Hace tres años y ½ fui atracado a mano armada por un chamo que justo ese día cumplía 18 años. La Policía Judicial me reintegró mis pertenencias y el atracador fue puesto al a orden de los tribunales competentes.
Yo me desentendí de todo ese caso, pero hace dos semanas me citó un tribunal penal de Primera Instancia, Valencia, para el día 17-07-2007, 2:00 PM. Acudí, y luego de ½ hora de espera me dijeron que la audiencia se había postergado para el próximo 27-11-2007, porque el Fiscal no podía asistir, estaba en otros asuntos tal vez más importantes.
Pregunté si al chamo lo mantenían preso; me dijeron que le habían concedido libertad con presentación semanal, y les apunté que para el tiempo transcurrido y el delito cometido, me parecía que ya había recibido su merecido. Hubo mutis de parte del Juez.
Debo decirles que esos Tribunales penales de Valencia operan a todo trapo y confort, oficinas suntuarias, todo nuevecito, oficinas bien dotadas de todo, menos de personal responsable.
Corolario: la Administración de Justicia en un país no depende de infraestructura, ni de lujosos escritorios, ni de edificaciones de alta arquitectura funcional. Depende de la moral y responsabilidad ciudadana, cuestión que sigue brillando por su ausencia en un país donde los primeros embusteros e irresponsables son los mismos funcionarios públicos de todo tipo y rango jerárquico.
Después nos comportamos como finísimo cristal cuando surge por allí un extranjero, acostumbrado a otra cultura de gente más responsable y solidaria con sus conciudadanos, y nos dice en nuestras caras que somos una bandada de irresponsables y de flojos, por decirnos lo menos.
Pero no hacemos nada para regularizar nuestra conducta, los presos pendientes de justicia siguen esperando mientras, por ejemplo, el Ministro Carreño y el Fiscal de la República pasan su burocrática vida con buen aire acondicionado, mullidas butacones y ante una colorida pantalla de TV oficial.