Hoy 4 de octubre, se conmemoran 26 años de la masacre de Cantaura, perpetrada por la IV República, pro imperialista, contra 23 guerrilleros revolucionarios y antiimperialistas.
Fue el 4 de 0ctubre de 1982. Durante el Gobierno de Luís Herrera Campins. Masacrados 23 guerrilleros del Frente Américo Silva. Actuación combinada de Ejército (Cazadores), Fuerza Aérea y DISIP. 26 años de impunidad.
Estamos en una revolución, ya no hay excusa para mantener sin castigo esa injusticia. Fue un hecho tremendamente doloroso de la lucha de clases en nuestro país, doloroso para el bando de las clases explotadas, para el bando de los pobres y oprimidos al que pertenecemos. Los tiempos han cambiado considerablemente y así también las correlaciones de fuerzas entre las clases, a escala nacional e internacional. En Venezuela, la clase explotadora y dominante, que masacró a aquellos guerrilleros heroicos, hace ya varios años, ha perdido el control directo del Estado burgués (aunque siga siendo burgués).
Hay una pugna con la burguesía e incluso entre nosotros mismos, para transformarlo, para dar paso a un Estado socialista, con democracia participativa y protagónica, donde el poder real esté en manos de los trabajadores y el pueblo, donde impere el Poder Popular. Decíamos que nos encontramos en pleno desarrollo de una revolución. Es decir, nos encontramos en una etapa muy especial de la lucha de clases. Una etapa en la que las clases explotadas han logrado significativos éxitos en su insurgencia y le han arrebatado espacios a los explotadores. Hemos impuesto una nueva correlación de fuerzas que nos favorece. Nuestro bloque de clases populares, de la clase trabajadora, de los campesinos, junto al resurgir de nuestros pueblos indígenas, viene logrando, de manera constante, importantes conquistas democráticas y sociales. Viene ganando en soberanía y reducción de la dependencia, respecto al frente de las fuerzas semicoloniales y dominadoras que nos ha sometido históricamente, tras la pérdida de la independencia alcanzada con la derrota del imperio español, pero entregada a los nuevos amos del Norte por traidores, socios y lacayos. Y aunque esto ha sucedido esta vez, a primera vista, democráticamente, con los votos, con una constituyente, con sucesivas reformas; detrás hubo y hay un acumulado de muchas luchas, con diversos métodos y maneras, con las que hemos buscado ir abriendo el camino… Luchas que la mayoría de las veces fueron derrotadas, como batallas de una guerra. Pero, a pesar de ello, tuvieron y no han dejado de tener, un profundo y duradero impacto histórico… Porque no se perdió la huella en la conciencia colectiva de las vanguardias y de todo el pueblo.
Porque el martirio de los revolucionarios, como el martirio del Che, enciende faros luminosos que trascienden la muerte y perviven como inspiración y ejemplo de las generaciones futuras. Y allí están también los mártires de Cantaura, junto a los de Yumare, a los del 27 de Febrero, a los del 4 de Febrero, a los del 11 de abril, a los que caen todavía víctimas del sicariato y del paramilitarismo -mientras nosotros seguimos temblando de rabia por tanta impunidad que arrastramos- junto a todos los mártires que han caído en Venezuela, a los que siguen cayendo en Colombia, a los que cayeron masacrados por los grupos fascistas del separatismo en Bolivia, a los de Faluya, en Irak, a los de Palestina…
Todos los mártires de las interminables agresiones del imperio en nuestra América Latina y en el mundo… Como lo digo en mi canción “A ellos, que no espapen”, de la Cantata 27 de Febrero: “Ellos nos han plagado de Vietnams e Hiroshimas, de Sabras y Chatilas, Guernicas y Holocaustos”… “Son de la misma clase vil de los genocidas de Yumare, Cantaura y también del Amparo”… “Esos que el 27 de febrero ordenaron disparar los fusiles al ver al pueblo alzado, hacer suya la calle, harto de ser hambreado, y mostrar que el destino puede ser volteado…” “¡A ellos! ¡Que no escapen! ¡No más impunidad!, ¡A ellos! ¡Que no escapen! ¡Sin justicia no hay paz!”
Cantaura fue, entonces, uno de esos puntos trágicos de la confrontación con la burguesía apátrida de este país y con su jefe superior imperialista, de cuyas haciendas ha sido el servil caporal. Pero para llegar hasta aquí, hasta la revolución bolivariana (con todas sus falencias y debilidades, en revisión autocrítica, pero con todas sus grandes fortalezas), declarada hoy como una revolución democrática, antiimperialista y en transición al socialismo, hemos tenido que dar muchas batallas. Batallas de una guerra en la que sufrimos muchas derrotas, pero cada vez con más contundentes victorias… Donde la experiencia nos ha fortalecido con sus lecciones para seguir avanzando en el camino… Donde hubo innumerables luchas populares, levantamientos de campesinos, protestas estudiantiles, movimientos guerrilleros, huelgas obreras y ocupaciones de fábricas, rebeliones militares, contiendas electorales, lucha ideológica, cultural y mediática. La realidad nos enseño que los grandes cambios se producen con inmensas movilizaciones de masas, cuyos efectos la mayoría de las veces van más allá de lo inmediato. Como la gran convulsión popular del 27 de Febrero, de la que es hija esta revolución que ahora estamos viviendo, que conmovió y transformó a las propias Fuerzas Armadas que otrora nos persiguieron y reprimieron.
Porque hoy, los efectos de todas aquellas luchas y de la semilla ideológica sembrada por los combatientes, se ven en la figura del Comandante Chávez que emergió de las filas militares, desde sus raíces como un hombre del pueblo, y acompañado por sectores nacionalistas, bolivarianos y antiimperialistas… Porque hubo y sintieron el impacto de la lucha de clases sobre ese aparato armado de la burguesía que era la Fuerza Armada Nacional. Entonces, no hemos llegado hasta aquí simplemente, dentro del contexto y con los mecanismos de una democracia formal, encubridora de un régimen de terror burgués, que era la llamada “Democracia Representativa”… Que era simplemente un modelo político del sistema capitalista, represivo y terrorista, profundamente hipócrita y pervertido, diseñado para ser el recaudador de los sudores del pueblo para las arcas de los potentados y para venderle el alma al diablo, al amo imperialista negador de nuestra soberanía y dignidad como pueblo.
Hemos llegado hasta aquí pasando por diversas formas de lucha social y política, en muchos casos cruenta, como sucedió con Cantaura. Tan cruenta como la que asomó en abril de 2002 y como volvería a ser si no aplastamos a tiempo todos y cada uno de los planes golpistas, magnicidas e intervencionistas de nuestros enemigos de clase. En estos días, a la lista de mártires empiezan a sumarse nuevas víctimas del imperialismo, dentro de sus propias fronteras. Ahora se suman millones de norteamericanos, ya sin distinciones: afroamericanos, latinos y blancos anglosajones, que pierden sus casas y sus empleos, sus comodidades y beneficios. Experimentan en sí mismos cómo son lanzados súbitamente a la exclusión social y quedan al margen del supuesto bienestar material del llamado “modo de vida americano”, logrado a costa de otros pueblos.
Ahora son víctimas de la voracidad de su “propio” imperio en crisis, de la estafa y de la irracionalidad del capitalismo imperialista. Les hicieron olvidar que en Estados Unidos también hay proletariado, que el imperio es la médula de la explotación capitalista. Creían estar a salvo pero estaban en el ojo del huracán y ahora les está zarandeando en sus brazos. La revolución venezolana, junto a los procesos revolucionarios que viven otros pueblos de nuestro continente, se convierte ahora en una referencia también para ellos. Mientras, continúa dando pasos hacia la independencia y en la construcción del Poder Popular que debe reemplazar a las estructuras burguesas y cambiar las relaciones de producción capitalistas. Algo que no se puede hacer por completo dentro de nuestras fronteras, porque el capitalismo como sistema mundial solo puede ser superado por una revolución mundial.
Esa revolución comenzó aquí en Venezuela y está en curso en América Latina. Hay otros pueblos del planeta que vienen luchando contra el imperialismo y ya las columnas del capital comenzaron a derrumbarse en la metrópoli principal. El pueblo norteamericano también se estremecerá, la lucha de clases también se reactivará en ese país, porque las masas no van a poder permitir que la crisis de los capitalistas sea descargada sobre sus espaldas. Y la voz de la revolución bolivariana ya les está diciendo que tienen que cambiar la Constitución de ese Estado imperialista que oprime a todo el mundo. Y a ellos también, les está diciendo que no va más el papel de potencia dominante unipolar, les está diciendo que estamos contra el imperialismo pero que somos solidarios con el pueblo norteamericano.
Estamos en un momento muy especial para la lucha antiimperialista y para la lucha por el socialismo. El ideal por el que ofrendaron sus vidas los mártires de Cantaura vuelve a tener una gran oportunidad. Hagamos todo lo que esté a nuestro alcance para triunfar, esta vez está en juego la sobrevivencia de la naturaleza y de toda la humanidad que ya no pueden resistir más el abuso del capitalismo.
Ganemos las nuevas batallas que se avecinan.
Será el mayor tributo que podamos dar a todos los caídos en la lucha.
¡Patria, Socialismo o Muerte, Venceremos!