Soberanía y comercio exterior de Argentina en peligro por privatización de sus ríos

Camino húmedo de lágrimas

ninguna trasnacional es tu madre

"Paraná", J. Pérez

Grave, sumamente grave —a más preocupante—, resulta la actual situación de incertidumbre en Argentina ante la inminente pérdida de su soberanía por la reprivatización de sus puertos y libre navegabilidad del Río de la Plata y del Río Paraná.

Todo el eje de aguas comprendido desde el gran Amazonas para abajo, de incalculable riqueza biótica en sus ecosistemas, riberas y afluentes, en lo que se denomina como Acuífero Guaraní, y que propicia y abarca los ríos Uruguay, Paraguay y Paraná, por tanto el ámbito geoestratégico y geopolítico subregional del Cono Sur americano, integrado por Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia, y Argentina (incluidas las Islas Malvinas, Tierra de Fuego, Antártida, islas del Atlántico Sur); está condicionado por el perverso mecanismo de la entrega —vía privatización y usufructo foráneo— a las trasnacionales del agua que más adelante mencionaremos, con el agravante de que, solapadamente, articulan también sus garras dos grupos multinacionales líderes, para hacerse del control de diversos ríos suramericanos, y consecuentemente de las exportaciones de carnes de primera hacia Europa, Norteamérica y Asia, leguminosas, cereales y minerales de fundamental relevancia para la economía (empleos, salarios, gasto público e ingresos per capita) argentina; máxime cuando estos rubros son la base y el sustento de la vida y de la industria de ese país. Realidad compartida, en su afectación, con todas las naciones antes mencionadas. De ahí la gravedad y peligro de esta preocupante realidad.

La denominada HIDROVÍA —término impuesto por las trasnacionales, acaso para que las poblaciones costeras de estos importantes ríos crean que se trata de algo ajeno o extraño a sus comunidades, con la consecuente pérdida de su valioso acervo cultural (ay de la Canción del Jangadero, Eduardo Falo; ay de la "Litoraleña", Ramona Galzarza; ay de La Guampada, Ernesto Montiel…); sus tradiciones y expresiones autóctonas; su folklore, su gastronomía y su sentido de pertenencia e identidad local—, encubre todo un proceso de despojo y sustitución de derechos de la propia territorialidad, con muy delicadas aristas para la seguridad nacional de la Argentina, su independencia política, social, financiera y productiva, toda vez que enclavarían de manera artera el puñal de la dominación capitalista a ultranza, sin más prerrogativas que las que impongan los imperios dominantes de las trasnacionales; debajo de las cuales subyace también el control militar, el cerco de la armada en sus mares y salidas de aguas, del espacio exterior mediante los posicionamientos satelitales, el espionaje cibernético, el dominio sobre sus exportaciones y mercado interno; y cuanta suerte de artimaña "legal" se desprenda de los manidos y complejos arreglos en tribunales extraterritoriales, que se abrogan la jurisdicción de toda lucha legal. Como es de suponerse, Nueva York tiene la bandera de toda diatriba mercantil y financiera internacional suscitada entre los países de América, y en sus lobbies toda batalla nuestras patrias empobrecidas tienen las patas cortadas.

La gravedad, insistimos, de esta maquinación reside en que la gran nación del pibe Diego Armando Maradona, de Lionel Messi, del tango y de Carlos Gardel; del verbo de Jorge Luis Borges y la narrativa impecable de Julio Cortázar, pierde hasta el aire, hasta el oxígeno —como lo sentencia en sus twitters el poeta Eduardo Dalter, en su incansable batalla moral por esta causa nacional— de su economía, al quedar inhibida de la comercialización y control de sus productos de exportación básicos, tradicionales y esenciales. El costo por pago de aranceles a las trasnacionales de los hidropuertos será poco más que punitiva y criminal. Una mala herencia, sin dudas, de descabelladas imposiciones gubernamentales de la era Carlos Menem, desde aquel lejano año de 1995, que se cierne ahora contra el destino y el desarrollo argentino, comprometiendo seriamente su futuro como nación y como Estado libre, independiente y soberano.

Argentina es, de algún modo (no lo olvidemos), una potencia suramericana del mercado de la carne de ganado y de otros tipos, y de la producción de soya (soja); así como de trigo y otros cereales. Bueno es repetirlo y tomar conciencia geoestratégica de ello.

Al perder su natural y soberanísimo derecho de salida al mar, no sólo se compromete la autonomía y libre determinación de la nación —del pueblo argentino, como país—, sino que degrada o ya pierde igualmente el control y los derechos territoriales y políticos sobre las islas Malvinas, además de la salida a la Antártida. En ese sentido, no han sido casuales los recientes ejercicios militares que, en mayo de 2021, han llevado a cabo al sur de Argentina, fuera de aguas territoriales, la marina inglesa y el ejército estadounidense. Por ello, desde el punto de vista geopolítico, la Argentina queda acorralada, presa en sí misma y embotellada en una privatización ilegítima, antipatriótica, entreguista de su desarrollo comercial para las exportaciones esenciales de la nación, con muy graves limitantes para la obtención de capitales, bienes y servicios importados, sin los cuales sus empresas e industrias, ni sus sistemas de salud y agroalimentarios podrán subsistir en condiciones de sustentabilidad y progreso. La mal llamada hidrovía en manos foráneas le quita los pulmones a la vida comercial de esta gran patria del Sur. De esto no tengamos dudas. Por eso está en juego el propio destino nacional.

El contrabando legalizado será consecuencia directa de esta canalla soterrada, permitida o avalada por el gobierno de Alberto Fernández, quien demuestra llevar un rumbo inverso al clamor de su pueblo, completamente de espaldas a su porvenir, y definitivamente menguadores y entreguistas de su futuro económico. De ahí el reclamo y el absoluto rechazo a tan perversa medida. Por lo demás, oportunas y contundentes han sido las expresiones, opiniones y batallas de ideas emprendidas al respecto por la recientemente fallecida (2 de mayo) abogada, socióloga y ex candidata presidencial, Alcira Argumedo, para denunciar la canalla, para esclarecer la imposición histórica de esta estrategia desde "las sincronías de dictaduras del Plan Cóndor" y la restauración conservadora de los EE.UU. mediante las impagables deudas externas de los países de América Latina en las décadas setenta, ochenta, noventa, dos mil y dos mil veinte; como forma de dominio encubierta, hambreadora de pueblos, para sustentar el control político-militar de los Estados-Naciones en la región. También el senador Jorge Taiana, y Héctor Tettamanti, así como algunos intelectuales comprometidos —ejemplos, Mempo Gardinielli y Eduardo Dalter—, organizaciones civiles y sindicales, grupos estudiantiles y fuerzas de trabajadores que han forrado las calles con afiches de protestas, dejan sentir ya su fuerte rechazo a la privatización y entrega de los ríos argentinos, porque sobre ello pesa la pérdida absoluta del destino de su patria.

Los analistas precisan las causas de esta situación, desde el gobierno de Carlos Menem (1989-1999) y Fernando de la Rúa (1999-2001), quienes endeudaron a la Argentina por cifras sórdidas o astronómicas de dólares, hasta desembocar en la actual política de Alberto Fernández. Ya no basta mencionar a Domingo Carvallo, Estenssoro, Dromi y Aráoz, del pasado; sino concentrarse en los actuales ministros (incluido Mario Meoni, quien trágicamente perdiera la vida en pleno proceso de cuestionamiento por este tema), siendo cabeza viviente de esta barbaridad y locura, el actual ministro de Transporte y encargado de firmar la actual prórroga, Alexis Gerrera, cuya torpeza mediática acaba de ser objeto de crispación por parte de las Madres de Plaza de Mayo y de su presidenta, Hebe de Bonafini, quienes enfrentaron los ridículos argumentos del funcionario al pretender meterle por los ojos a los argentinos la propia debacle de su porvenir.

Malos augurios para los candidatos cercanos al gobierno que se postulen en las elecciones legislativas del próximo septiembre, de persistir en la alta esfera de poder la torpe medida aquí descrita. No tengan la menor duda de que hay sectores profundamente molestos dentro del gobierno actual, al permitir y proponer semejante despropósito histórico. Desde la perspectiva moral, querido poeta Dalter, el pueblo gana la batalla de su queja, y el gobierno pierde la credibilidad del voto de confianza recibido por su gente.

Los políticos serios saben esto. Lo ven por las ventanas del despacho, y más cerca que lejos, la voz de los barrios se adviene a Palacio, y no es para traer flores. Como tú mismo predicas, poeta: "Necesitamos un Kicillof en cada ministerio, necesitamos un Kicillof para defender nuestros ríos". Esto, por ser el gobernador Axel Kicillof un defensor definido y sincero del control de la navegabilidad del Paraná y del Río de la Plata por parte del Estado argentino, como única garantía del aprovechamiento y disfrute de sus inmensas riquezas naturales e industriales.

El artículo "Dragas, arenas y sorpresas", que firmado por Mempo Giardinelli en https://www.pagina12.com.ar/342035, de fecha 17 de mayo de 2021, no sólo expone con sólidos argumentos de tipo histórico sobre la errónea política menemista de ceder el control de los ríos navegables en 1995, sino la ilógica entrega del destino nacional sin tomar en cuenta las perspectivas de su actual y futura realidad socio-económica, al desprenderse de un activo natural sin el cual no es posible mantener condiciones materiales de vida sustentable en el país.

"Por eso es tan absurdo, hoy, el empecinamiento en volver a ceder nuestra soberanía sobre el río medular de este país, que es completamente navegable y potencia fundamental de nuestra economía desde los albores de la nación. Y que hoy mismo sería —y miles trabajamos para ello— una fuente de recursos extraordinaria para paliar el creciente desastre social que se vive en esta tierra riquísima, pero ya absurdamente sobrepoblada de miserables". Refiere este notable autor, al final de su artículo, citando a la periodista Luciana Dalmagro, que la sola consideración de la arena silícea presente en Entre Ríos, nos da una dimensión del potencial mineral en riesgo de perderse con la nueva reprivatización, pues a esa arena silícea —por su alto valor industrial y comercial— se le considera ya "el nuevo oro" en los mercados trasnacionales de los minerales.

Como país marítimo, del trigo y de las vacas, la Argentina que defienden el escritor y periodista Mempo Giardinelli y el poeta y escritor Eduardo Dalter, y todo el pueblo argentino, es el mismo que se sobrepone al desmembramiento institucional y moral por la impostura adversa de esa privatización sin sentido del orgullo y compromiso nacional; pero también es claro rechazo a todo odio racista "de minorías urbanas poderosas y corruptas". Por eso, la actual concesión en curso hasta julio de 2021, otorgada al consorcio operador Hidrovías S.A. (perteneciente al grupo belga Jan de Nul y al holding argentino Emepa SA, que se embolsa más de 80 millones de dólares en cobros de peajes durante ese lapso de prórroga, sin enterar en nada al fisco argentino), propiciada desde el Ministerio de Transporte del gobierno argentino, en la persona de Gabriel Kotopodis (ministro de Obras Públicas), con la excusa de garantizar el dragado y redragado, la señalización y modernización de los canales fluviales del río Paraná, tiene un asidero legal mediante la publicación en Boletín Oficial de la Resolución 129/2021; así como en el Decreto 949, con la figura de la concesión, pero que en realidad se trata de un burdo proceso de reprivatización y privatización sin ambages ni anestesia. Entrega y pérdida de la soberanía nacional argentina. Así de redondo.

Existe, por tanto, un severo cuestionamiento al gobierno argentino, con puntos de vista serios e ineludibles que se sustentan en la idea de que la entrega del Estado al grupo de empresas extranjeras deja sin comercio exterior, soberanía ni entradas económicas seguras para la sostenibilidad del país. Al privatizarse el Paraná y el Río de la Plata se pierde definitivamente la presencia del Estado en esa zona navegable. Al no tener control sobre esos tres ríos que proporcionan la navegabilidad hacia el Norte, Argentina se queda atada de manos.

No se nos olvide también, que EE.UU. pretende situar e implementar una base militar en Ushuaia, capital de la provincia de Tierra de Fuego, en el extremo Sur argentino. Algo sumamente grave y contraproducente que el mismo gobierno pretende avalar. Sin embargo, el gobernador de Tierra de Fuego, no quiso atender al almirante Craig S. Faller, jefe del Comando Sur de EE.UU., ni un segundo, por tratarse de un personaje afín a los invasores de las islas Malvinas, aunque Agustín Rossi, ministro de Defensa, haya querido convencer por tv a los argentinos de "las puertas que se les abren al privatizar los ríos", so pretexto del desarrollo, a pesar de provenir él de esas riberas comprometidas; ni porque el general Juan Poleo, jefe del Comando Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas se haya comido el cuento de que una pírrica donación imperial para atender la pandemia del Covid en Argentina, le sale al almirante Craig S. Faller y al Pentágono, de "lo más del corazón", como dijo en un verso el poeta venezolano Ramón Palomares.

Llamada también autopista fluvial, ese gran canal de aguas dulces del río Paraguay-Paraná-Río de la Plata, cuya extensión comprende más de 3.440 kilómetros de recorrido, enfrenta hoy su futuro en medio de las fauces hambrientas de al menos cinco grandes transnacionales de muy conocido proceder. La principal opción del caro botín se lo disputan las empresas belgas Jan de Nul (actual responsable de Hidrovía S.A) y Dredging Internacional; las holandesas Boskalis y Van Oord, así como la poderosa empresa china Shanghai Dreadging Company, ante las cuales otros subsidiarios y conexos grupos aportan lo suyo, y mueven los hilos. Deben señalarse en este renglón empresas de diversas naciones y no pocos intereses, como las norteamericanas Bunge, AGD y Cargill; la china Cofco Agri, la Vicentin en sociedad entre el Reino Unido, Suiza, Alemania y Argentina; la francesa Dreyfus, la Glencore (Reino Unido/Suiza) y la empresa Hidrovía procedente de Bélgica, entre tantas ya existentes en los canales mencionados.

Los millones de toneladas de maíz, trigo, soja y carne, además de aceites, harinas y biodiesel, que se mueven por estas aguas benditas por la providencia, sacadas en buques de gran envergadura, capaces de cargar entre 45 y 50 mil toneladas, promoviéndose en el corto plazo la ampliación de estas capacidades para barcos de mayor cabotaje, capaces de albergar hasta las 70 mil toneladas; lo cual se traduce en una muy grave alteración del medio biótico del Paraná, al remover sus bases y arenas para aumentar, no sólo su ancho, sino su profundidad, implican un negocio financiero de millardos de dólares, ante los cuales la corrupción y compra de conciencia se sustraen y ceden principios por rancios beneficios. Yo le llamaría a esta madeja de bajezas antipopulares, traición a la patria. Traición a la patria argentina, en concreto. Traición al espíritu libertario y soberano de toda la América Latina.

Esperemos que los intelectuales probos de Venezuela, entre quienes me atrevo a mencionar a los poetas y escritores Gustavo Pereira, Earle Herrera, Luis Britto García y Luis Alberto Crespo; de Colombia, con William Ospina y Pablo Montoya a la cabeza, de Cuba, de Chile, de Ecuador, de Perú, de Bolivia, de Brasil, entre otros baluartes de las ideas y el pensamiento nuestroamericano de todos los pueblos-naciones del continente, incluidas las Antillas y el Caribe; nos den sus opiniones, señalen sus aportes al debate; entreguen una mínima cuota de sus saberes al análisis de la actual pérdida de la soberanía subcontinental, así como la explotación, mediante el expolio, de nuestros inmensos recursos bióticos, naturales, minerales, estratégicos, para satisfacer las apetencias del gran capital depredador del mundo globalizado; dominado por los imperios del holding trasnacional acuífero, por la hegemonía de los ejércitos sin fronteras, por las leyes extraterritoriales, por los bandidos de las políticas locales, articuladores de absurdas e imperdonables maniobras entreguistas de la propia identidad y soberanía de sus países.

Demos un rotundo ¡NO! a estos descalabros. Un ¡NO! a pecho suelto desde las entrañas de la moral histórica de nuestros libertadores, y un ¡NO! a toda impostura sesgada o manifiesta que atente contra la vida y el destino de vida de nuestros connacionales. No espero menos de todos ustedes, los nombrados y los no nombrados, para entrarle de lleno a esta cara batalla. Hoy es por la Argentina, mañana será por cada uno de nuestros países. De eso no tengamos dudas. El tiburón apenas está abriendo la boca. Y los ríos callan, pero los pueblos gritan.

Pariaguán, Venezuela, 24 de mayo de 2021

*Favor incluir las fotos en el artículo

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Río Paraná, Argentina

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Afiches de protesta contra la privatización de los ríos.

 

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José Pérez

Profesor Universitario. Investigador, poeta y narrador. Licenciado en Letras. Doctor en Filología Hispánica. Columnista de opinión y articulista de prensa desde 1983. Autor de los libros Cosmovisión del somari, Pájaro de mar por tiera, Como ojo de pez, En canto de Guanipa, Páginas de abordo, Fombona rugido de tigre, entre otros. Galardonado en 14 certámenes literarios.

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