Si hay una revolución representada en el país, esta tiene dos frentes de lucha: uno hacia afuera, del país y en país, y otro, hacia dentro del gobierno.
Debemos aclarar la necesidad de exponer la situación política en estos términos radicales: no hay tiempo para acuerdos y pactos..., si queremos frenar el advenimiento de una solución dictatorial fascista. No podemos negociar nuestra soberanía territorial con los países vecinos, pero tampoco podemos negociar nuestra soberanía sobre nuestros recursos naturales y sobre nuestro territorio frente a las empresas trasnacionales, tampoco la soberanía que tienen nuestros tribunales a decidir sobre conflictos dentro de nuestro territorio de cara a tribunales internacionales; nada de eso es negociable ahora, si queremos ser coherentes con nuestro antiimperialismo o anticolonialismo.
Planteamos las cosas en términos radicales porque estamos haciendo presión, es todo. Nuestros líderes están presionados desde el otro lado pero por motivaciones nada políticas, y nada socialistas, pero nosotros presionamos hacia el socialismo. Hay que recordarles que esto fue una revolución socialista. Las discusiones sobre si el socialismo es viable o no para el desarrollo de nuestra sociedad nunca se dan porque nadie las quiere asumir con seriedad, todo el mundo da por sabido de que se trata la revolución socialista sin tener ninguna referencia concreta de lo que habla; hay mucha confusión y nadie reconoce que la hay.
Somos vistos como radicales, y sin embargo, lo que pedimos es que se vuelva a Chávez, que se vuelva a Plan de la Patria de Chávez, que por lo menos se discuta. Y, se lo reclamamos al gobierno, tanto como quisiéramos que todos los que convencidos defienden a Maduro y sus políticas, lo leyeran y discutieran; ¡es lo mínimo que hemos debido hacer por Chávez después de muerto, en su honor!
El gobierno lo modificó y nadie dijo nada. Muchos creen que es el mismo Plan de Chávez y no lo es. Pero, más importante que haberlo trasformado fue el hecho de intervenirlo sin una exposición, sin dar ninguna explicación o discusión previa, pública; ¡era el plan político de gobierno de Chávez! por el cual se supone que apostamos todos cuando votamos por él, eligiéndolo a él junto a su autor; mínimo ha debido haber un debate público acerca de su importancia o su viabilidad como plan político.
Por esta exigencia nos llaman radicales, ultras, intolerantes, dinosaurios. Pero los más inteligentes nos insultan, desde la derecha…, acusándonos de "comunistas", y tienen toda la razón, somos comunistas.
El asunto con esto, de ser o no "radical", "extremista", "comunista", "atrasados políticos", implica todas nuestras críticas hechas a la conducta política del gobierno; sobre todo a su conducta, no tanto a sus políticas, las cuales muchas veces no llegan a ser ni siquiera políticas de gobierno, sino reacciones, improvisaciones, reflejos de supervivencia de nuestros dirigentes.
El acto de adulterar el Plan (político) de la Patria ideado por Chávez, sin previo aviso, como aviesos cazadores furtivos, es una conducta contraria al comportamiento que se esperaba de los herederos de Chávez. Pero, aun concediéndoles el beneficio de la duda, continuaron sosteniendo el silencio y la mentira, hasta que Aristóbulo Isturiz tuvo que declarar que esa adulteración era una mentira de nosotros, para que más adelante Ricardo Sanguino, presidente del Banco Central, reconociera que el Plan fue "actualizado". Sin embargo, los verdaderos responsables del cambio jamás abrieron la boca para aclarar nada, no dieron la cara. Después de esto todo en el gobierno ha sido doble: una parte pública, reiterativa sobre ataques, guerra económica, sanciones, intervenciones, y también ilusa, limpia, bonita, promesas y promesas, y una parte oscura, oculta: la verdadera razón por la cual se modificó el Plan original: la restauración capitalista, las "reformas capitalistas".
En el presente las cosas están más claras para todo el mundo. El gobierno insiste en sus proyectos de reformas al capitalismo; y el capitalismo en no dejarse reformar, asimismo de exigirle cada vez más al gobierno, la renta petrolera y todos los espacios de negocios. Hasta el punto, donde el gobierno ha llegado a entregar de plano el negocio petrolero a los "capitalistas". Entre estos "capitalistas" (y es lo que más nos duele) se cuentan mismos funcionarios del gobierno actual. Hoy se confirma que tuvimos razón desde un principio, que lo que fue en el inicio suspicacia, ahora es certeza.
En este punto nos queda advertir sobre un posible retroceso hacia un gobierno de corte fascista, ni siquiera dictatorial militar: fascista, al mejor estilo adeco; como el de Leoni o Betancourt, dentro de una aparente democracia, desapareciendo y censurando a todo aquel que critique y descubra las marramucias de los capitalistas con la burocracia gubernamental (el neo nuevoriquismo), así se trate de esta burocracia, o de la burocracia que suplante a Maduro, francamente de derecha.
Bien, este frente de lucha es el más peligroso, el más frágil para nuestros revolucionarios. Es el más difuso, el más avanzado en cuanto a tácticas de lucha y de guerra, el más sutil, debido a que pone en juego nuestra misma consciencia, nuestros principios y nuestro carácter combativo. Requiere actuar siempre cerca de la verdad, saver reconocer al enemigo y no ser complacientes ni "amables" con los pusilánimes, así nos digan radicales, ultras, comunistas dogmáticos, eso no importa. Tenemos al enemigo dentro del gobierno y eso es lo que importa; ¡ahí están las pruebas! Los que tengan oídos, y oyen, ¡saquen la cabeza debajo de la tierra y miren a su rededor! Ser combativos y vigilantes de la revolución hacia dentro es lo único que nos prepararía para atender seriamente el otro frente de lucha, el que da hacia afuera del país y de la revolución.