Venezuela sigue siendo el objetivo geopolítico predilecto en América Latina para el imperio del Norte. Es altamente conocido las cuantiosas riquezas que poseemos y que antes de Hugo Chávez Frías los extranjeros se los llevaban y dejaban muy poca ganancias a los venezolanos.
Tenemos el mayor reservorio petrolero del mundo, con aproximadamente 302 mil millones de barriles probados y alrededor de 202 billones de pie cúbicos de gas natural, en el marco de una sociedad que depende altamente de estos energéticos para poder llevar a cabo los procesos productivos, generar electricidad, movilizar personas y mercancías por doquier. Además, poseemos otra gran variedad de recursos y biodiversidad como la Energía Hidroeléctrica, Bauxita, Oro, Hierro, Diamantes, Cobre, Plomo y Coltán.
Ante tan grandes riquezas naturales el Imperio del Norte necesita controlar, por las buenas o por las malas, al Gobierno nacional, a fin de imponerles sus reglas, saquear a la Nación y aumentar su poderío mundial. Es por eso, el ataque infame contra la Revolución Bolivariana actual, porque no cedemos a sus apetencias de dejarnos dominar como lo hacían antes.
Recordemos, que una vez aprobada la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en diciembre de 1999, se dejó establecido las nuevas condiciones para la administración del negocio petrolero en Venezuela.
En el Artículo 302, de la Carta Magna se estableció que "el Estado se reserva, mediante la ley orgánica respectiva, y por razones de conveniencia nacional, la actividad petrolera y otras industrias, explotaciones, servicios y bienes de interés público y de carácter estratégico.
Mientras que el Artículo 303, establece, que "por razones de soberanía económica, política y de estrategia nacional, el Estado conservará la totalidad de las acciones de Petróleos de Venezuela, S.A., o del ente creado para el manejo de la industria petrolera, exceptuando las de las filiales, asociaciones estratégicas, empresas y cualquier otra que se haya constituido o se constituya como consecuencia del desarrollo de negocios de Petróleos de Venezuela, S.A."
Pero sería en el año 2001, con la promulgación de la Ley Orgánica de Hidrocarburos y su entrada en vigencia el 01 de enero de 2002, que las relaciones entre el gobierno de los Estados Unidos y el venezolano comenzaron a cambiar de manera radical. Los intereses transnacionales fueron afectados a favor de los intereses nacionales. Hugo Chávez, caracterizado por ser duro y firme en el manejo de la relación Estado venezolano–capital petrolero internacional, comenzó a fijar posiciones con respecto a nuestra soberanía para definir nuestra política petrolera.
En el libro Petrodiplomacia y Economía en Venezuela (2010) se describe ese proceso de distensión de esta manera:1
(…) Bajo los siguientes lemas: "Ahora el petróleo es de todos los venezolanos", "Soberanía Petrolera" y la "Nueva Pdvsa", se les eliminaron las exenciones tributarias dadas a las transnacionales pocos años atrás, se les incrementó el Impuesto Sobre la Renta, se extinguieron los convenios operativos acordados en la fatídica "Apertura Petrolera", y sobre todo ocurrió un hecho nunca antes vivido, pero siempre imaginado y soñado por muchos venezolanos, se retiró de proyectos petroleros importantes del país como el del Complejo Criogénico de Jose, a la Exxon Mobil, la compañía petrolera más grande del mundo y heredera de la casta petrolera Standard Oil Company, que dominó el negocio en nuestro país por más de 80 años. Luego, esta compañía se retiraría, por cuenta propia, de las renegociaciones de la explotación de la Faja del Orinoco, y llevó a Pdvsa a un arbitraje internacional, de la cual esta última, históricamente, salió favorecida."
Esa misma política energética soberana la ha mantenido y profundizado el gobierno de Nicolás Maduro. Es por eso que la política exterior de los gobiernos de George Bush (hijo), Barack Obama y Donald Trump contra Venezuela se ha caracterizado por ser conflictiva. Ellos han aplicado una política de represalia y de enfrentamientos continuos, evidenciando sus resistencias hacia los cambios impulsado en el país a partir del año 2001.
Es por tales razones que en la actualidad, el gobierno de los Estados Unidos, junto a sus aliados externos como la OEA, Unión Europea y el llamado Grupo de Lima; así como sus aliados políticos internos, hoy deslegitimados y los gremios empresariales opositores, andan insistiendo en crear las condiciones de inestabilidad económica y una campaña mediática de una supuesta crisis humanitaria, para que nuestro país sea intervenido militarmente por fuerzas extranjeras. Ellos lo han dicho y ratificado en varias oportunidades.
Recordemos que en marzo de 2015, Barack Obama declaró la "emergencia nacional" para, supuestamente, enfrentar la situación de Venezuela, que consideró una "amenaza a la seguridad nacional de los Estados Unidos. En agosto del año 2017, Donald Trump advirtió no descartar la posibilidad de "una acción militar" en Venezuela. Mientras que en los últimos meses de este año 2018, hemos visto al Comando Sur haciendo ejercicios de maniobras militares cercanos a las costas venezolanas con la intención de intimidarnos y atemorizarnos.
Como vemos, los representantes de la corporatocracia imperial están aplicando toda su furia contra el país. Estamos inmerso en la aplicación plena de la teoría de la conspiración. Los descendientes de las grandes familias más ricas del planeta, vinculados al mundo energético, son los verdaderos artífices de la Guerra económica contra Venezuela.
1 GIUSSEPE, Andrés (2010). Petrodiplomacia y Economía en Venezuela: Fundación Editorial El perro y la rana. Caracas. (P. 171)