Podemos decir que políticamente los "derechos humanos" (DD HH) arrancaron
con la aburguesada "Revolución Francesa". Por aquellos tiempos el
"mercantilismo capitalista" lucía como la panacea de esos DD HH contra
las injusticias cometidas por la aristocracia feudal, contra las hambrunas
y sus miserables derivados sociales.
Esa conquista política procedió de un avance ideológico que exigía derechos
bilaterales para unos trabajadores que bíblica y unilateralmente recibían
órdenes superiores de sus amos. Estos últimos se autodenominaban
representantes divinos (lo siguen haciendo), en una suerte de eternidad
antidialéctica e ahistórica del nazareno nacido 1.789 años atrás.
Hasta entonces, los trabajadores campesinos y artesanos, trabajaban a
cambio de premios o castigos espirituales, por pecaminosas conductas y
desobediencia religiosa, y castigos terrenales por incumplimiento de sus
obligaciones laborales.
Para esa época, unos 60 años antes del "Manifiesto de la Liga de los
Comunistas" alemanes, no se conocía científicamente la fuente de esas
desgracias humanas que ocurrían en medio de una capacidad laboral que
siempre ha sobrepujado la demanda de todo el universo demográfico. El PTB
potencial, agroartesanal por excelencia, pudo haber satisfecho la
demanda correspondiente de no haber imperado la figura de las clases
sociales, una opresora y acaparadora, y otra hambrienta y oprimida.
La subsistencia de clases sociales, antes señores o aristócratas y siervos y
oficiales campesinos, y luego burgueses y proletarios (capitalistas y
asalariados) no pudo dar cuenta de aquellos males irrespetuosos de los
derechos humanos más elementales. De allí que simplificadamente
desembocaron en la Segunda Guerra Mundial.
De resultas, oficial y demagógicamente, la misma burguesía, ya adueñada
económicamente de uno los hemisferios terráqueos, lanzó al mundo los
tales Derechos Humanos, según la Declaración ad hoc de 1.948, luego de que
EE UU se declarara país hegemónico sobre la desamonarquizada América y la
Europa Occidental. Lo hizo desde su lujoso parapeto de la postguerra,
llamado ONU (Organización de las Naciones Unidas).
Hoy la ONU es un parasitario organismo internacional que, por ejemplo, ni
siquiera se ha molestado en cuestionar el reciente camuflaje que hizo el
gobierno colombiano con la Cruz Roja, una vieja, apolitizada e importante
defensora de los DD HH en materia de conflictos bélicos. Sigue sin
pronunciarse sobre las injusticias sufridas por los presos guantanameros ni
en otras no menos deshumanizadas prisiones del mundo.
No obstante, deberíamos inferir que los DD HH siguen vendiéndose como una
concesión burguesa a la humanidad para que esta disfrute de ellos como si
no fueran inmanentes a la condición biosocial del hombre.
Digamos que la clase burguesa se ha erigido como la custodia general de
los trabajadores y de los patronos a quienes considera como simples
intercontratistas, y no como clases sociales perfectamente diferenciables.
Para los apologistas del capitalismo y de su alta clase burguesa las clases
fueron enterradas durante aquella revolución antimonárquica del último
tercio del siglo XVIII. Pero sabemos que jamás ha sido así. EE UU y otras
potencias económicas burguesas han violado toda esa cháchara jurídica, ha
obligado a los países ingenuos, alienados y sumisos a cotizar para la ONU,
y a que rindan respeto a sus decisiones a sabiendas de que por esa vía los
países debilitados por los países mejor armados y más pertrechados
económicamente seguirán irrespetando todos los derechos humanos comenzando
por los principales y silenciados DD HH del trabajador para no ser explotado
por nadie.
Ahora bien, vemos cómo delincuentes de amplios prontuarios son beneficiarios
de DD HH. El Presidente de la República está facultado para indultar
asesinos firmemente sentenciados, así como para amnistiar y perdonar a
militares envueltos y copartícipes en crímenes de lesa humanidad, etc. Sin
embargo, nos preguntamos: ante casos de magnicidios o premagnicidios,
¿quiénes abogan por los DD HH de la potencial víctima?
marmac@cantv.net