Las ZEE, anarquía económica, la solución madurista

A propósito de la aprobación de Ley Orgánica de las Zonas Económicas Especiales, viene a cuento este escrito.

El ideal del liberalismo económico, de gente como Milton Friedman es total anarquía en la economía (creo que hay varios autores que tratan el tema con ese nombre como el modelo más conveniente), que su única regulación sea la competencia, sin embargo, la competencia en estos tiempos es hipocresía, en este nivel de desarrollo del capitalismo, en el capitalismo monopólico se traduce en guerras, guerras por los mercados con balas y cohetes. Esas fueron las dos guerras mundiales, la de Corea, la de Vietnam, y todas las demás, disfrazadas de conflictos contra el comunismo, religiosos, o por la libertad y la democracia y toda esa basura de propaganda mediática que uno ve en los noticieros de CNN o BBC, en Hollywood, y ahora en Netflix (que es más "global").

Realmente en el capitalismo no hay reglas, fuera de las que impone la lucha por el control y el poder, las que exige cualquier guerra. La competencia en el mercado, que fija los precios por la oferta y la demanda, dejó de ser realidad hace tiempo, ahora es un sueño "posmoderno". Todos los modelos administrativos conocidos tienden a la fusión de grandes compañías, el monopolio es el factor dominante, es decir, la concentración del capital para que los más ricos sigan obteniendo dividendos iguales o cada vez mayor. Los grandes se comen a los más pequeños y se imponen al resto del mundo. Pero, en el proceso de formación de esos grandes capitales debe existir un ambiente de libertades económica ideal, ¡nada de controles! Podemos decir que la Zonas Económicas Especiales será un caldo de cultivo para alimentar al capital extranjero (o para indigestar). Nada de controles es anarquía, libertad para usar cualquier herramienta o forma de vencer en los negocios, permitiendo desde la estafa, invasiones y guerras, hasta la explotación más extravagante y cruenta del trabajo humano y de la naturaleza (como será nuestro caso); y para producir cualquier cosa (también nuestro caso). Esa anarquía ellos la llaman con dulzura, "libertad individual". Pero todos sabemos (no hay necesidad de ser economista) que en la sociedad más liberal del planeta, siempre habrá gentes más libre que otras. Y sobre su lógica, igualar las libertades individuales no se puede, puesto que eso sería "un control social", una imposición del Estado atentando en contra de la "libertad individual", el factor competencia (o falsa competencia) es lo que aquí importa. El Estado, para estos "anarquistas hipócritas", solo se justifica si se ocupa de contener o reprimir a la masa "resentida y envidiosa" que les sirve a los más "libres e individuales" a sus fines, bien como fuerza de trabajo o como mano de obra de reserva para sustituir a la que no sirve. Nuestra Ley orgánica de Zonas Económicas Especiales garantiza a los inversionistas extranjeros espacios liberados de controles, de leyes incómodas, de autoridades administrativas molestas, para cultivar el virus del capitalismo.

Por qué planificar la economía. En el socialismo planificar es racionalizar nuestras acciones. Planificar la producción económica es racionalizar la economía, de recursos humanos y naturales, sostenibles y no renovables. Es el método propio de una sociedad avanzada que quiere vencer al tempo. Dejando que sea el libre mercado y la ganancia quien decida, se corre el riesgo de que cualquier cosa, hasta la más sagrada, ¡que todo! se convierta en mercancía, como el marfil, las aletas de tiburón, los bebes, los vuelos a la Luna, las deudas hipotecarias; que sea el apetito humano el que oriente y administre la producción y no la satisfacción de las necesidades materiales para llevar una vida digna, en armonía con la naturaleza, es decir, en armonía con el mundo que hace posible nuestra especie. Planificar es ponerle límites a nuestras apetencias para no acabar enterrados y abandonados, como las cabezas moais de la Isla de Pascua.

La planificación habla de límites y equilibrio, ¡racionalidad, inteligencia! dentro de la sociedad. Y el dejar hacer del capitalismo habla de "libertad individual" para los que pueden (para los poderosos), una libertad negativa, que los individuos no ejercen a voluntad, sino que un Estado policial les permite ejercer, haciendo lo que les venga en ganas, liberando el instinto predador que los impulsa, los "libera" de escrúpulos, responsabilidades, imputaciones.

La fuerza que tiene el capitalismo está en "disponer de la economía de los recursos y de las personas": su naturaleza y su espíritu es materialista, se alimenta de riquezas contantes y sonantes, codicia cosas materiales, mercancías y vanidades y las concentra en muy pocas manos, y esas manos están siempre manchadas de sangre. Frente a un océano de gente pobre y hambrienta, nadie se hace rico y tiene una vida cómoda sin un costo elevado en vidas humanas; ni los herederos de los herederos de esas grandes fortunas dejan de pagar ese precio en sangre, sudor y lágrimas.

El sistema capitalista nos involucra a todos en sus mecanismos, nos hace cómplices de su crimen contra la humanidad y la naturaleza. El sentido irracional de su objetivo, la frivolidad de la premisa de donde parte su lógica, lo subrayamos nosotros con nuestra inconciencia, con nuestra ignorancia sobre cómo nos afecta su lógica y su misma mecánica. La cultura del derroche, el consumismo, la indiferencia en nuestra vida cotidiana; la forma ridícula que tenemos de asociar la vida y la felicidad con la despreocupación ante el destino de los otros; felicidad de no sentir vergüenza ni remordimientos ante el fracaso de los demás, frente al despilfarro de lo que tanto le cuesta a la naturaleza crear, toda esa indolencia nos hace cómplices y víctimas a la vez del capitalismo, de la anarquía económica.

Cuando planificamos sobre una estrategia clara, pensamos, reflexionamos sobre lo que estamos haciendo de cara a nuestro ideal, resolvemos problemas, como un arquitecto. Planificación socialista supone organización para el éxito de todos, darle cuerpo, músculos a la estrategia final. El socialismo no es libre de ser lo que quiera, es un imperativo moral, ético y estético, que se construye mediante un cuerpo determinado por lo que él es, él significa, por su propio ideal, organiza un cuerpo social a su medida ("no se puede construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo"), en él el fin y los medios significan lo mismo. Socialismo sin planificación (si reflexión) no existe, un socialismo nacido por generación espontánea, en un medio ambiente capitalista, es imposible, es pedirle peras al olmo, remolachas al naranjal. Solo Maduro ha sido capaz de engendrar un cochipollo económico, y ya el hibris está muerto. Por eso hace ahora, de la Ley de Zonas Económicas Especiales una Ley orgánica, de más jerarquía, para terminar de plantar el capitalismo como el árbol definitivo, que no es el "de las tres raíces"…

Necesitamos planificar el futuro desde ya, Chávez nos legó el Plan de la Patria, usemos ese plan para orientar nuestra lucha. No dejemos nada al azar, para eso está la historia, para aprender de los errores.

¡VOLVAMOS A CHÁVEZ Y AL PLAN DE LA PATRIA"



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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