Los Derechos Humanos y la CPI

Los derechos humanos están reconocidos desde 1789 en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, a raíz de la Revolución Francesa. Desde diciembre de 1948 otra Declaración sobre lo mismo, la Universal de los Derechos Humanos adoptada por la Asamblea General, matiza y adapta a la modernidad la de 1789. Argentina acoge ahora el III Foro de los Derechos Humanos, Declaraciones, Foros, Congresos... para llamar a la conciencia de las naciones sobre el respeto que merece cada ser humano por parte de gobiernos, estamentos y dirigentes. El mismo propósito de los Foros y Cumbres sobre el clima. En ambos casos, con resultados, ese esfuerzo, regado con grandes dosis de grandilocuencia y prosopopeya, obteniendo resultados irrelevantes e incluso más tristes todavía al comprobar la humanidad que si por un lado algunos tienen conciencia porque les es fácil teorizar, los responsables nominales de los países se toman el asunto como si fuera un circo, y las cosas, tanto del clima de la Tierra como de los derechos humanos van por otro camino desde el primer Foro o la primera Cumbre. 

Ahora este II Foro en Argentina "coincide" con la orden de arresto de Putin emitida por la Corte Penal Internacional. Una CPI manejada por los países de la OTAN y a su frente USA, como se puede comprobar a lo largo de estos 23 últimos años. USA, Bush y el Pentagono (el verdadero factor de todo, en el imperio estadounidense) comete en 2001 una maniobra infecta: la del TWC. A partir de ahí, infamia tras infamia. Primero invade Afganistán en una operación propia de uno de sus comics combinado con la filosofía del western, persiguiendo hasta allí a un tal Bin Laden, que trabajó para la CIA; arrasa a esa nación y luego hace lo mismo con Irak con el pretexto de que su dirigente, Sadam Hussein, tiene armas de destrucción masiva pese a la comprobación en contrario de los Inspectores de la ONU que se confirma una vez allí las tropas imperiales. Poco después promueve en Libia el derrocamiento de su dirigente, Gadaffi, inventa la ignominia de Guantánamo y pone impunemente a medio mundo patas arriba... Nada de nada de toda esta gavilla de atrocidades tiene consecuencias para nadie. Como nunca hubo consecuencias que no fueran el propio desmoronamiento de otros imperios a lo largo de la Historia. Y desde luego, ninguna reacción de la CPI tuvo lugar en aquella bellaquería de la que se hubiera debido hacer responsable al mismísimo presidente estadounidense aunque sólo fuese como cabeza de turco. Pues bien, ahora la CPI, por el mandato de la OTAN y del imperio, pone el foco sobre Putin, convirtiéndole en un “wanted” peliculero, de nuevo estilo western, obviando los motivos de la ocupación de Ucrania que fueron los bombardeos continuados desde 2004, por parte de ese país, en manos de neonazis, a las repúblicas ruso-hablantes de Donesk y Lugansk; motivos sobrados que no existieron ni por asomo en los años en los que el Pentágono y Bush, con la complicidad del británico Blair y el español Aznar, cometieron infinitas aberraciones. Si bien es indeseable toda guerra, toda confrontación armada y toda violencia, hay una distancia sideral entre los motivos defensivos que tiene Rusia para parar los pies a quienes durante casi una década están hostigando y matando a los habitantes de Donbass, y las agresiones armadas del imperio a esos países asiáticos mencionados, amén del africano de Libia, sencillamente para apropiarse de su petróleo... 

De todos modos ¡qué bien! ¡qué gran esfuerzo y preocupación por los derechos humanos, aprovechando el conflicto bélico de Ucrania y la orden de arresto de la CPI, en el III Foro de Argentina! Pero hasta el más corto de ideas sabe que esa Declaración de los derechos humanos es papel mojado. Cómo papel mojado fue el amago de la CPI de encausar a esos del trío de las Azores y la ineficacia de las justificadísimas denuncias contra ellos procedentes de distintas partes del mundo. Esta Corte Penal pasa por alto las atrocidades cometidas en Afganistán, Irak, Libia, Siria, Guantánamo… por los actores citados, sin que nadie en Occidente pusiese el grito en el cielo, y tampoco por el caso omiso de los derechos humanos que hacen policías y soldados que actúan por orden de la Superioridad en cárceles, cuartelillos y dependencias policiales de todo el mundo y principalmente de USA. El mismo papel mojado de la invocación de tantos derechos ciudadanos en las Constituciones. Ahí tenemos bien cerca a la española: derecho al trabajo, a una vivienda y a no sé cuántos más… un decorado. Luego, la realidad verdadera depende no sólo de la voluntad de los gobernantes, de los políticos, de los partidos, de las clases sociales dominantes, sino del odioso Mercado y de los mercados, de la necesidad de dar salida a los arsenales de armamento que se oxidan. De lo que se encargan los belicosos generales y demás funcionarios militares del imperio, con la complicidad de los dignatarios políticos del imperio y de las naciones europeas pertenecientes a la OTAN. Y es que este sistema socio-político-económico prefiere la libertad fingida (libertad a manos llenas para unas clases sociales y nula o inservible para las demás), a la seguridad vital de toda la ciudadanía. Simula, en unas naciones más que en otras, tener a todo el mundo contento porque unos millares de personas hacen un ruido ensordecedor alabando al sistema, aunque millones de personas vivan miserablemente o estén pensando en quitarse la vida. Prefiere la ley de la selva en el modo de organizarse la sociedad, a la racionalización auténtica pese a que cada día va siendo ésta más urgente. Es más, después de dejar casi por completo la economía mixta y abandonarlo todo a las fuerzas del Mercado (en teoría pues el Mercado, como los Derechos Humanos, se rige por la ley del más fuerte, por la ley de consorcios oscuros entre personas jurídicas) parece estar planeando, con una Agenda declarada y otra supletoria que se mantiene en secreto, un futuro en el que los humanos van a ir convirtiéndose paulatinamente en robots. Con tal de no tener en cuenta el marxismo, para responder a una galopante demografía que lo parece y lo es porque se concentra en las grandes urbes a costa del abandono de lo rural, y a una real escasez progresiva de agua potable y de alimentos, prefiere hacer la guerra, forzada por los militares en activo que arden en deseos. El caso es que los Derechos Humanos, la paz y la guerra, la invasión y el salvajismo siguen en manos, como siempre fue, de las naciones que se imponen por su poderío armamentístico y de ahí también su poderío comercial sobre las demás, burlándose de los Derechos Humanos, de los Foros y de todo ser humano que clamen por el orden pacífico y la diplomacia. Naciones cuyo armamento y voluntad de poder les permite prescindir olímpicamente de los derechos humanos, fuera y dentro de la metrópoli, mientras practican la injerencia en otras naciones, provocan guerras intestinas y cometen atrocidades en nombre de la libertad y de la democracia burguesa. 

La sociedad y la condición humanas varían muy poco o nada. Su insolencia y desprecio de los más débiles y desarmados por parte de los armados hasta los dientes, no ha cambiado desde la noche de los tiempos. El poderío en armamento, el banal progreso material y la determinación de fulminar a todo aquél que no esté con ellos, les ciega y, como dijo Voltaire, la civilización (en este caso la estadounidense) no ha corregido la barbarie (ni ha mejorado los derechos humanos): la ha perfeccionado… Y así seguimos pese a todas las Cumbres, todos los Foros, todos los pronunciamientos de las inmensa mayoría de la Humanidad que desea vivir en paz…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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