Por y para qué el Libre Mercado

De entrada: La fijación de los precios corre a cargo del mercado, de su mano invisible, y conste que esto no tiene discusión; de allí que los empresarios se a ellos.

Cabe preguntarnos, entonces, ¿cuál es el interés de los empresarios en que el mercado se mantenga libre?

Bueno, el interés de los capitalistas es que, a partir de esos precios, las empresas se organizan en materia de costes-no al revés como viene suponiendo el gobierno: que los costes acomodan los precios; es al revés: la organización de los costes sobreviene a los precios ya lanzados por el libre mercado, y según esta organización de costes deriva la obtención de una tasa media de ganancia. entra en la organización de los costes e ingresos.

Ya lo hemos explicado, si los precios del mercado revelan una tasa de ganancia inferior, el capital se redistribuye y un aparte fluye hacia a aquellas empresas cuya producción ofrezcan una mayor tasa de ganancia.

Para que haya esta movilización de los capitales, el mercado debe ser libre; los estatutos empresariales son ajustable en tiempo y espacio, cosas así.

Vemos, pues, cómo los costes son un efecto y los precios una causa.

Los capitalistas, por naturaleza propia, no son amigos de nadie, no hacen grupos entre sí, salvo para acopio de capitales que mantienen individualizados a través de sus acciones financieras. Las compañías suelen ser anónimas para que en el anonimato permanezca el vencedor de su lucha intraclasista.

Así, el mercado debe ser libre ya que es la única forma de que a través de la competencia sobresalgan algunos y otros salgan del juego. Libertad para que ninguna empresa obtenga más ganancias relativas que otras; libertad para tener organización laboral a capricho del empresario, según los precios del mercado.

Se trata, pues, de una paradójica forma de vivir productivamente. Sólo el mercado libre permite competir, es decir, permite la permanente lucha por el control de los mercados de manera que reine en cada momento una tasa media de ganancia sin que ella sea impuesta por ningún empresario ni mucho menos por gobierno alguno.

Los méritos empresariales que tanto explotó el austríaco Joseph Schumpeter están subyacentemente referidos que la única forma de dar rienda suelta a las capacidades individuales creativas, iniciativas personales, etc., aparece cuando hay mercado libre para escoger qué fabricar, cómo hacerlo, a qué precios vender, bajo cuales condiciones operar, etc.

De manera que la idea de mercado libre no es libertinaje, sino la puerta abierta que permita sólo a los más sobresalientes empresarios prosperar a sus anchas.

Aunque la intención de ningún gobierno haya sido evitar la competencia entre los empresarios, la sola regulación de precios y ganancias impide esa posibilidad de que sólo los más sobresalientes prosperen.

Cualquier regulación estatal atenta contra esas posibilidades.

Por ejemplo, cuando un Estado regula por precios está cortando la posibilidad de vender por debajo y así sacar del juego a los empresarios con baja organización laboral, con valores de una cualidad inferior , etc.



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Manuel C. Martínez


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