Xenofobia y Mediocridad: El ataque a los venezolanos en Chile

Chile ha sido, en los últimos años, el destino de miles de venezolanos que huyen de una crisis sin precedentes. Han llegado con la esperanza de contribuir con su trabajo y esfuerzo, buscando estabilidad en un país que, en teoría, debería valorar la perseverancia y la capacidad de superación. Sin embargo, una parte de la sociedad chilena ha demostrado que, en lugar de empatía y racionalidad, lo que predomina en sus mentes es el resentimiento y la ignorancia.

No se puede tapar el sol con un dedo: en Chile hay un problema serio de xenofobia. Y lo más alarmante es que quienes la promueven no son precisamente personas exitosas o con argumentos sólidos. Son los mismos que ven en el migrante un enemigo, cuando en realidad su peor enemigo ha sido siempre su propia incompetencia.

Esta migración masiva no es producto del azar o del capricho. ¡Es el resultado de una crisis humanitaria sin precedentes! Los venezolanos no abandonan su patria por gusto, sino empujados por una realidad insostenible que los obliga a buscar horizontes donde puedan simplemente sobrevivir. La integración en Chile ha sido un camino sembrado de obstáculos. Mientras muchos venezolanos aportan significativamente al desarrollo del país con su formación profesional, su capacidad de trabajo y su emprendimiento, deben enfrentar a diario el muro de la discriminación, la xenofobia y el rechazo. ¿Es este el trato que merecen quienes solo buscan una oportunidad para vivir dignamente?

Los recientes ataques contra venezolanos en distintas ciudades de Chile exponen la cara más brutal de la xenofobia. Trabajadores honrados son agredidos salvajemente en las calles, insultados y humillados por el simple hecho de su nacionalidad. Sus agresores, amparados muchas veces en la impunidad, vociferan frases como "¡Venezolano de mierda, vuelve a tu país!" o "¡Estás quitando trabajo a los chilenos!".

¿Qué clase de sociedad permite semejantes atrocidades? ¿Qué nivel de degradación moral hemos alcanzado cuando la nacionalidad se convierte en motivo de agresión? La xenofobia se ha normalizado de forma alarmante, mientras miles de venezolanos viven con miedo de ser el próximo objetivo del odio.

El reciente episodio en el Festival de Viña del Mar 2025 dejó en evidencia lo que muchos han denunciado por años. El comediante venezolano George Harris fue brutalmente abucheado y expulsado del escenario por una multitud que no se tomó ni tres minutos para condenarlo. No fue una cuestión de talento, no fue una crítica legítima: fue odio disfrazado de opinión.

La organización del evento confirmó lo que era obvio: el rechazo tuvo un fuerte componente xenofóbico. Esto no es una sorpresa, porque es la misma sociedad que ha permitido ataques, exclusión y maltrato hacia venezolanos en las calles, en los trabajos y en la vida cotidiana. El problema no es un comediante, el problema es la mentalidad podrida de aquellos que no pueden soportar ver a otros salir adelante.

Si algo define al venezolano es su espíritu de lucha. No somos un pueblo que se rinde ni que se deja pisotear. En cualquier parte del mundo hemos demostrado que sabemos trabajar, que sabemos construir, que tenemos cultura y educación. No venimos a quitarle nada a nadie, venimos a ganarnos la vida con esfuerzo. Y eso es precisamente lo que molesta a los mediocres: el venezolano no se victimiza, el venezolano se levanta.

Los valores de humildad, solidaridad y coraje están en nuestro ADN. Nos enseñaron que la dignidad no se negocia y que el respeto se exige con hechos, no con discursos vacíos. Y es por eso que, aunque nos intenten humillar, seguimos firmes, seguimos avanzando.

El odio hacia los venezolanos no nace de la razón ni de la lógica. Nace de la frustración de quienes no han sabido aprovechar las oportunidades en su propio país y buscan a quién culpar. Es más fácil señalar a un migrante que aceptar que los problemas de Chile no los trajeron los venezolanos, sino que llevan décadas sin resolverse.

El venezolano no es el enemigo. El verdadero enemigo de Chile es la corrupción, la desigualdad y la falta de oportunidades. Pero claro, enfrentarse a esos problemas requiere carácter, y muchos prefieren la salida fácil: descargar su veneno contra quienes simplemente intentan vivir con dignidad.

El rechazo hacia los venezolanos no se limita a las agresiones físicas. Se manifiesta en miradas de desprecio, en puertas que se cierran al escuchar nuestro acento, en comentarios despectivos que pretenden ser "bromas inofensivas". Se materializa en arriendos negados, en títulos profesionales que no se reconocen, en salarios inferiores por el mismo trabajo.

¡Esta discriminación sistemática destroza el alma! Provoca heridas que no sangran pero que duelen profundamente. El desarraigo, ya doloroso de por sí, se vuelve insoportable cuando en lugar de solidaridad se encuentra hostilidad.

Y a la parte de la sociedad chilena que aún conserva la sensatez, les hacemos un llamado: no sean cómplices del odio. No permitan que el resentimiento y la ignorancia dicten el rumbo de su país. La historia ha demostrado que la grandeza está en la unidad y en el respeto, no en el desprecio hacia quienes, al igual que ustedes, solo quieren un futuro mejor.

Por último quiero señalar, fui testigo de la gran migración chilena después del golpe de estado de 1973, tuve muchos conocidos chilenos a los cuales TODOS los Latinos tratamos con respeto, fuimos solidarios y ayudamos en todo su proceso de aceptación, se de muchos que en Suiza y Suecia fueron desechados por delincuentes , si, muchos chilenos delincuentes, pero la mayoría buena se impuso, no quiero retroceder en el tiempo y buscar en mi memoria episodios vividos en la URSS en mi época de estudiante, no jodan a quien no jode.

La historia nos ha demostrado que los pueblos que practican la solidaridad y el respeto mutuo son los que logran superar las adversidades. Hoy, Chile tiene la oportunidad de demostrar que aprendió de su propia experiencia migratoria, recibiendo a los venezolanos con la misma dignidad con la que fueron acogidos sus propios compatriotas en el pasado.

No olvidemos que la migración es una manifestación de la humanidad misma: un acto de esperanza y supervivencia. Que el ejemplo de los latinos que ayudaron a los chilenos en los años 70 sirva como inspiración para tender la mano a quienes hoy necesitan apoyo.

"No jodan a quien no jode". Que esta frase sea un recordatorio de que el respeto y la empatía son las bases para una sociedad más justa y pacífica.

No hay nada más excluyente que ser pobre  

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 2897 veces.



Ricardo Abud

Estudios de Pre, Post-Grado. URSS. Ing. Agrónomo, Universidad Patricio Lumumba, Moscú. Estudios en Union County College, NJ, USA.

 chamosaurio@gmail.com

Visite el perfil de Ricardo Abud para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Por los Derechos Humanos contra la Impunidad


Revise artículos similares en la sección:
Venezuela en el Exterior