"No temo al enemigo que me ataca,
sino al falso amigo que me abraza"
@candidman
El dinero se ha ido bien lejos. Se les dificulta a los venezolanos poder pagar los bienes básicos de subsistencia. Los conflictos políticos en el país han aumentado mientras que los empresarios privados suben los precios al ritmo del DolarToday. No obstante, el poder político de la revolución bolivariana también ha aumentado a punto de elecciones democráticas, así como lo ha hecho la riqueza del gobierno a punto de devaluación. Pero la gente ya no puede pagar sus alimentos, el alquiler ni el transporte cotidiano.
Creo que algo anda muy mal en el país. Hemos visto descoordinación, desencuentro y conflicto abierto entre los únicos que pueden hacer prosperar este país: el capitalismo de Estado (basado en la renta petrolera y otras industrias básicas) y el capitalismo privado. Su enfrentamiento en los últimos 18 años nos ha llevado a la sobrevivencia. La esperanza actual de la población se teje en una sola palabra: "tregua económica". Porque ya se trata de supervivencia.
Necesitamos recuperar nuestra economía en crecimiento, de inflación moderada y llena de bonanzas que conocimos en la Quinta República hasta que se nos fue Hugo Chávez. Recuperar la esperanza del pueblo de querer salir adelante en nuestro propio territorio se ha hecho cuesta arriba por el alto costo de la vida. El país está en una encrucijada, estamos a punto de un colapso sistémico inducido con consecuencias irreversibles para muchas familias venezolanas. La gente se ve un poco más delgada de lo habitual. Y esto es muy peligroso para la paz política alcanzada.
Muchos insisten que hay que organizarse para ayudar a salir de esto. Realmente, la sociedad venezolana está altamente politizada y ha sabido cumplir con el principio constitucional de participación ciudadana. Ahora parece que todo depende de la nueva generación de jóvenes que padecen una situación penosa. Le entregamos a ellos las riendas de un país endeudado (100.000 millones de dólares), con una PDVSA produciendo su nivel más bajo en 50 años (1,5 millones de barriles de petróleo), con una hiperinflación exorbitante (supera los 10.000% en los últimos 15 meses), el crecimiento de una economía de remesas ilegales (salida masiva del país para mandar dólares a ser cambiados en el mercado negro), una improductividad empresarial que ha ocasionado una escasez que, inducida o no, realmente representa menos oferta de bienes en el mercado.
Les dejamos el tener que lidiar con muchas amenazas internas y externas por mala gerencia de la economía y de la justicia en estos tiempos. Los resultados macroeconómicos y la impunidad abierta así lo develan. ¡No estoy inventando!
La economía venezolana ahora es buena para pocos y es muy buena para los gremios empresariales y los corruptos "cambiarios", que se han capitalizado a un ritmo de 12.000% en quince meses siguiendo a DolarToday, mientras que el salario mínimo integral (incluye bonos de alimentación) creció en apenas 1.300% en el mismo período. El sistema económico está funcionado muy bien para los empresarios monopólicos y oligopólicos, mientras que funciona muy mal para los medianos y pequeños empresarios, y peor aún para la población electoral: los trabajadores de a pie.
Vamos a unas elecciones presidenciales. Seguimos apoyando al Candidato Presidente porque sigue el legado de Hugo Chávez. Pero como un eco perturbador, sigo escuchando en las esquinas, con voz baja, la desesperación del militante chavista, con ganas de gritar para que alguien los escuche desde arriba. Pero la persistente intolerancia a las críticas desde las bases, los inmuta a plantear soluciones más radicales contra los verdaderos enemigos internos, que tienen bien identificados: los mismos que dieron el golpe de Estado a Chávez, que lideraron el sabotaje petrolero, que financiaron las guarimbas de 2014 y 2017, y que han inducido la hiperinflación inducida.
Pero también hay críticas contra el Estado revolucionario, donde pareciera que los defensores del libre mercado siguen escondidos dentro de la burocracia estatal, cuyas acciones esconden sus intenciones de sólo seguir favoreciendo la riqueza concentrada en las pocas manos: a los gremios empresariales y a los corruptos disfrazados de chavista.