Stephen Hawking y Leonard Mlodinw en su texto “La (escurridiza) teoría del todo” (2010), disponible en la web, citan que: “Hace unos años, el ayuntamiento de Monza, en Italia, prohibió a los habitantes de la localidad alojar peces en peceras curvas. Los artífices de la medida argumentaban sobre la crueldad de tales recipientes, ya que la forma de sus paredes proporcionaba al pez una visión distorsionada de la realidad. Aparte de la importancia de la medida para los pobres peces, la historia nos plantea una pregunta filosófica: ¿cómo sabemos que la realidad que percibimos es cierta? El pez cuenta con una visión de la realidad diferente de la nuestra, pero ¿podemos asegurar que es menos real? Por lo que sabemos, también nosotros podríamos habernos pasado la vida entera mirando a través de una lente que lo distorsiona todo”.
Así, el presidente Maduro junto a su equipo de asesores económicos, que por cierto todos deberían “apartarse”, como pide a otros y de manera abstracta Diosdado Cabello en su programa de los miércoles y no hacer más daño a la “revolución” (aunque don Rigoberto Lanz, decía que aquí no hubo ni habrá revolución sino un gobierno más o menos progresista) según era consejo de Fidel Castro en Cuba y él toma a pie juntillas para recomendar a quienes se tornan “críticos”, se decepcionan o pasan a hacer vida con los sectores opositores pro capitalistas en “sociedades abiertas” y así pretender dar paso a otras opciones político-económicas alternativas presentes en el país, uno de cuyos exponentes parece ser el economista y actual diputado José Guerra; dizque amigo de la infancia y juventud de Nicolás Maduro que, en la práctica es su más conspicuo asesor económico, sobre todo en esto de las “reconversiones monetarias”; d otra manera uno no se explica cómo es que “A la Chita callando” suele hacerle tanto caso en las “predicciones” que éste propala previa a todos eso malabarismos o medidas extraordinarias que el gobierno toma y que al final todas resultan inútiles a los fines de superar la hiperinflación que nos tiene a todos en el mero hueso, críticos o que descreemos de su efectividad, porque siempre han resultado ser remedios peores que la enfermedad.
Sin embargo, Maduro y su “equipazo” económico parece que vivieran en una pecera, la del poder, claro; “ven” la realidad muy diferente a la nuestra de cada día como hombres de a pie, que por cierto es muy cruel, cosa que podemos demostrar desde el punto de vista introspectiva-vivencial; pero eso es una realidad que el Jefe de Estado y sus flamantes ministros obvian, así habló hace pocas horas al país como si viviéramos una gran épica anti imperialista, hablando siempre en tiempo futuro de la maravilla de un “nuevo comienzo” y con un optimismo forzado de la “lucha titánica” que desarrolla en estos tiempos de cambio de modelo petrolero, bloqueo internacional cual Cipriano Castro a principios del siglo XX, siendo uno de sus instrumentos los dichosos “motores”; sin embargo, no abordó explícitamente del deterioro impresionante de las condiciones de vida del venezolano; se nota que a todas luces la pecera curva que habita le ha distorsionado la realidad socio histórica venezolana.
Finalmente hemos oído en los noticieros televisivos esta noche de anuncios económicos que el ínclito economista José Guerra, antiguo compañero de ideales de justicia social del presidente Nicolás Maduro, recomendar al gobierno que realice mensualmente aumentos de salario y que al trabajador se le cancele su trabajo semanalmente, quién sabe por qué no paran mientes a este aspecto. Aunque, claro, es de hacer notar que si bien en estos últimos treinta días los trabajadores venezolanos de salud (enfermeros y médicos, camareras, entre otros, educación universitaria y de la energía eléctrica o Corpoelec, están en la calle exigiendo salarios dignos y de acuerdo al valor de la cesta básica, el gobierno bolivariano, ciertamente les ha respondido, no ha negado a dialogar con los representantes sindicales pero no en la medida que se requiere en el marco de un entorno económico hiperinflacionario, entonces esa conflictividad se mantiene y va escalando como la bola de nieve.
Muchos de los partidos políticos opositores andan por allí tratando de pescar en río revuelto, su gran anhelo es el de convertir tales demandas salariales en “la chispa que encienda la pradera” porque ahora si es verdad que es pacífica y con suficiente fundamento empírico o en necesidades reales de la gente pero, al parecer, como en la vieja guaracha esa es una “múcura” pesada y la oposición no puede con ella; así como para el gobierno bolivariano la inflación es un dragón que escupe un fuego que amenaza con consumirnos a todos. Sea dicho todo esto con perdón porque a Maduro le molesta “la moda de la crítica” que ahora prominentes revolucionarios como don Julio Escalona realizan muy acertadamente, además de otros oportunistas de vieja data que quieren “marcar la milla”, ya que piensan que este nuevo comienzo parece ser el fin y no quieren quedar guindados de la brocha.