La conversación obligada por las circunstancias de la vida cotidiana siempre lleva, por lo general a la gente, a la misma conclusión en ambientes hostiles al gobierno: Esto no lo aguanta nadie! Aquí tiene que pasar algo! Yo no sé hasta dónde vamos a llegar! Esto es de locura! Aquí sólo sobrevive el que tiene dólares! Pero si uno se rodea de gente perteneciente a los círculos de influencia del chavismo la conversación es ésta: Para comprar en la calle los productos de la caja del CLAP , que nos la venden por tan sólo Bs 25 se necesitarían, por lo menos, Bs 2.000.000 en los supermercados capitalistas! Regístrate en la página Patria para que cobres el bono. A mí ya me depositaron! Las medicinas me la dieron llamando al 0800SALUD YA! La odontóloga de Barrio Adentro es muy buena, impecablemente higiénica y el servicio es gratuito sin papeleo!
En otras palabras para sobrevivir en esta realidad económica de inflación y desabastecimiento hay que contar con la ayuda humanitaria del gobierno o sucumbir en el pantano del capitalismo salvaje. Los adversarios del gobierno le echan la culpa de lo que está pasando a Maduro y sueñan con la restauración de la IV República. La mayoría chavista, confirmada en las últimas tres elecciones, agradece al gobierno el subsidio social directo, la indexación salarial, la masificación de las pensiones puntuales y homologadas, el abastecimiento de alimentos por el CLAP y su vocación pacífica y democrática. Sin desconocer que el gobierno es débil, ineficiente y tardío en poner orden, en el desbordamiento de los precios, la mayoría reconoce que el origen del problema radica en la especulación por los dueños de los medios de producción y distribución.
Unos y otros están consternados por la impotencia ante temas como la caída de la producción de PDVSA y el cangrejo para el mantenimiento del parque automotor propiedad de los sectores populares y de la clase media baja. Lo de PDVSA es crucial tratándose de la única industria con la cual contamos para producir divisas en una cantidad significativa. Aquí no hay excusa para escurrir el bulto. Si bien el gobierno es responsable de todo lo que ha contribuido PDVSA para el mantenimiento de los beneficios sociales del pueblo venezolano, también lo es de la administración petrolera irregular y de haber designado a una gerencia incapaz de garantizar su óptimo funcionamiento. Por su parte ya el parque automotor de las clases populares está paralizado por la imposibilidad económica de acceder a los cauchos, el aceite y repuestos. Esta tragedia está empezando a causar estragos en la clase media baja la cual no tardará en quedarse a pie.
El descontento pica y se extiende pero el gobierno se mueve y no está mirando los toros desde la barrera.