Un mafioso colombiano, Juan Fernando González, presidente de la llamada Asociación de Cambistas de Cúcuta, Asocambios, estructura mafiosa y delincuencial que agrupa a todos los grupos mafiosos que se atrincheran en las mal llamadas casas de cambio y que tienen el apoyo del gobierno santista, hizo declaraciones a la Radio Uno 91.7 FM, de Cúcuta casi llorando e implorándole a su gobierno porque "están viviendo una situación crítica" debido a las acertadas, justas y patrióticas medidas económicas adoptadas por el Gobierno del Presidente Nicolás maduro en protección a la moneda venezolana y a su economía.
El mafioso clama por ayuda al gobierno central y con asombroso cinismo reconoce que el contrabando de gasolina de Venezuela y el comercio con nuestra moneda, es el sustento de nada más y nada menos que del 80% familias de esa ciudad parásita que es Cúcuta.
"Solicitamos la intermediación del gobierno de Juan Manuel Santos, porque está en riesgo la estabilidad económica del Norte de Santander y de miles de familias que viven de este ramo, porque más de 80% de las familias de Cúcuta que viven de la venta del combustible (gasolina) y del cambio de su moneda. En este momento, revela González, tenemos más de 2000 millones de bolívares en las arcas de nuestros afiliados".
Ante este grito desesperado de los delincuentes que juegan a su antojo con la moneda venezolana, el gobierno colombiano planteó una "solución solidaria" para sus conciudadanos de Cúcuta y le pide insólitamente al gobierno venezolano lo que a él gobierno colombiano le corresponde, que "respete y garantice los derechos del comercio formal de los municipios y departamentos fronterizos". Pero no sólo eso el comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores de Colombia hace una crítica al gobierno venezolano por su decisión soberana de cerrar por 72 horas la frontera común, sin pedirle permiso al gobierno neogranadino.
"El Ministerio de Relaciones Exteriores, en nombre del Gobierno de Colombia, informa que el cierre unilateral de la frontera por 72 horas anunciado por el Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, en el marco del excepción y emergencia económica, tiene como objetivo sacar de circulación los billetes de cien bolívares…".
En el colmo del cinismo, de evadir sus responsabilidades, de nunca hacer nada para detener la guerra que diariamente realizan TODOS los comercios de Cúcuta contra la moneda venezolana; de pretender echarle el muerto de la crisis financiera que esos sectores delincuenciales crearon al acaparar los billetes de cien bolívares y de la abierta y descarada conspiración contra Venezuela, su economía y su pueblo, el desangre del contrabando de alimentos. medicinas, gasolina en los volúmenes ya conocidos a lo que se agrega el contrabando de 300 mil millones de bolívares en billetes de cien que están en Colombia.
Toda esa situación se da en buena medida por el subversivo Decreto Nº 8 del gobierno colombiano que le permite a las casas de cambio jugar con el precio de nuestra moneda a su antojo y sin ninguna restricción. Claro el equilibrio financiero colombiano era posible en buena medida gracias a las operaciones cambiarias ilícitas desarrolladas por las bandas hamponiles paramilitares en la frontera. El dólar sobrevaluado, el bolívar devaluado diariamente en grotescas operaciones de cambio, el trasiego masivo y el acaparamiento de miles de millones de billetes de cien bolívares ha dejado todos estos años un escandaloso beneficio al sistema económico colombiano.
Resulta insólito el comunicado del gobierno colombiano pidiendo cacao para los que han desatado una guerra sin cuartel contra la economía venezolana y los presente como "humildes comerciantes", casi que unos querubines. "Colombia solicita se respeten y garanticen los derechos del comercio formal de los municipios y departamentos fronterizos puesto esta medida afecta a las personas que, de buena fe, comerciaron legalmente los productos de primera necesidad en bolívares y ahora, al no poderlos cambiar, perdieron todo su valor".
Decir eso es una barbaridad, un exabrupto impropia de un gobierno serio. La garantía del comercio "formal" no corresponde a Venezuela, menos en los municipios y departamentos (estados) de la geografía colombiana. Esa es responsabilidad única y exclusivamente del gobierno del señor Santos. ¿Quién decide que un comerciante actuó de buna fe o no si durante los últimos 15 meses Venezuela ha tenido que tomar estrictas medidas de cerrar la frontera para proteger los intereses de su pueblo porque se estaba yendo más del 60% de los alimentos, de la gasolina y de las medicinas. ¿Por qué esos comerciantes que actuaron de buena fe no se deslindaron de los de mala fe, es decir, de los delincuentes sino que les hicieron el juego y actuaron lo mismo o igual que ellos, convirtiéndose también en delincuentes?
Ya lo dijo el presidente de Asocambios, tienen 2000 millones de bolívares en sus arcas, cosa que, por supuesto, nadie cree, eso es algo pírrico al lado de los 300 mil millones, almacenados que se les van a quedar fríos.
¿Por qué ese comunicado de la cancillería colombiana a casi 24 horas de salir de circulación los billetes de cien bolívares y a punto de perderse una inimaginable fortuna ilícitamente adquirida en Colombia, USA, Panamá y otros países?
La razón resulta bastante obvia. La presión al Gobierno de los grandes jefes de las mafias colombianas con raíces en la oligarquía y las clases dominantes colombianos, y el infeliz comunicado pidiéndole al gobierno venezolano que prácticamente acepte aquellos ilícitos, convertidos en falsos positivos, lo que pone en evidencia que existen vínculos de al menos sectores del gobierno con esos grupo mafiosos financieros y contrabandistas.
¿Por qué el gobierno de Santos, el Banco Central de Colombia no les cambia esos bolívares a sus compatriotas al valor real como venía sucediendo en Bogotá? El bolívar, una moneda secularmente más fuerte que el peso colombiano por razones más que obvias –el respaldo que tiene en petróleo y oro, entre otros– era cotizado a uno o dos bolívares por peso, luego esos bolívares eran canjeados en Bogotá al valor real de la moneda venezolana frente al peso colombiano.
¿No sabe el gobierno que con 245 pesos colombianos compran un billete de cien bolívares en la frontera de Cúcuta, luego lo llevan a Bogotá y en el Banco Central de Colombia lo cambia por la bicoca de 29.870 pesos; cien bolívares venezolanos se convierten así en 9,93 dólares norteamericanos, éstos dólares los llevan a Venezuela y en el mercado negro que dirigen las páginas dólar today desde Miami y la página de Cúcuta, cambian cada dólar a 3,570,74 bolívares que es como dólar today cotiza el cambio de bolívares por dólares, que se transforman en 35.449,89 bolívares y esa masa de dinero retorna a Cúcuta a una diabólica licuadora financiera especulativa que controlan minoritarios grupos de banqueros (Banesco, por ejemplo para citar solo uno), paramilitares (el capo Uribe y sus bacrin), militares colombianos y venezolanos, narcotraficantes, políticos (la mud, voluntad (im)popular, primero (injusticia), AD, etc., etc.), mercenarios todos, traidores a sus patrias todos y el pueblo venezolano el gran perdedor (por ahora).
La magnitud del efecto que ha causado la decisión del gobierno venezolano de sacar de circulación al billete de cien bolívares, no sólo a la economía colombiana sino la norteamericana (el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos que es quien dirige realmente toda esa guerra contra la moneda venezolana), y muchas otras es insospechado. Generará un verdadero crack, sus efectos devastadores todavía no se ven pero están en camino, sin contar lo que se ha puesto de manifiesto y develado como una gigantesca y universal conspiración financiera contra Venezuela; la existencia de conteiners repletos de billetes de cien venezolanos que salieron por los puertos de Colombia (¿tampoco lo sabía el gobierno de Santos?) hacia Suiza, Alemania, España, Ucrania, Polonia entre otras naciones europeas.
¿No sabían los gobiernos de esos países que estaba entrando conteiners a sus puertos repletos de millones de billetes venezolanos o entraron clandestinamente? Lo dudamos.