Diciembre 27 de 2017.- Mucha tristeza en las niñas y niños de las UPI del IDENNA quienes a pesar de ser quienes más lo necesitan, se quedaron sin juguetes en la noche de Navidad.
Las Unidades de Protección Integral (UPI) son los espacios en esta institución, en donde se alberga a niños y niñas que requieren de atención especial, ya sea por ser niños abandonados, ya sea porque son huérfanos o que por padecer del abandono de la sociedad se encuentran en una situación de vulnerabilidad y que por estar desprotegidos, necesitan la atención y protección del estado. Pero es muy importante destacar que estos seres humanos, pequeños en tamaño, no son ningunos delincuentes, por el contrario son víctimas de las enfermedades del capitalismo.
Como siempre, hay que hacer la aclaratoria de que estas niñas y niños son “victimas”, no son culpables de nada, nacidos a menudo en familias disfuncionales, de lo cual no son responsables sino victimas; para ver si se entiende.
¿Cómo es posible que el gobierno entregó millones de regalos para las niñas y niños a nivel nacional, y no hubo regalos para las niñas y niños de las UPI de IDENNA?
¿Cómo es posible que ni siquiera una cena de Navidad tuvieran las niñas y niños de IDENNA?
¿No merecen estas niñas y niños mejor trato que cualquiera, precisamente por ser niños, que lo que han hecho es sufrir muchos de ellos y ellas desde que nacieron, sin ser culpables ni responsables de ningún delito?
¿Cómo es posible que estén a cargo de estas instituciones tan delicadas e importantes, pues se trata de los niños y niñas de la Patria, la generación de relevo, personas que no poseen no solo conocimiento de cómo deben coordinarse estas instituciones, sino que además no tienen ninguna sensibilidad?
¿Por qué esperar que la sangre llegue al rio para hacer los cambios que se requieren en instituciones como estas?
¿Por qué se protege a las y los funcionarios de alto nivel y no a los niños y niñas que son la razón de ser de esta institución?
Pareciera que en IDENNA eso no se entendiera, pues tratan a niños y niñas como presidiarios: no salen, no pasean, tienen un sin fin de restricciones dentro de las propias UPI que no los hacen sentir en un hogar de acogida, sino mas bien en una cárcel.
No se puede cambiar nada en este país, si se continúa con esta cultura de la inmoralidad y la corrupción que está matando a nuestra sociedad, que paraliza las decisiones más simples como es la remoción de un servidor público que no cumple con su trabajo a cabalidad, pues en este caso, la felicidad y la vida física y espiritual de estas niñas y niños, y lo que sea de ellas y ellos en el futuro, es responsabilidad de estos y estas trabajadoras y por eso su trabajo debe ser impecable.
No puede ser que se esté siempre privilegiando el interés individual sobre el interés colectivo, y parece que están ganando la partida las malas conductas de unos pocos que desmoralizan a muchas y muchos.
Son las niñas y niños la primera prioridad, no las y los adultos que gerencian y trabajan en estos organismos.