Fallas estructurales a superar en la economía venezolana actual

Cuando evaluamos la realidad venezolana actual desde una perspectiva histórica, la vemos llena de contradicciones en el escenario económico-social. Contradicciones que muchas veces conlleva a la gente de a pie, incluso a, muchos militantes de la revolución, a preguntarse sobre las causas que las han originado.

Desde que llegó la revolución con Hugo Chávez Frías y con la aprobación de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en 1999, se han realizado verdaderos cambios en la estructura política, jurídica, en el carácter democrático, en lo participativo y en la vinculación de la sociedad con las instituciones del Estado venezolano. No obstante, cuando analizamos la estructura de la economía como base del sistema social sigue intacta a la IV República. Por ejemplo, hubo cambios en el campo petrolero, monetario, fiscal, agropecuario, tecnológico, en las formas de organización productiva (cooperativas, consejos comunales, comunas, EPS, Claps, entre otros), que desde una perspectiva sistémica son considerados cambios "en" o dentro de la estructura económica vigente.

Pero, cuando de cambio estructural se trata, aun predominan las mismas relaciones de propiedad, de producción, distribución de ingresos, ejecución y aprovechamiento de la riqueza social, las desregulaciones, el dominio transnacional y la desprotección de los mercados que le gustan tanto a los neoliberales, donde el mercado sigue siendo el medio ideal para satisfacer las necesidades colectivas.

Hay que estar claro, aún sigue predominando en la producción nacional, una elevada proporción del sector primario minero-petrolero y de servicios.

En cuanto a la producción y distribución de bienes de primera necesidad y de consumo masivo, aún persiste el dominio de oligopolios y conglomerados industriales, la mayoría afiliadas a gremios opositores al gobierno revolucionario como lo son Fedecámaras, Consecomercio, Venamchamp, Fedenaga, Fedeagro, Cavefar, entre otros, que se caracterizan por no ser competitivos, atrasados tecnológicamente, y su vez, altamente dependientes de las importaciones y de las divisas petroleras. Todo el sector privado nacional no genera más del 2,5% de las divisas que entra al país, mientras que el Estado genera el 97,5%.

La mayoría de esos empresarios, prácticamente, funcionan como maquilas ensambladoras de marcas importadas, y se la pasan acusando al gobierno de no otorgarles las divisas petroleras. En su lucha por el poder político y el disfrute individual de las riquezas nacionales, desde el año 2000, junto a sus aliados en el norte, declararon una Guerra Económica contra la revolución, que ha llevado a la sociedad al desencuentro total, que se manifiesta en los niveles bajos de producción, de recesión e inflación, que no nos ha dejado avanzar hacia los niveles de desarrollo, crecimiento e inclusión social deseado.

Toda esa dinámica económica descrita, depende, nada más y nada menos, de las divisas petroleras que genera y administra el Estado por mandato Constitucional. Que la sociedad política lucha por querer dominarla, y la sociedad económica y las compañías transnacionales quieren seguir apropiándose de ellas. Por su parte, la sociedad civil venezolana espera que tanto los políticos como los empresarios se pongan de acuerdo para ver como sacamos a este país adelante.

El gobierno de Nicolás Maduro ha optado por jugárselas con el pueblo, defendiendo sus intereses ante la inclemente inflación inducida por los sectores empresariales opositores, jugando a la paz y a la democracia permanentemente, y sobre todo, apostando al voto y la sabiduría popular, que ha sabido interpretar la realidad, y conscientemente, sabe quiénes son sus verdaderos enemigos.

Ante esa inflación inducida, el gobierno revolucionario ha justificado los distintos aumentos salariales y bonos de alimentación para los trabajadores públicos, privados, pensionados y jubilados. Así como se justifican el incremento de las asignaciones a los Hogares de la Patria, el pago mensual de los jóvenes del Plan Chamba Juvenil, inclusive, la ampliación del cono monetario venezolano.

Por su parte, los políticos y empresarios opositores, aliados al principal enemigo externo de la revolución, como lo es el gobierno de los Estados Unidos, impulsan la hostilidad diplomática, el embargo comercial y el bloqueo financiero; juegan a la insurrección, a las guarimbas, al asesesinato selectivo; y le siguen el juego a la principal arma estratégica de guerra no convencional diseñada para afectar nuestra economía, como lo es DolarToday.

Todo eso, con la finalidad de generar el quiebre institucional, la ingobernabilidad política y económica, que genere el caos, la insatisfacción social y la crisis necesaria para justificar la intervención e invasión militar por parte del Ejército más sangriento y asesino después de la Segunda Guerra Mundial.

Hay que decir siempre, el gobierno de los Estados Unidos junto a sus aliados internos, andan insistiendo en crear las condiciones de inestabilidad para intervenir. Ellos lo han dicho y ratificado en varias oportunidades. Recordemos que Barack Obama, declaró la "emergencia nacional" para, supuestamente, enfrentar la situación de Venezuela, que consideró una "amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos. En agosto de este año, Donald Trump advirtió no descartar la posibilidad de "una acción militar" en Venezuela. Y, en los últimos meses hemos visto al Comando Sur haciendo ejercicios de maniobras militares cercanos al país con la intención de intimidar a nuestro país.

Todo el mundo sabe que los problemas económicos que vivimos no tiene su origen en las políticas de inversión social, de defensa de los precios del petróleo, de estímulo a la inversión extranjera, de la incorporación de más pensionados al sistema de seguridad social, ni por la construcción de más de 1 millón 600 mil viviendas, ni en la distribución solidaria de alimentos por medio de los CLAPS.

La serie de problemas que hemos vivido como economía en los últimos años, es producto de la descoordinación social que ha existido entre el gobierno y los empresarios privados o agremiados, y producto de los ataques incesante desde el Imperio del Norte a nuestra sociedad revolucionaria.

Allí el rol importante de la Asamblea Nacional Constituyente en este momento, que debe iniciar ese gran debate con todos los sectores progresistas y nacionalistas del país, para blindarnos ante los insistentes ataques dirigidos desde el gobierno de los Estados Unidos, que como vemos, no son nuestros mejores aliados diplomáticos, sino más bien es nuestro principal enemigo.



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Andrés Giussepe

Doctor en Gerencia, Especialista en Política y Comercio Petrolero Internacional y Economista de la Universidad Central de Venezuela. Secretario Nacional del Movimiento Profesionales de Venezuela.

 agiussepe@gmail.com

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