El Sr. Gustavo Moncayo ha dejado caer su petición de una nueva intervención del presidente Chávez en el conflicto colombiano, alegando que: “'No creo que sean imposibles (nuevas gestiones de Chávez)”, y “Ese trabajo internacional es el que puede conducirnos por lo menos a acabar con este dolor y este sufrimiento”.
Se puede comprender el dolor y el sufrimiento de familias que durante muchos años han tenido ausentes a sus miembros, vislumbrando un horizonte de casi ninguna esperanza, y si enmarcamos esa petición en ese contexto, podríamos pensar que dado el éxito que el presidente Chávez tuvo en la liberación de un grupo de ciudadanos colombianos, podría ser razonable tal solicitud, pero en realidad no lo es.
El Sr. Moncayo es claro ejemplo de la dualidad de comportamiento, pensamiento y acción de muchos colombianos, que viven en una especie de realidad esquizofrénica, donde la guerra, la pobreza, el sicariato, la desaparición forzada, el asesinato masivo, el narcotráfico, el paramilitarismo, el robo y manipulación de votos, y el soborno institucional para forzar modificaciones de la constitución, se diluyen en una burbuja mediática que niega absolutamente la realidad, construyendo una virtualidad que en ese país llaman “seguridad democrática” , que es la base de todo el tinglado político de Uribe y sus cómplices.
Esa realidad ignorada ha estado permeando las fronteras de Colombia, con planificada y perversa intención hacia Venezuela, y ha hecho que tengamos quizás más de cuatro (4) millones de cuidadnos colombianos que en caso de un conflicto con su país de origen se constituyen en un peligro grave para la seguridad de nuestro país, pero estos ciudadanos han traído “equipaje”, el sicariato, el secuestro, la buhonería masiva y descontrolada, el narcotráfico, el paramilitarismo, son algunos elementos de esa maleta, que los sucesivos gobiernos en Venezuela no han manejado con inteligencia, ni común ni policial.
Agreguemos a este escenario la planificación y ejecución desde Colombia de operaciones de apoyo al Golpe de Estado del 11 de Abril del 2002, al sabotaje petrolero, a la huída y refugio de dictador Carmona y sus secuaces, protección a golpistas y organización de estos grupos, con participación de las instituciones colombianas para actual contra Venezuela, la actual operación de desestabilización que incluye estimulación al secesionismo en los estados Zulia Y Táchira ( viejo sueño de las oligarquías colombianas) e invasión militar con tropas gringas, y podemos concluir que no es precisamente el presidente Chávez quien debe resolver el conflicto colombiano, nuestro presidente debe actual en el conflicto colombiano como parte de un colectivo y un escenario, y en ambos casos ese es UNASUR, en una propuesta que ya hizo en la reunión extraordinaria de Bariloche en Argentina, que implica que todos los países miembros lleven a Colombia hacia un Plan de Paz, con todo lo que significa y tal como se hizo en Centroamérica.
Pedir al presidente Chávez una nueva labor de facilitación en estos momentos, con estos escenarios y condiciones, es ponerlo en peligro (incluso físico) y a nuestro país, y aunque comprensible dada las circunstancias del Sr. Moncayo, no es aceptable, es tiempo de que los colombianos asuman su realidad, y es que han estado en guerra desde hace sesenta (60) años, hasta que no acepten esa premisa, nada se resolverá.
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