Es pasmosa la falta de comprensión de estos dos tipos de valores de las mercancías por parte de profesionales y de la gente empírica o comerciantes, compradores y vendedores en general.
Cierto que se demanda valores de uso porque son los que satisfacen las necesidades que mueven dicha demanda de parte de los demandantes, pero no es menos cierto que los oferentes demandan dinero o el valor de cambio de dichos valores de uso.
En consecuencia, estamos ante una suerte de duplicidad simultánea de la demanda: cuando demandamos una mercancía, su oferente nos demanda nuestro dinero ya que, a la inversa, el oferente de una mercancía demanda su valor de cambio que se lo ofrecerá el correspondiente demandante del valor de uso.
De parte del opinador empírico, esa falta de comprensión resulta irrelevante, pero cuando son los profesionales quienes no saben deslindar entre demanda de valores de uso y demanda de valores de cambio dan pie a un mar de hipótesis o conjeturas las más de las veces erróneas y perjudiciales para la economía de cualquier país, para sus gobernantes y para los propios fabricantes e intermediarios.
En el presente caso venezolano, buena parte de los profesionales echan mano de la supuesta influencia del circulante en los procesos inflacionarios, y eso no está mal en principio ya que no es concebible una inflación sin un acrecentamiento del circulante; así lo dispone la literatura belga en materia financiera.
Por ejemplo, cuando escasea el circulante, si este es de metal precioso, los ofertantes de mercancías compiten por atrapar la mayor cantidad de dinero que termina valiendo más que lo que valen sus mercancías en inventario; tal es el caso de los procesos deflacionarios.
Así, en el mismo caso venezolano, estamos en presencia de unos precios o valores de cambio asumidos por los comerciantes que rebasan cualquier monto de circulante que haya en manos de los consumidores.
Si analizamos este caso, debemos diferenciar entre la demanda de valores de uso y la de valores de cambio. Efectivamente, la demanda de valores de cambio es lo que está presente en la presente inflación y en este crecimiento; tal demanda corre a cargo de fabricantes e intermediarios.
Es por esta razón que bien pueden equivocarse los profesionales cuando afirman que es el exceso de circulante el causante de la inflación; soportan sus opiniones en la supuesta dependencia de la inflación del circulante cuando este se presenta como dinero inorgánico.
Pero, bien miradas la cosas, de ser ciertas sus aseveraciones, una baja de los salarios, por ejemplo, podría reducir la inflación actual, pero, es que hay una innegable reducción de la oferta de valores de uso y una notoria reducción de la demanda de valores de cambio.
Estamos ante una demanda que se halla por el suelo y se refleja en la pérdida notoria de peso de casi todos los venezolanos. Porque no es cierto que con estos salarios crecientes el venezolano está demandando más valores de uso, aunque paradójicamente el oferente sí está demandando más valores de cambio.
Sencillamente, pues, que lo que ha estado creciendo es la demanda de valores de cambio a través de precios que crecen sin cortapisa alguna, mientras la demanda de valores de uso cae en picado cada día más.
Aparte de estas consideraciones, lo que no logramos digerir es porque el gobierno no centra su atención, por lo menos, en un solo rublo que no sea la gasolina, de manera que nadie pueda subir el precio fijado por el Estado.
Si así lo hiciere, por reflejo automático otras mercancías empezarían a bajar de precio y toda esa circulante in crescendo se dirigiría a la compra de las mercancías, que vayan bajando de precio. Es que es la única manera de que el demandante demande valores de uso por un valor de cambio a la par por parte de los oferentes.