Lo sabíamos, porque siempre hemos sido revolucionarios y un revolucionario tiene alma y mente de profeta. Un revolucionario mira a través del viento y descubre el mal aunque esté ausente. Un revolucionario extingue hipocresía y se nutre de miel para empalagar sueños. Un hombre que permanezca ajeno a la revolución es una pérdida de tiempo, porque el hombre nació no solamente para guerrear, sino para alimentar de amor a sus congéneres.
Las primeras liberadas por la guerrilla de la FARC, bajo los esfuerzos de la senadora Piedad Córdova y del Presidente Hugo Chávez Frías, salieron de las catacumbas y lloraron de emoción, de verse libres, de poder estar al lado de sus seres queridos, de su patria, del aire de la libertad que tanto desean millones en la tierra. El mundo las observó a través de los medios audiovisuales y la prensa escrita reseñó la buena noticia que llenó de esperanza a los que aún tienen familiares en las guerrillas. Por algo había que comenzar, se pensó.
Los cipayos de Bush amenazaron con no permitir ninguna zona desmilitarizada. Empero la esperanza envolvía a todos. Uribe, se creyó, es un ser humano, una persona, un hombre hecho de carne y hueso y cerebro, un estadista que debe, porque es su obligación al ser electo por la mayoría, responderle al pueblo por los presos de ambos bandos. Pero URIBE NO ES EL PRESIDENTE DE COLOMBIA, sino un objeto de anime que mueve el imperio gringo por estos lados. La traición es cosa cruel. Se habla de los traidores con asco, con negación, con dolores estomacales. Un traidor es algo que no siente, que no mide sus acciones, que se deja seducir por el dinero, por la avaricia, por el fanatismo. U traidor es algo así como un Ismael García o un Baduel: ellos no traicionaron a Chávez; traicionaron al pueblo y eso no se olvida.
De nuevo el humanismo de Chávez, de Piedad Córdova, de muchos representantes del mundo inteligente, se hizo presente. La FARC decidió dejar libre a una dama y a tres ¿hombres? Pertenecientes al mundo político de la oligarquía colombiana, para demostrar que aún en la discordia guerrera, existe el humanismo. Pero… ¡tremenda equivocación! Desde que hizo contacto con el núcleo ajeno a la selva, el trío de ¿hombres? comenzaron a despotricar de quien le cedió la libertad. Lo llamaron, para regocijo de W. Bush y de Uribe, y de otros lamesuelas, terroristas: “La FARC es terrorista”, dijo el llamado “Luchito”.
Su boca de sapo se abrió para darle rienda a su envenenada y rabiosa lengua. “Luchito” al parecer ignora que el gobierno colombiano también tiene presos de la guerrilla en sus cárceles y esos hombres y mujeres también tienen padres, hermanos, familiares. No son sólo ellos, los rehenes de la guerrilla, quienes sienten y padecen. En su retahíla oral, el LUCHITO se encargó de crearle, literalmente, un mapa a la Fuerza Armada de Colombia. Dijo que…”nosotros tuvimos una noche en Ecuador donde a mi me hicieron pasar como doctor y bebí una cerveza y reí y lancé una colilla encendida sobre unas cajas que después supe eran explosivos”, de vaina no dio el número de la casa y el apellido de la familia que lo albergó. Alguien de esos que hay por ahí, pensaría; “caray ¿por qué esa pólvora no agarró fuego?”
“Luchito” (las comilla son para resaltar el nombre del sapo) dio la dirección exacta de donde estaba el campamento guerrillero y la aviación colombiana con apoyo de la gringa, se encargó de ASESINAR a unos seres que estaban durmiendo y eso NO SE LE PERDONARÁ JAMÁS A URIBE; por más que mienta, que se escude, que se esconda. Esas muertes lo seguirán como una sombra, hasta que la consciencia lo convierta en un orate, en un paranoico, en un pensionado de hospicio. Uribe llevará esas muertes hasta que la luz se le apague, porque aún en una conflagración bélica, asesinar gente que está dormida, es un asco, algo horripilante, dantesco, brutal, canalla. El batracio anuro es terco , pero de tanto saltar pa`lante viene una lanza y lo estaca.
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