Ha sido una vieja orden desde los tiempos en que asesinaron a Giandomenico Puliti, pero la decisión ahora se ha extremado. Cuando mataron a Giandomenico las amenazas eran: “ahora prepárate Sant Roz, vienes tú…”. La noche que mataron a Giandomenico nos encontrábamos departiendo con él un grupo de profesores de la Fuerza Bolivariana Universitaria, quienes nos encontrábamos presentando un libro en la sede de la Asociación de Profesores de la ULA. Ambos, antes de despedirnos nos dimos ánimo el uno al otro, que debíamos tomar rumbos que pudieran despistar a nuestros enemigos. A las pocas horas me llegó la fatal noticia: a mi amigo le dieron un tiro en la cabeza en el sector de la Pedregosa Baja . Giandomenico y yo habíamos escrito “Obispos o Demonios” pero también publicábamos por la prensa duros artículos de denuncia. Toda este crimen se mantiene en el mayor misterio, y aún al supuesto asesino no se le ha dictado sentencia.
Hace unos días, en una de esas fiestas navideñas que en Mérida se hacen a todo tren, el amigo de un conocido mío, me llamó sumamente preocupado: un grupo de gordos caimacanes de la ultraderecha, al calor de las copas, se destapó y estaban comentando que ya tienen planificado mi asesinato. Lo que se manifestaba era: “Cuanto antes hay que salir de Sant Roz”.
El sábado 29 de diciembre, varios amigos me estuvieron visitando porque la orden ya está en marcha.
Lo quiero denunciar públicamente.
Si se tiene en cuenta que en Mérida cuenta con un altísimo índice de muertos por sicariato (se mata hasta por cincuenta mil bolos), se puede entender la gravedad de esta cuestión. Mérida está inundada de paramilitares colombianos cuya única manera de ganarse la vida es asesinando a mansalva. Según me refieren, unos 30.000 paramilitares han sido movilizados hacia Venezuela de manera ex profeso para que vengan a causar aquí toda clase de aberraciones y monstruosidades. Pronto me darán todos los nombres, pero de momento voy a denunciar que entre el grupo de los que están planificando mi asesinato se encuentran, entre otros, el ex gobernador de Mérida William Dávila Barrios, ex rector de la Universidad de Los Andes, José Mendoza y un individuo de nombre Ciro.
Debo decir que esto se puede hacer aquí en Mérida de la manera más fresca, totalmente muerto de la risa. Ya se sabe que de cometerse este crimen, no habrá fiscal que investigue nada, ni tribunal que tenga las bolas para condenar a nadie ni policía que busque a los asesinos. Aquí matar es la vaina más fácil del mundo.
Durante el tiempo que fui representante del ministro del Poder Popular del Ministerio de Educación Superior, sufrí varias amenazas, algunas de ellas constan en mis intervenciones en el Consejo Universitario, y están grabadas. Pueden buscarse.
No es tampoco cosa de poca monta el estar enfrentando al “Movimiento 13”, y haber estado denunciando durante años las actividades vandálicas de Nixon Moreno. Lo he dicho por todos los medios posibles, que van ya más de 74 policías heridos de bala (9 mm), con armas que son disparadas desde el interior de la Facultad de Ciencias Económicas de la ULA. Yo he denunciado que en esa Facultad hay armas. Yo he llevado este caso ante la Asamblea Nacional, ante la Fiscalía, ante el Ministerio de Interior y Justicia. Mi trabajo político en Mérida es en distintas áreas: en los barrios, en la Universidad Socialista del Pueblo, en el INCE, con las comunidades.
Lo último fue la campaña a nivel nacional que hicimos para denunciar la inmensa vagabundería de graduar a Nixon en la Nunciatura. Denunciamos que Baltazar Porras y la ultraderecha de la ULA lo mantuvieron escondido en El Valle, y luego fue el mismo obispo Porras quien montó el sainete de que se refugiara en la Nunciatura, para luego él mismo ir allí y oficiar la misa en la que se coronaba de politólogo a este prófugo de la justicia.
Bueno, ahí dejo eso.
jrodri@ula.ve
