligatorio, reclutaban durante 125 años, los gobiernos de Canadá a los niños indígenas. Se destapa ahora la hoya, los mencionados centros no eran de educación ni rehabilitación, prácticamente eran catatumbas donde se les recluía y ahora los expertos que investigan el caso, señalan, que los niños eran sometidos a los más crueles abusos: psicológicos, físicos y sexuales.

De acuerdo a los expertos más de seis mil niños, léase 6-000, fueron enviados a estas mazmorras donde fueron sometidos a la desnutrición, maltratos físicos, negligencia de los administradores de esas instalaciones, todo con el consentimiento de los gobiernos canadienses que mantuvieron oculto al mundo este horror.

Las primera 1.100, tumbas encontradas, fueron la campanada de alerta que puso en evidencia este sistema de terror, donde la Iglesia Católica Canadiense, está embarrada hasta los tuétanos. Entre 1831 a 1996, en pleno siglo XX, se mantuvo este régimen de exclusión y terror.

Se trataba por medio de la violencia de desterrar la identidad de las tribus indígena obligarlos a abandonar su idioma, su cultura, sus propias creencias para implantarle la fe religiosa cristina y la cultura occidentalizada. Tan parecido estos procedimientos como los que hicieron durante la conquista en nuestras regiones, donde con la Cruz, la Espada y el Caballo, a sangre y fuego exterminaron a millones de seres humanos, saquearon las riquezas naturales de nuestros pueblos indígenas, todo en nombre de Dios y de la cultura occidental que trataban de imponer mediante la fuerza.

La Comisión de la Verdad y Reconciliación de ese país, ha reconocido que más de 150.000 niños de diferentes pueblos indígenas canadienses fueron separados de sus familias en lo que califican el hecho como un "genocidio cultural". Es tan escandaloso el acontecimientos, que incluso, la Iglesia Católica de ese país, se ha visto en la obligación de reconocer las atrocidades y a pedir disculpas públicas por tan aberrante comportamiento.

Toda esta conducta reprochable y aberrante pone en evidencia el sistema colonial y de opresión a que fueron sometidos los pueblos indígenas canadienses, para los que no bastará la sola disculpa de la jerarquía católica de ese país, para enmendar tanto daño, tanta violencia y tantos traumas a toda la cultura aborigen canadiense.

Hoy los pueblos indígenas canadienses, continúan siendo marginados, luego de todo este sistema de horror a que han sido sometidos, a las reservas donde han sido hacinados y a los laboratorios donde llevaron a estos niños para lavarle el cerebro y borrarle su identidad.

Frente a estos hecho no hemos leído anuncios serios gubernamentales para no solo enmendar el daño causado (¿si es esto posible? ) o anunciar política para solventar los problemas actuales de estas comunidades, marginadas y atropelladas, por los cultores de la supuesta Fe cristiana y los gobiernos que ha tenido Canadá en los últimos años.

Lo lamentable es que a pesar de estas graves denuncias de opresión que los mismos canadienses califican de genocidio cultural, según informaciones que nos llegan de ese país, continúa la tendencia de marginar, silenciar y desaparecer la identidad indígena de los pueblos aborígenes que allí han sobrevivido a este régimen de opresión y horror.

Sin embargo, el gobierno canadiense, tiene el tupe, de acompañar su par norteamericano en todas las tropelías que este inicie contra otros pueblos, justificando esas acciones como en defensa de la Democracia y de los Derechos Humanos. ¡Habrase visto tamaña hipocresía¡

Es tan escandaloso este crimen que se mantuvo por años oculto a los ojos de la humanidad, que el Papa Francisco, en su afán de enmendar en algo, tan espantoso suceso, se ha traslado a Canadá, allí pidió perdón por estos hechos que involucran a la Iglesia Católica y se reunió con sectores indígenas afectados. Pero continuamos preguntándonos, ¿eso basta para enmendar responsabilidades? Hasta qué punto el gobierno canadiense, muy propenso a aliarse con los Estados Unidos, para criticar a otras naciones en materia de derechos humanos e implementar sanciones, ha realizado iniciativas concretas en ese país, para indemnizar la magnitud de esos daños. Nos parece que no y eso es lo preocupante, porque, sino, en cualquier momento son capaces de emprender nuevas acciones de esta naturaleza contra su propio pueblo o contra otros.



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Jesús Sotillo Bolívar

Docente en la UCV

 jesussotillo45@gmail.com

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