"Es indiscutible que al hombre le encanta trazar y construir caminos; pero también adora la destrucción y el caos. ¿Por qué?, díganme... Pero antes quiero decir algo más sobre este asunto. Tal vez le gusten la destrucción y el caos (a veces le gustan; esto es indiscutible), porque tiene un temor instintivo a alcanzar la meta y terminar el edificio que construye." Fiódor Mijáilovich Dostoyevski.
El hampa, el alto costo de la vida, y el hambre azotan a Venezuela. En el primer semestre de 2019, el país se ha convertido en una autentica catástrofe. Experimenta una crisis que avanza chola a fondo, donde el hambre, y la muerte se abren paso sobre los estómagos vacios del pueblo venezolano. Con la inflación a millones % desde 2014, el salario no alcanza ni para comprar un veneno llamado *campeón* para suicidarse me dijo un hombre desesperado. Esta es la crónica trágica publicada por los familiares de las decenas de personas que fallecen por el hambre, y la falta de medicamentos.
La crisis ya se convirtió en una catástrofe, y no se ven signos de mejoría. Esto puede terminar muy mal, aquí puede pasar cualquier cosa, la situación en la que se encuentran los niños venezolanos es de pronósticos reservados.
La nación está perdiendo una generación. La crisis económica, y la falta de alimentos están permitiendo que los niños venezolanos crezcan macilentos, y desnutridos de por vida.
La situación de la salud de los niños venezolanos están prendiendo las alarmas en los organismos internacionales que manejan estadísticas sobre la salud. La desnutrición es alarmante, Venezuela se quedará sin soldados en las fanb dentro de poco, porque no serán aptos para prestar el servicio militar, porque padecen de una desnutrición dramática una verdadera crisis humanitaria.
En Venezuela no hay comida ni medicinas, y las que se consiguen las mafias de árabes que ahora controlan el sector farmacia (y las panaderías también) con la importación de medicamentos a través de la legitimación de capitales por el alto precio son incomprables.
La situación está empeorando muy aceleradamente. En las calles se ven a los niños en riesgo de morir de hambre, junto a los viejitos, y no tan viejitos de las milicias peleándose en los basureros los restos de comida.
Como no hay leche para lactantes, lo único que les están dando a los bebés es agua de arroz, y de ocumo chino. Estos no contienen casi alimento. Una madre me comentó en la puerta de una farmacia que su hijo estaba muy débil, y temía que muera por hambre.
Las causas de esta tragedia que azota a Venezuela son muchas: políticas erráticas, sanciones internacionales, la caída espeluznante de los ingresos por la venta de petróleo. Un verdadero coctel mortífero sobre la patria de Bolívar.
El pueblo dice en las calles que va a morir de hambre. Venden sus pertenecías para comprar alimentos. Los objetos de valor, viviendas, vehículos, herramientas, electrodomésticos etc. Son rematados para conseguir llevar algo de comer a la mesa. Árabes y chinos rematando las propiedades de los venezolanos que consiguieron con muchos esfuerzos a costa de sus trabajos, hambreados se las rematan a precios de gallina flaca, revisen las compras en registros y notarias que hacen estas lacras de invasores, un país en crisis, y las flotas de camionetas Toyota último modelo que circulan por las calles de Venezuela son atribuidas a enchufados civiles y militares, a árabes, y chinos especuladores, y al narcotráfico, esto nadie lo entiende.
Venezuela se vacía de su talento profesional: médicos, odontólogos, ingenieros, técnicos constructores, y contratistas, se han marchado a otros países en busca de mejores oportunidades.
El bolívar ha perdido su valor, el país está dolarizado de hecho, y los agricultores no tienen los incentivos necesarios para aumentar la producción, acosados por el hampa militar en los mal llamados puntos de control militar y policial, en las carreteras. Esto aumenta el caos, ahora con la escasez de gasolina. La gente está desesperada. La situación es un reto que las autoridades mantienen con mano de hierro hacia la nueva cubazuela socialista del siglo XXI.
Ya la gente no le importa si el imperio norteamericano es el culpable. Lo que les preocupa es morir sin disparar un solo tiro. El gobierno, y la oposición tienen que poner orden en la pea para que la inversión llegue al país.
El presidente Nicolás Maduro niega que en Venezuela exista crisis alguna, y rechaza la ayuda del exterior.
Si aquí no hay un acuerdo serio en el cortísimo plazo la comunidad internacional tiene que presionar a las autoridades del país para que cese esta desgracia. Si no lo hace la mortalidad de venezolanos va a aumentar dramáticamente en los próximos meses.
Venezuela la otrora rica republica petrolera, con sus kilómetros de costa, y su entrada privilegiada a la cordillera de los Andes, vivió durante años en la prosperidad por los ingresos de su industria petrolera. Venezuela posee la mayor reserva del mundo de gas y petróleo, siendo uno de los mayores países exportadores. El 95% de los ingresos vienen del petróleo. Cuando el valor del petróleo cayó en 2014 la economía se vino a tierra.
La oposición, y la izquierda no estalinista, acusa a Nicolás Maduro, de ser el causante de la crisis del país, con un estilo de mando cada vez más estalinista y totalitario. Maduro dice que Estados Unidos es el responsable de la inflación, y de la crisis que sufre el país, y no a él chuleo que hicieron los cubanos de la renta petrolera. La revolución reparte bolsas con alimentos una vez al mes. Cuya ración alcanza solo para una semana. Acaba de finalizar un nuevo dialogo en Oslo-Noruega sin resultados aparentes, y Maduro busca renovar la confianza en una población que está pasando una durísima prueba de hambre y miseria, para continuar con su plan revolucionario. ¡Amanecerá y veremos!