La actitud bonachona y bochornosa del señor Presidente de la República Nicolás Maduro Moros la tarde de este domingo 1º de mayo de 2022, ante una multitud considerable de supuestos trabajadores y trabajadoras afectos al proyecto socialista del gobierno, dejó un mal sabor de boca en quienes vimos el triste espectáculo, desde la distancia, por televisión.
En lo personal tengo 5 años y 9 meses esperando el pago de mis prestaciones sociales, toda vez que me jubilé como profesor de la Universidad de Oriente en agosto de 2016, sin haber percibido hasta este día, ni un solo céntimo de bolívar soberano o de bolívar digital alguno, por concepto de pago de mis prestaciones sociales y pasivos laborales acumulados, tras 25 años de ejercicio docente ininterrumpidos. Como mi caso, otros miles de docentes universitarios, personal obrero y administrativo, espera de igual modo. Pero, ¿qué dijo el Presidente de la República al respecto?
Sólo ideas confusas y desalentadoras.
Con un aire "bien zumbado", al estilo caraqueño de postín, el jefe de Estado se dedicó inicialmente a bailar en tarima, y a chistar con el matrimonio civil del diputado Jorge Rodríguez, Presidente de la Asamblea Nacional, rayando en el ridículo público, cuando anunció su boda eclesiástica con la diputada Cilia Flores, alias "Cilita la bella", en la mismísima avenida Bolívar de Caracas; ante un sacerdote correspondiente a la iglesia católica, apostólica y romana, de probada solvencia moral; en presencia, igualmente, de algún pastor de la iglesia evangélica, que también puede ser una "pastora". Sólo faltó invitar a los panas babalaos, a los paleros de postín, para cerrar el círculo de "fe". Bueno, usted tiene el derecho a hacer eso, Presidente, pero…
Todo esto me pareció, en lo personal repito, destemplado y bastante fuera de orden.
Los trabajadores y trabajadoras, en situación de activos y jubilados, esperábamos algo serio, algo real, algo muy distinto, señor Presidente. No era una tarde de echar chistes ni de hacer "gracias". Usted tiene el derecho de casarse con su actual compañera del modo que le venga en gana, pero cuando se trata de atender y valorar los derechos contractuales de miles y miles de trabajadores en situación de jubilación y régimen de pensiones, usted debe actuar como un verdadero jefe de Estado: con seriedad, con formalidad, con mesura, del mismo modo que lo hace cuando está, por ejemplo, ante una concentración de oficiales en el patio de la Casa Militar. Salvando las naturalezas propias de un bando y de otro, por cuanto los civiles somos civiles, y los militares son militares.
Nosotros no estamos para jueguitos de tontos.
Quienes pasamos hambre y penurias, quienes estamos tan jodidos materialmente hablando, no comemos con su bailaíto de tarima, ni con su sarcasmo. Tenemos familias sufridas. Tenemos familiares muy enfermos. Nuestra situación económica raya en la miseria. Somos una cuerda de pobres venidos a menos. ¿En qué idioma quiere que se lo cante? ¿Usted está tan sordo y tan ciego que no se da cuenta de esto? ¿O acaso no quiere verlo ni oírlo?
La guinda del pastel ridículo —insisto en este cognomento porque no encuentro otro— del Día del Trabajador presidencial, se trata del lapso de jubilaciones señalado por usted, Presidente Maduro, para el pago del bono único de diez mil bolívares. Este estaría comprendido entre el 1/1/2018 y el 1/5/2022, excluyendo a quienes nos jubilamos entre el 1/5/2015 y el 31/12/2017. A este último lote corresponde mi caso. Y corresponde también a otros diez mil trabajadores de las universidades públicas del país.
Surge aquí la gran duda: ¿Piensan excluirnos de ese bono de diez mil bolívares?
Aunque en el mejor de los casos no pagaran el mencionado bono de diez mil bolívares digitales, esto corresponde apenas a 2.227 dólares, al cambio oficial del Banco Central de Venezuela, al cierre del viernes 29 de abril de 2022. Con esa cantidad de dólares y de bolívares, un trabajador jubilado no puede comprar una casa digna ni resolver siquiera una operación de marcapaso, si lo afecta una enfermedad coronaria. Ese pago no sirve, por tanto, ni para morirse.
Quizás por eso, por significar una burla, no me salen del entrecejo los pasitos del Presidente Nicolás Maduro en tarima, anunciando, con su "bailao", la burla para los jubilados. Y para peor seña dijo que ese bono será cancelado "en tres partes"; es decir, de manera fraccionada. Cabe añadir, de manera devaluada. De esta materia se encargará la Vice Presidenta Delsy Rodríguez.
Dios mío, qué ironía.
Si sacamos una simple cuenta matemática y consideramos que ese bono, fraccionado y pagable en tres partes, de diez mil bolívares, equivalentes a 2.227 dólares, beneficiara a 40.000 jubilados y jubiladas del sector público correspondientes a los años 2018, 2019, 2020, 2021 y 2022 (excluyendo a quienes estamos esperando desde antes, años 2014, 2015, 2016 y 2017), el monto total a pagar por parte del Estado venezolano sería de 89.080.000 dólares.
Esta cifra es la que destina el gobierno todas las semanas al Banco Central de Venezuela para que forme parte de la oferta púbica de divisas con la finalidad de contener el valor especulativo del dólar paralelo, el dólar negro o el dólar yanqui, como prefieran denominarlo. Es decir, ese pago a los jubilados es sencillamente una grandísima tontería. Un a burla más. Una aberración contra los sufridos jubilados.
Los ricos pueden ir semana a semana a la banca pública a comprar sus 85 o 90 millones de dólares y gastárselos como les venga en gana, porque el bueno de Nicolás Maduro se los pone mantequilla ahí para que hagan sus negocios, mientras los jubilados tendrán que aceptar la limosna equivalente a 89 millones de dólares en tres fracciones, de jure devaluados, y sin derecho a pataleos.
¿Qué dirá a todo esto la Sra. Tibisay Lucena, encargada del Ministerio del Poder Popular para la Educación Superior? ¿Qué hará la Opsu? ¿Plegarse a ese bono único, con la excusa de la guerra económica, el bloqueo y la invasión yanqui? ¿Acaso nuestros 25 años de servicio se los van a meter en el paltó?
Por dios, qué calamidad.
Necesitamos repuestas urgentes. Las tablas salariales de las universidades no están representadas en ese instructivo hambreador impuesto por la Oficina Nacional de Presupuesto, ONAPRE, desde el 15 de marzo de 2022 para pagar nóminas, ni puede ser la base para los cálculos del pago de prestaciones sociales y pasivos laborales pendientes para el sector universitario desde 2014.
Si hay que echarle candela al rancho se la echaremos pero no debemos perder nuestro derecho a un pago digno y urgente, conforme lo contemplan las leyes de la República. Que se case quien case, del modo que le venga en gana, eso no nos interesa. Exigimos nuestros pagos ya, y punto. Basta de tantas burlas y de tanto ridículo, señor Presidente.